Renamon, La Esclava Sexual
Enviado por KitsuneFox • 29 de Abril de 2014 • Ensayo • 1.466 Palabras (6 Páginas) • 613 Visitas
RENAMON, LA ESCLAVA SEXUAL
Si, no es el nombre más original del mundo.
Nuevamente publico este fic, luego de que hubiera cerrado después de que me fuera imposible actualizarlo.
Aclarando nuevamente de hablo: Después de a Renamon en muchas imágenes Yiff y Hentai se me ocurrió hacer este fic, hablando de la vida que una Renamon obligada a trabajar como esclava sexual. Es el primer fic de este estilo que hago, por lo que espero que me den consejos para mejorar.
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CAPITULO 1, UNA TRISTE NOCHE.
La noche ya había caído, era el momento de empezar mi jornada de trabajo, aunque hubiera deseado que mi trabajo fuera algo completamente distinto a lo que ahora hago.
Me asome por mi venta para observar el mundo exterior, un enorme bosque que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Puede ver a varios digimons salir del bosque y venir en dirección hacia este lugar, aunque eso era lo que menos me interesaba, solo me interesaba ver el exterior, y como Renamon que soy, mi vida estaba en el exterior, correr, saltar y pelear.
A pesar de ser de noche, podía ver claramente el bosque, las montañas que se veían tan cerca aunque en realidad estuvieran muy lejos de ese lugar, un enorme cielo, adornado con cientos… no, con miles de estrellas y una gran y hermosa luna. Eso era tal vez lo que me atraía más, la luna. Al verla, sentía una gran felicidad, una sensación que no haba sentido en mucho tiempo.
Como me hubiera gustado salir de ese lugar, ir a la cima de una colina y recostarme en el césped, para poder admirar aquel hermoso paisaje y sentirme… sentirme libre.
Pero cuando toque mi ventana, sentí aquellos barrotes de acero que me hicieron volver a la realidad.
Antes hubiera podido romper esos barrotes sin ninguna dificultad, pero al pasar mis garras por mi cuello pude recordar por qué hace casi un mes no lo había hecho. Un collar de acero, sujeto a una cadena la cual estaba sujeta al suelo y que tenía la habilidad única de anular todos mis poderes. Esa cadena era la que me mantenía encerrada en un pequeño cuarto de apenas un metro cincuenta, de paredes grises y húmedas. En la pared del lado derecho había un televisor sobre un pequeño escritorio y una silla de madera, pero honestamente consideraba que ese tipo de cosas eran realmente innecesarias. En la pared de la izquierda había una cama de colchón duro, con una única almohada y una única sabana de color blanco. Y en la pared que se encontraba detrás de mí, había una puerta de acero con una rendija en la parte inferior, diseñada para que no pudiera abrirse por dentro, solo por fuera.
Esa habitación era realmente deprimente y yo era realmente una prisionera dentro de ella.
No quería seguir viéndola, preferí volver a dirigir mi vista hacía la ventana para poder admirar nuevamente el pasaje nocturno y la hermosa luna que seguía en el cielo, como si me observara. Mientras la observaba, comenzaba a sonreír, al mismo tiempo que buenos y felices recuerdos venían a mi mente.
Hubiera deseado continuar observándola, pero entonces escuche la puerta abrirse detrás de mí. Sabía lo que significaba y aunque no lo quisiera, debía hacerlo.
Le di la espalda a la ventana y mantuve mi vista en el suelo por unos segundos hasta que la puerta volvió a cerrarse. Al cerrarse, alce un poco la mirada para ver quienes habían entrado.
Eran dos Leomon, uno de ellos un poco más musculoso, de pelaje más oscuro y una cicatriz en el ojo izquierdo, lo que me hizo pensar que debía tratarse de un bandido o algún soldado retirado. Ellos me miraban de arriba abajo con ojos llenos de deseo mezclado con maldad y sonriendo de una forma perversa. Ya me hacia una idea de lo que me esperaba.
-Creo que hiciste una buena elección hermano- dijo uno de los Leomon, acercándose por detrás hacia mi –se ve en muy buena forma- y sin previo aviso, llevo una de sus manos a mis nalgas para apretarla con mucha fuerza.
Estaba apretándome muy fuerte y enterrando sus uñas en mi piel, no pude evitar soldar un alarido de dolor, pero eso lejos de detenerlo lo hizo apretarme con mas fuerzas. De haber podido, ya lo habría matado, pero mientras tuviera ese collar en mi cuello, no había nada que pudiera hacer.
Después de unos
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