Sueño De La Tabla Periodica

Los sueños creativos del químico de las profecías

En 1869, en ese país atrasado que era Rusia, Mende¬léiev presentó su clasificación periódica de los elementos. Todas las observaciones implícitas en la gráfica de Meyer se encontraban en la tabla periódica del químico ruso, pero ésta permitía lo que no era posible en aquélla: predecir la existencia de lo que aún se desconocía, la de elementos químicos no descubiertos todavía.

¿Cómo llegó a este descubrimiento?

El antecedente más próximo lo encontramos en el im¬pacto que le produjo la presentación de Cannizzaro en Karlsruhe. Allí Mendeléiev, como otros asistentes, encontró la clave para la determinación correcta del peso atómico de los elementos. Con esa nueva habilidad, Mendeléiev deter¬minó los pesos atómicos relativos con exactitud, familiari¬zándose con las propiedades de los elementos.

Cuando empezó su trabajo de maestro en la Universi¬dad de San Petersburgo se planteó varias preguntas funda¬mentales. Tenía que enseñar química; ¿cómo hacerlo de la manera más clara, lógica y comprensible? No quería limi¬tarse a una transmisión de información acumulada, sin or¬den ni concierto. Pero ¿no era precisamente eso la quími¬ca en aquel momento? ¿Cómo evitar que la clase se hiciera rutinaria al ir hablando de todos y cada uno de los elemen¬tos, de sus propiedades y aplicaciones? ¿Cómo explicar, fun¬damentándola, la semejanza entre algunos elementos, como por ejemplo litio, sodio y potasio?

Mendeléiev, preocupado por dar un sentido profun¬do a su clase, buscó principios generales, unificadores e in-tegradores del conocimiento de la química. Allí estaba la ley de la gravitación universal, estaban los pesos atómicos relativos. . . ¿Podría encontrarse en ellos la causa de la conducta química de los elementos?

Por lo pronto empezó a escribir el símbolo de cada ele¬mento en grandes tarjetas, usando una para cada símbolo, y a llevarlas a sus clases para que los estudiantes se familia rizaran con ellos. En cada tarjeta, al lado del símbolo, colocó el valor del peso atómico del elemento y algunas de¬ sus propiedades.

Por las noches se desvelaba haciendo sus tarjetas, dándoles vuelta entre las manos, observándolas. Y una noche empezó a jugar con ellas un extraordinario juego de solitado.

¿Conoces alguna de las variedades de solitario que se juega con la baraja, amigo lector? A medida que se van sacando cartas, se colocan en orden creciente, del as al rey Mendeléiev inició un juego de "solitario químico", con sus tarjetas, colocándolas sobre la mesa en orden crecien¬te de sus pesos atómicos, empezando por el más ligero, el hidrógeno.

Y un día, observando el resultado, se sintió repenti¬namente interesado por lo que aparecía a la vista. ¿Qué ocu¬rría? Algo muy importante: se percibía

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