Sirven Para Algo Las Ciencias Sociales
Enviado por majoru012 • 3 de Marzo de 2014 • 2.075 Palabras (9 Páginas) • 367 Visitas
¿Sirven para algo las ciencias sociales?
Por Alejandro Grimson
Universidad Nacional de San Martín y CONICET
Las ciencias sociales han sido acusadas de ser abstractas, pero se parecen a las brujas: que las usan, las usan. La usa el Estado para construirse, ofrecer una idea de totalidad y saber dónde está parado, entre cuánta gente, de qué edades, sexo, ingresos, origen... Las usan los políticos, pero sólo para cosas que les importan: las campañas y la evolución de su imagen pública. La pregunta es por qué, si usan los conocimientos sociológicos en esas tareas tan importantes, no lo hacen también en cuestiones “menores”, como puede ser la elaboración y la evaluación de políticas públicas.
Hay áreas del Estado que han avanzado en ese sentido, no sólo en usar a las ciencias sociales, sino en reconocer su uso, aunque todavía no en apoyar más claramente su desarrollo en el país. Pero no es la regla: por eso cuando altos funcionarios descalifican a las ciencias sociales, aludiendo al lugar común anti-intelectual, no se escucha la voz de otros de funcionarios que no reconocen ese estereotipo.
Algunos colegas preferirían intervenir en este debate enfatizando la relevancia de la inutilidad del pensamiento social. La cuestión de la utilidad del conocimiento plantea un debate acerca de la definición de los propios fines, mucho antes de establecer qué medios se corresponden con dichos fines. La primera definición es que el conocimiento es un fin en sí mismo. Es el ser humano el que ha hecho las sociedades y el que necesita, para vivir en ellas, conocerlas. La pregunta que nos orienta es si las ciencias sociales, tal como las conocemos hoy, además de ser un fin en sí mismo son o pueden ser un medio. Y para qué fines.
Si estuviéramos frente a un instrumentalista extremo, deberíamos recordarle que jamás es posible establecer a priori todas las utilidades potenciales que tendrá en el presente y en el futuro un nuevo conocimiento. Ciertamente, las ciencias exactas y naturales desarrollan una investigación básica cuya potencial utilidad social es conocida muy parcialmente. Si la urgencia de la instrumentalidad mandara en cada una de las situaciones, convertiríamos la investigación científica en aplicaciones técnicas sin fundamentos y, en más de un caso, sin parámetro ético alguno. Si concebimos al desarrollo de la humanidad no sólo como crecimiento puramente económico, ni siquiera sólo como distribución justa de ese crecimiento, sino como crecimiento y desarrollo
1
también cultural, entonces la respuesta es más sencilla. Bienvenida cualquier buena aplicabilidad de un conocimiento, pero acéptese que conocer es un fin en sí mismo.
Habiendo dejado sentado, entonces, que el paradigma de la instrumentalidad no puede ser el todopoderoso, me concentraré aquí en discutir justamente las definiciones de instrumentalidad vigentes y entonces retornar a la pregunta del título. Dicho de otro modo: pretendemos saber si las ciencias sociales sirven para algo, incluso si ideológicamente sería necesario defenderlas aunque “no sirvieran para nada”.
Deseo explicitar un contexto social, científico, político que está en el origen del debate que instaló la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. La actividad científica en la Argentina atraviesa una creciente jerarquización, expresada en la expansión de la investigación, del CONICET, y de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Esto se debe a decisiones políticas que vienen afianzándose en los últimos años. Desde las más altas esferas se ha proclamado que la producción de conocimientos es condición imprescindible para construir un país económica y socialmente desarrollado.
Esta importante transformación, siempre perfectible, ha otorgado nueva relevancia a antiguos debates. Por ejemplo, se ha afirmado que jerarquizar la ciencia es apoyar a las ramas de la física, la química, la biología y otras disciplinas exactas y naturales capaces de producir tecnologías que tengan un impacto productivo directo. Si bien éste es un capítulo clave del desarrollo científico de un país, pretender convertir a un solo capítulo en un libro entero degrada a ambos. Es necesario considerar también el capítulo de las ciencias sociales, que ha sido considerado mera especulación, cuando no crítica política del propio Estado.
El fortalecimiento de la ciencia es pensado hasta ahora como cuestión de desarrollo económico y tecnológico. La trampa de una ideología productivista radica en establecer la pertinencia o no de un proyecto de investigación en función de fines que se toman como dados por la naturaleza, cuando son definidos por valores de grupos sociales específicos. ¿Contribuye este proyecto a un incremento de la producción o de la productividad? Podemos imaginar preguntas que contrastan brutalmente con esta y que se refieren a una investigación filosófica y antropológica: ¿deseamos incrementar la producción? ¿por qué? ¿para quién? ¿qué producción?
El saber técnico tiende a considerar natural su ideología productivista, pero esas pririodades han sido fijadas por agentes sociales en contextos históricos. La promesa de producción de tecnologías científicas útiles para incrementar el producto y
2
especialmente el exportable resulta preferible al intrincado debate que implicaría abrir la compuerta de saber qué puede incrementarse de manera social, cultural, ambientalmente sustentable y con fuertes efectos redistributivos. Definiciones ideológicas como que el incremento en sí resulta irrelevante si no se anuda a su propia redistribución social, aparecen para el productivismo como intervenciones interesadas de grupos minoritarios de teólogos sociales.
.
De la instrumenalidad a la autonomía relativa
Habría que preguntarle al gobierno de Estados Unidos si consideraron muy abstractos los años de estudios de antropólogos sobre japoneses que culminaron, al final de la Segunda Guerra, con la recomendación clave de no destituir ni asesinar al Emperador nipón. También se podría interrogar a la Naciones Unidas y a los estados que agrupa acerca de si podrían construirse sin censos nacionales e información estadística.
La exigencia de utilidad a las ciencias sociales no es patrimonio del Estado, del capitalismo o del neoliberalismo. También las tradiciones militantes preguntan acerca de las consecuencias que una aseveración tiene para la acción. El punto clave es: ¿hay alguna autonomía entre lo observable, lo analizado y su instrumentalización? Sí. O bien los análisis sociales nos interpelan para revisar los supuestos previos o bien se convierten en intervenciones puramente políticas disfrazas de otro lenguaje.
La autonomía del análisis y la construcción
...