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Tendencias Delictuales


Enviado por   •  27 de Junio de 2013  •  2.719 Palabras (11 Páginas)  •  1.079 Visitas

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ANTECEDENTES DEL DELITO DE HOMICIDIO Y LESIONES:

El homicidio es el resultado de una acción u omisión mediante el cual se priva de la vida a otra persona ya sea dolosa o culposamente. El término procede etimológicamente del latín homicidĭum, y éste del griego homόs similar o semejante, y latino caedere, matar: matar a un semejante. Es una conducta reprochable, es decir típica, antijurídica y por regla general culpable (excepto en casos de inimputabilidad, donde no se es culpable pero sí responsable penalmente), que consiste en atentar contra el bien jurídico de la vida de una persona física.

El Crimen de Homicidio se remonta desde muchos años antes de Cristo, ya que quien cometía dicho crimen tenía pena de muerte entre los judios. En el libro de la Biblia, específicamente en el capítulo. XXI del Éxodo, en el XXXV de los Números, en el XIX del Deuteronomio y en el XXI del mismo libro, se leen varias leyes concernientes al homicidio voluntario e involuntario. Además, Jesucristo por San Mateo en el capitulo. V. dice: quien matare será condenado a muerte en juicio. Últimamente, por el cap. XXII del Apocalipsis, vemos que los homicidas no entrarán en el reino de Dios.

En el Ática había un tribunal llamado Phreattis, el cual entendía de los homicidios. Por lo común, solo juzgaba de aquellos que acusados de homicidas en su país, se habían fugado o bien de aquellos que habiendo cometido un homicidio involuntario, se habían hecho después culpables de otro premeditado. Los jueces se reunían cerca la playa del mar y el acusado sin permitirle desembarcar, defendía su causa desde una lancha. Si resultaba culpable, era abandonado a la merced de las ondas y de los vientos.

En Atenas el homicidio involuntario era castigado con un año de destierro. El homicidio voluntario tenía pena de la vida pero se dejaba al culpable la libertad de huir antes de proferirse la sentencia y en este caso se contentaban con confiscarle sus bienes y dotar su cabeza. Para este crimen había en Atenas tres tribunales:

• el Areopago para la muerte premeditada

• el Palladium para la involuntaria

• el Epidelfinium para aquellos matadores que pretendian haberlo hecho legítimamente.

En los tiempos antiguos muchas veces bastaba hacer algunas expiaciones para salvarse o ser absuelto de un homicidio.

En Roma las primeras leyes hechas por Numa condenaban a muerte los homicidas. Tulio Hostilio hizo otra ley para castigar a los homicidas con motivo de la muerte cometida por uno de los Horacios. Por ella dispuso que los decemviros serian los jueces de esta clase de delitos, de cuya sentencia podía apelar el reo al pueblo: pero sí la sentencia quedaba aprobada o confirmada, el culpable era ahorcado de un árbol, después de haber sido azotado, en la ciudad o fuera de ella. Por la ley Cornelia de Sicariis decretada por Lucio Cornelio Sila, siendo dictador en el año 673 de Roma, estableció algunas distinciones: si el culpable era un hombre ilustre o rico, se le castigaba con destierro, si era un hombre cualquiera se le cortaba la cabeza y si un esclavo, se le crucificaba o se le hacía combatir con las bestias feroces. Después con el tiempo, se reparó esta injusticia condenando a muerte indistintamente a todo homicida.

Por el Concilio de Trento se dispuso que no se ordenase jamás al homicida voluntario y que solo pudiese hacerse con el involuntario o casual cuando hubiese motivos muy urgentes y después de aprobadas las preces.

Por otra parte el antiguo derecho romano, jamás encuadro el delito de lesiones, por encontrarse catalogadas dentro de las injurias, o en algunos casos, se les consideraba como homicidio tentado. La ley de las XII tablas, sancionaba las injurias con 300 ases, si era una fractura a algún hueso del cuerpo humano, disminuyéndola a 150 si el agredido era siervo. En caso de que se tratara de un miembro se sancionaba con la ley del talión.

Ya con el derecho pretorio se suprimió esta practica del talión, sustituyéndola por una pena pecuniaria, cuyo monto era estipulado por el injuriado, con la salvedad de que el juez podía disminuirla si la consideraba excesiva. Con el derecho Justiniano, se elimino la práctica que el injuriado estipulara el monto de la sanción. Pero en una y otra etapa del derecho romano, a las lesiones no se les dejo de considerar con injurias.

Posteriormente, con la Lex Cornelia, la jurisprudencia dividió las injurias en atroces y leves, quedando incorporadas a las primeras las ofensas físicas. Asimismo, se considero que si alguien agredía a otra persona con el fin de matarla, pero no lograba su fin, se castigaría como homicidio en grado de tentativa.

En la edad media, se usaron los conceptos romanos, sufriendo algunas modificaciones para adecuarse al Derecho Bárbaro, que se encontraba en sus inicios, pero que influyo en gran medida en los pueblos de nueva formación. heridas, dividiéndolas en chalage (lesiones y golpes), blutwenden (heridas propiamente dichas) y vestunmlugen (mutilaciones); sus leyes, estatutos y reglamentos señalaron con minuciosa y circunstanciada enumeración los distintos casos de lesiones, dando a cada una un nombre especial y sujetando las heridas, mutilaciones y malos tratamientos a un cuidadoso arancel en el que se recorría todo el cuerpo humano, de la cabeza a los pies, para regular la tarifa por aplicar, costumbre esta que se conservo por mucho tiempo entre los pueblos de origen bárbaro”.

En el derecho español, en las partidas, se refleja la gran influencia del Derecho Romano, por no consignar el delito de lesiones expresamente, incorporándolo dentro de las injurias u homicidio tentado.

DEFINICIÓN DE MUERTE

Desde un punto de vista genérico, la muerte es la finalización de las actividades vitales de un organismo. En el caso particular de la realidad humana, la definición vigente desde un punto de vista médico y legal alude a la cesación de toda actividad en el encéfalo, demandándose además que esta finalización sea completamente irreversible.

El concepto de muerte, de todas maneras, ha variado a lo largo de la historia. En la antigüedad se consideraba que la muerte, como evento, tenía lugar cuando el corazón dejaba de latir y el ser vivo ya no respiraba. Con el avance de la ciencia, la muerte pasó a entenderse como un proceso que, a partir de un cierto momento, se vuelve irreversible.

En la actualidad, una persona puede haber dejado de respirar por sus propios medios y, sin embargo, seguir con vida a través de un respirador artificial Por otra parte, puede hablarse de muerte cerebral para hacer referencia al cese completo e irreversible de la actividad cerebral.

Más allá de la biología, existe una concepción social y religiosa sobre la muerte. Se suele considerar a la muerte

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