Ser Enfermeria
Enviado por aracellialicia • 3 de Noviembre de 2013 • 1.901 Palabras (8 Páginas) • 267 Visitas
La práctica de Enfermería puede ser concebida como un área de experiencias, que incluye creencias y valores arraigados en lo esencial de la disciplina, la aplicación de conocimientos, así como el ejercicio de un juicio clínico que lleva a una intervención reflexionada, en el cuidado directo del individuo, familia y/o comunidad. La enfermería es conseguir a través de la comunicación y el proceso científico la obtención de metas concretas e intereses específicos que constituyen la ciencia del cuidado, una ciencia que por dinámica siempre permanecerá en continua evolución, investigando y explorando los medios posibles y reales para alcanzar un objetivo, la excelencia del cuidado: es por esto que nadie nos puede sustituir, nadie si no nosotros puede ostentar el privilegio del saber cuidar.
La práctica de enfermería tiene el deber ser de utilizar al máximo el potencial físico, emocional, espiritual y social del ser humano; promover y mantener la salud y prevenir la enfermedad; formular diagnóstico de enfermería y atender los problemas de salud de las personas que requieran intervención de enfermería; cuidar y rehabilitar al enfermo; ejecutar medidas terapéuticas incluyendo la administración de medicamentos y tratamientos. En la práctica profesional de la enfermería, los cuidados de la salud son la razón de ser de la profesión y constituyen el motor de su quehacer. Que a nivel de nuestra sociedad chilena está reglamentada por el artículo 113 del código sanitario definiendo la función y rol enfermero.
Se debe considerar además, entonces para la práctica de enfermería, los constructos éticos del cuidar que son las virtudes básicas e ineludibles que se requieren para cuidar a un ser humano con excelencia profesional. No son principios, ni puntos de partida, sino hábitos personales y profesionales que se exigen en la tarea de cuidar. La integración completa de estos constructos éticos es fundamental para el óptimo desarrollo de la tarea de cuidar. Todos ellos son necesarios, pero ninguno de ellos es suficiente per se. Se requieren mutuamente.
Compasión: El primer constructo de la tarea de cuidar, el más fundamental de todos, difícilmente se puede desarrollar la acción de cuidar sin la experiencia de la compasión, aunque la experiencia de la compasión no es suficiente para el desarrollo óptimo de los cuidados. La compasión es la condición necesaria, pero no suficiente. Aunque pueden subsistir otro tipo de motivaciones en la praxis del cuidar, inclusive de tipo interesado (monetario), la verdad es que los seres humanos se cuidan unos a otros porque sienten compasión ajena.
Competencia: La competencia profesional constituye una virtud básica de la deontología. Ser competente en un determinado ámbito profesional significa estar capacitado para desarrollar la propia profesión de un modo óptimo. La tarea de cuidar requiere como constructo básico la experiencia de la compasión, pero también la competencia profesional, pues sólo es posible cuidar adecuadamente a un ser humano desde la competencia, desde el conocimiento de dicho ser humano desde una perspectiva global. La competencia profesional exige, un hondo conocimiento de su disciplinar y le obliga a formarse continuamente, pues en la sociedad del conocimiento, las técnicas y procedimientos se transforman aceleradamente y es un deber dominarlos y usarlos adecuadamente para atender al enfermo de un modo óptimo.
Confidencialidad: El enfermo, en determinadas circunstancias de vulnerabilidad, necesita un confidente. Uno de los rasgos característicos de la figura del confidente es su capacidad de escuchar y su discreción, esto es, su capacidad de guardar secretos, de callar para sí los mensajes que el otro vulnerable le ha comunicado en una situación límite. La confidencialidad se relaciona con la buena educación, con el respeto y con la práctica del silencio, pero sobre todo, se caracteriza por la capacidad de preservar la vida íntima del otro, es decir, su privacidad, su universo interior.
Confianza: La confianza constituye un elemento central en el arte de cuidar. Sólo es posible cuidar a un ser humano vulnerable si entre el agente cuidador y el sujeto cuidado se establece una relación de confianza, un vínculo presidido por la fidelidad, es decir, de fe (fides) en la persona que interviene, en su acción y en el dominio que tiene de dicho arte.
Conciencia: La conciencia es una instancia fundamental del ser humano, pertenece a su dimensión interior y tiene un valor integrador. Ser consciente de algo es asumirlo, es reflexionar en torno a sus consecuencias, es saber lo que se está llevando entre manos. La consciencia, entendida como virtud y no como atributo de la interioridad humana, significa reflexión, prudencia, cautela, conocimiento de la cosa. Cuando decimos que la conciencia es un constructo del cuidar, lo estamos diciendo en el sentido ético del término, pues la conciencia como tal pertenece a todo ser humano.
La práctica de enfermería es sobre la interacción de los seres humanos con el medio ambiente que los rodea , en su lucha por alcanzar el equilibrio y una sensación de bienestar y sabiendo que los seres humanos son organismos integrados que reflejan la capacidad de existir como seres biológicos, pensantes, capaces de sentir, que se relacionan entre sí por medio del lenguaje verbal y no verbal, y que además modifica este medio para obtener del mismo lo que necesita para su existencia, así, el arte es una forma de interrogación cualitativa que extrae su sustancia de la intuición estética.
Quizá, le enfermería como arte, sea una de las perspectivas más desconocida de nuestro quehacer profesional, es la perspectiva más silenciosa, la menos evidente, en donde ninguno de los profesionales del cuidado se siente conscientemente
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