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Sobre la crisis de la física clásica


Enviado por   •  29 de Octubre de 2022  •  Ensayo  •  899 Palabras (4 Páginas)  •  102 Visitas

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La pesadilla infinita de Newton[pic 1]

Sobre la crisis de la física clásica

David Leonardo Caleño Ortiz

Mecánica clásica I

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Sábado, 05/02/2022

 

Si las descripciones de Newton sobre la gravedad y la inercia fueron la clave fundamental para entender la tierra como un ente en movimiento dentro de un extraño fluido llamado éter, el mismo éter que Aristóteles entendía como elemento principal en la constitución de las estrellas. Este extraño y mañoso artilugio le permitió a Newton controlar el sistema heliocéntrico. La relatividad de Einstein le permitió abordar velocidades muy superiores, distancias muy superiores, y energías fuera del entendimiento alquimista de Newton, que se extendían hacia el vasto universo de las galaxias. Mientras Newton caminaba en hombros de gigantes y su dominio se limitaba a unos cuantos planetas y estrellas, Einstein, desde el centro de las estrellas, se extendía como el Dios Hiperión hacia el dominio de la luz y el cosmos.

A través de la renuncia de los conceptos de Newton, sobre el tiempo y el espacio absolutos e inalterables, suspendidos en un delicado equilibrio gravitatorio, plagado de paradojas y evitando cautelosamente un derrumbe colectivo, Einstein reveló la teoría de la relatividad especial que explica y da solución a todos los desagües y paradojas de la mecánica Newtoniana. La crisis de la física clásica ya la había predicho Newton, pero nunca pudo haber vaticinado que el primer escritor profesional norteamericano, un corpuscular y escuálido Edgar Allan Poe pudiera haber dado solución a esas paradojas que tanto temía.

La paradoja de Bentley fue el primer peldaño hacia el descenso de la física clásica, cómo era posible que toda la materia repartida en el universo, por gravedad, no terminara condensada en una única masa esférica. Newton logró escapar a medias de este problema, propuso un universo de extensión infinita donde la materia repartida de forma equitativa formaría un equilibrio metaestable, un universo de cristal, en consecuencia, muy sensible, de naturaleza etérea.

El astrónomo Alemán Hendrick Olbers, una oscura noche, preguntándose sobre el infinito, y al igual que Nietzsche, miró al profundo y fosco vacío del cielo, con la mala fortuna de que este lo miró de vuelta. Con la cara dura y cierta aversión a Newton, declaró lo siguiente; “si el universo es eterno e infinito con infinitas estrellas entonces el cielo nocturno debería ser brillante”, lamentablemente, no lo es.

Aunque esta idea hizo mella en la cabeza de muchas personas, he incluso el mismo Olbers intentó dar solución a su propia ironía, proponiendo modelos gaseosos estacionarios en el espacio que impedían el paso de la luz, pero nada de esto sería suficiente para derrumbar la muralla que era la teoría gravitatoria de Newton, y ni Bentlry, ni Olbers, ni el mismo Newton, mentes elevadas en el conocimiento y con una concepción erudita de la ciencia, habrían podido imaginar que la respuesta a sus problemas llegaría en la boca de un cuervo, en forma de poema, en el puño y letra de un pordiosero escritor Norteamericano.

Comprender que la luz se movía, no era algo nuevo en absoluto, lo verdaderamente notable de Edgar Allan Poe era su entendimiento del concepto de infinito, entender que la palabra infinito, sin más, tiene un aspecto plano y sin interés cuando se mira al cielo nocturno, fue la clave para resolver la paradoja de Olbers. Poe definió las distancias entre estrellas como incomprensibles, extraordinariamente grandes, era tan inmensa la distancia entre el fondo del cielo y nosotros, que ningún rayo de luz hubiera podido alcanzarnos todavía.

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