Teoría Tradicional Y Teoría Crítica
Enviado por erebo1109 • 5 de Noviembre de 2013 • 4.284 Palabras (18 Páginas) • 364 Visitas
La totalidad del mundo perceptible, tal como existe para el miembro de la sociedad burguesa y tal como se interpreta en la concepción tradicional del mundo que se encuentra en interacción, con aquélla, se presenta al sujeto como un conjunto de facticidades; el mundo está ahí y debe ser aprehendido. El pensar organizador de cada individuo pertenece al conjunto de las relaciones sociales que tienden a adaptarse del modo más adecuado posible a las necesidades. Pero entre el individuo y la sociedad existe en este [35] punto una diferencia esencial. El mismo mundo que para el individuo es algo existente en sí, que él contempla y debe aprehender, es al mismo tiempo, en la forma en que existe y subsiste, un producto de la praxis social general. Lo que percibimos en nuestro entorno, las ciudades, los pueblos, los campos y los bosques, lleva en sí el sello de la elaboración. Los hombres son un resultado de la historia no sólo en sus vestidos y en su conducta, en su figura y en su forma de sentir, sino que también el modo en que ven y oyen es inseparable del proceso vital social tal como se ha desarrollado durante milenios. Los hechos que los sentidos nos presentan están socialmente preformados de dos modos: a través del carácter histórico del objeto percibido y a través del carácter histórico del órgano percipiente. Ambos son no sólo naturales, sino que también están configurados por la actividad humana. Sin embargo el individuo se experimenta a sí mismo en la percepción como receptivo y pasivo. La oposición entre actividad y pasividad, que se presenta en la teoría del conocimiento como el dualismo de sensibilidad y entendimiento, no es válida para la sociedad en la misma medida que para el individuo. Donde éste se experimenta a sí mismo como pasivo y dependiente, es aquélla, que sin embargo se compone de individuos, un sujeto activo, aunque inconsciente y por tanto impropio. Esta diferencia en la existencia del hombre y la sociedad es una expresión de la escisión que hasta ahora era propia de las formas históricas de la vida social. La existencia de la sociedad o bien descansa sobre la opresión inmediata, o bien es el resultado ciego de fuerzas en conflicto, pero en todo caso no es el resultado- de, la espontaneidad consciente de individuos libres. Por esta razón cambia el significado de los conceptos de actividad y pasividad, según se apliquen a la sociedad o al individuo. En el sistema económico burgués la actividad de la sociedad es ciega y concreta, y la del individuo es abstracta y consciente.
La producción humana contiene siempre un elemento de conformidad a un plan. En la medida en que el hecho, que para el individuo se añade a la teoría desde fuera, ha sido producido socialmente, se ha de poder encontrar en él la razón, aunque en un sentido limitado. De hecho, en la praxis social siempre está involucrado el saber disponible y aplicado; por ello el hecho percibido está determinado por representaciones y conceptos humanos ya [36] antes de su elaboración teórica consciente, efectuada deliberadamente por el individuo. No se debe pensar únicamente en los experimentos de la ciencia natural. La supuesta pureza del desarrollo de los hechos que se debe alcanzar mediante procedimientos experimentales se encuentra ciertamente vinculada a condiciones técnicas cuya relación con el proceso material de producción brilla por sí misma. Pero en este punto se confunde fácilmente la cuestión de la mediación de los hechos por la praxis social en su totalidad con la cuestión de la influencia que ejerce el instrumento de medición sobre el objeto observado, es decir, la influencia del procedimiento concreto de que se trate. Este último problema, cuya solución persigue la física permanentemente, no está relacionado con la cuestión que aquí planteamos más estrechamente que en el caso de la percepción en general, incluida la percepción cotidiana. El propio aparato sensorial fisiológico del hombre trabaja en gran medida, desde hace tiempo, en la dirección de los experimentos de la física. El modo en que en la contemplación receptiva se separan y componen las partes, de manera que ciertos elementos singulares no se perciben mientras que otros se acentúan, es un resultado del modo de producción moderno en la misma medida en que la percepción de un hombre de cualquier tribu de cazadores y pescadores primitivos es el resultado de sus condiciones de existencia, y también, por supuesto, del objeto. En relación con esto se puede invertir la tesis de que los instrumentos son prolongaciones de los órganos humanos y afirmar que los órganos son también prolongaciones de los instrumentos. En los niveles elevados de la civilización, la praxis humana consciente determina inconscientemente no sólo el lado subjetivo de la percepción, sino en buena medida también el objeto. Lo que el miembro de la sociedad industrial ve cotidianamente en torno a él (bloques de viviendas, fábricas, algodón, ganado, hombres) y no sólo los cuerpos, sino también el movimiento en el que se perciben (empezando por los trenes subterráneos, las jaulas de extracción, los automóviles, los aviones), todo este mundo sensible presenta los rasgos del trabajo consciente, y no se puede establecer realmente la diferencia entre lo que de todo ello pertenece a la naturaleza inconsciente y lo que pertenece a la praxis social. Incluso allí donde se trata de la experiencia de objetos naturales en cuanto [37] tales, su carácter natural se determina por contraste con el mundo social, y por tanto depende de éste.
Empero el individuo registra en órdenes conceptuales la realidad sensible como una mera sucesión de hechos. También dichos órdenes se han desarrollado, por supuesto, en conexión variable con el proceso vital de la sociedad. Por eso cuando la clasificación en los sistemas del entendimiento, el juicio sobre los objetos, tiene lugar regularmente con gran evidencia y con notable concordancia por parte de los miembros de la sociedad dada, esta armonía que se da tanto entre la percepción y el pensamiento tradicional como entre las mónadas, es decir, entre los sujetos cognoscentes individuales, no se debe a un azar metafísico. El poder del sano entendimiento común, del common sense, para el que no existen secretos, así como la validez general de puntos de vista acerca de ámbitos no relacionados inmediatamente con los conflictos sociales, como pueda ser la ciencia natural, están condicionados por el hecho de que el mundo de objetos que se ha de juzgar surge en buena medida de una actividad determinada por los mismos pensamientos mediante los cuales ese mundo se reconoce y conceptualiza a sí mismo en el individuo. En la filosofía de Kant se expresa de manera idealista este estado de cosas. La doctrina de la sensibilidad meramente pasiva
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