TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO
Enviado por cpinilla.10 • 21 de Julio de 2013 • 12.707 Palabras (51 Páginas) • 513 Visitas
TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO
Merck Sharp & Dohme de España
• DEPRESIÓN
• TRASTORNO DISTÍMICO
• TRASTORNOS BIPOLARES
• TRASTORNO CICLOTÍMICO
Constituyen un grupo heterogéneo de enfermedades, típicamente recurrentes, donde se incluyen el trastorno unipolar (depresivo) y el bipolar (maníaco-depresivo). Consisten en alteraciones del humor con carácter infiltrativo, que se acompañan de disfunción psicomotriz y síntomas vegetativos.
(Para los trastornos del estado de ánimo en niños, v. cap. 274.)
Actualmente, en el diagnóstico de los trastornos del estado de ánimo hace énfasis en la depresión y la exaltación como elementos nucleares del humor, pero la ansiedad y la irritabilidad son igualmente frecuentes, lo que explica que siga siendo muy popular la expresión más amplia de «trastornos afectivos», antigua denominación oficial.
La tristeza y la alegría son parte de la vida cotidiana, que conviene diferenciar de la depresión y del júbilo morboso. La tristeza y la depresión normales son respuestas humanas universales ante la frustración, la decepción y otras situaciones adversas; dicha respuesta puede ser adaptativa, con un retraimiento que conserva intactos los recursos internos de la persona. La depresión transitoria (el estar «depre») puede darse como reacción frente a ciertos días de fiesta o aniversarios significativos, así como durante las dos primeras semanas después del parto. Este tipo de reacciones no son anormales, aunque las personas con tendencia a la depresión pueden venirse abajo en esas ocasiones.
El duelo normal, prototipo de la depresión reactiva, tiene lugar como respuesta a separaciones y pérdidas significativas (p. ej., muerte, separación matrimonial, desengaño amoroso, abandono del entorno familiar, emigración forzada o situación de catástrofe). La pena puede manifestarse por síntomas de ansiedad, como insomnio, inquietud e hiperactividad del sistema nervioso autónomo. Igual que otro tipo de situaciones adversas, las separaciones y las pérdidas generalmente no producen depresión clínica, salvo en personas predispuestas a padecer trastornos del estado de ánimo.
La exaltación, usualmente relacionada con el éxito y los logros, a veces se considera una defensa frente a la depresión o una negación del dolor por una pérdida (p. ej., una forma extraña de reacción de duelo en que la hiperactividad exaltada puede sustituir completamente a la pena que cabría esperar). En personas predispuestas a ello, tales reacciones pueden llevar a un estado de manía. Por el contrario, frente a acontecimientos positivos puede darse una depresión paradójica, quizás debido al aumento de responsabilidades asociadas a la nueva situación que hay que encarar solo.
Se llega al diagnóstico de depresión o manía cuando la tristeza o la alegría son notoriamente intensas y van más allá de lo que cabría esperar como efecto de un factor estresante de la vida o cuando una u otra surgen en ausencia de estímulo. Los síntomas y signos a menudo se agrupan en síndromes independientes que típicamente recurren una y otra vez o, con menor frecuencia, persisten sin remisión. La depresión y la manía clínicas, al revés que las reacciones emocionales normales, causan notable deterioro del funcionalismo físico, social y laboral.
Epidemiología
En el 20% de las mujeres y el 12% de los hombres se da a lo largo de la vida algún episodio de trastorno del estado de ánimo que puede requerir atención especializada. Tales cuadros constituyen en su mayoría trastornos depresivos mayores y sus variantes. La incidencia de trastorno bipolar en la población general se calculaba antes que era menor del 2%, pero nuevos estudios la sitúan entre el 4 y el 5%. El número de mujeres afectadas por depresión es el doble que el de hombres, mientras que el trastorno bipolar se presenta por igual en ambos sexos; sin embargo, las formas depresivas predominan en las mujeres y las variantes maníacas en los hombres. El trastorno bipolar suele iniciarse hacia los 20 o 30 años; los trastornos unipolares lo hacen por término medio entre los 20 y los 40 años. Las personas nacidas en las dos décadas posteriores a la segunda guerra mundial presentan mayores tasas de depresión y suicidio, a menudo asociadas a cifras más elevadas de consumo abusivo de sustancias, que las nacidas antes de ese período. La pertenencia al sexo femenino es el principal riesgo demográfico para la depresión; factores como la clase social, el nivel cultural y la raza no se han vinculado claramente con la depresión. No obstante, el trastorno bipolar es algo más frecuente en las clases socioeconómicamente más altas. Los factores culturales parecen modificar las manifestaciones clínicas de los trastornos del estado de ánimo. Por ejemplo, en las clases socioeconómicas más bajas son más frecuentes los síntomas físicos, la preocupación, la tensión y la irritabilidad; igualmente, la rumiación culposa y los autorreproches son más característicos de la depresión en las culturas anglosajonas, mientras que la manía tiende a manifestarse de forma más florida en algunos países mediterráneos y africanos, así como entre los negros estadounidenses. En varones, se han ligado a mayores tasas de suicidio la presencia de factores económicos como el paro y los reveses económicos inesperados.
Los trastornos del estado de ánimo son las alteraciones psiquiátricas de mayor prevalencia, representando el 25% de los pacientes ingresados en instituciones públicas de salud mental, el 65% de los pacientes ambulatorios y una cifra tan elevada como el 10% de todos los pacientes vistos en la práctica médica no psiquiátrica.
Etiología
Trastornos primarios del estado de ánimo. Hay una serie de factores que contribuyen a la aparición de estos trastornos: la herencia es el factor predisponente más importante. No se sabe a ciencia cierta la forma en que se heredan, pero puede que algunas formas de trastorno bipolar se deban a genes dominantes (autosómicos o ligados a X). Una hipótesis más difundida es la herencia poligénica como sustrato genético común en los trastornos bipolares y los trastornos unipolares recurrentes. Se ignora qué es lo heredado, pero se cree que la vía final común a todos los trastornos afectivos consiste en una alteración de la función limbo-diencefálica, aunque estudios recientes abogan también por la implicación de estructuras extrapiramidales subcorticales y sus conexiones prefrontales. Además, parece que existe una mala regulación de los neurotransmisores colinérgicos, catecolaminérgicos (noradrenalina y dopamina) y serotoninérgicos (5-HT). La herencia también puede aumentar las probabilidades de depresión por exposición de los niños a los efectos negativos de los trastornos
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