Un Dragón En Mi Garage
Enviado por israel918273645 • 22 de Octubre de 2013 • 790 Palabras (4 Páginas) • 453 Visitas
“Un Dragón en mi garaje”
“En mi garaje hay un dragón que escupe fuego por la boca”. Supongamos (estoy siguiendo el método de terapia de grupo del psicólogo Richard Franklin) que yo le hago a ustedes HH’.’ Una aseveración como ésa. A lo mejor les gustaría comprobarlo, verlos por ustedes mismos. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!
-Enséñemelo- me dice alguno de ustedes
Yo lo llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.
-¿Dónde está el dragón?- me pregunta.
– ¡Oh!, Está aquí- contesto yo moviendo la mano vagamente- Me olvidé de decirle que es un dragón invisible
Inmediatamente me propone usted que cubra de harina el suelo para que queden marcadas las huellas del dragón.
-Buena idea- Replico-. Pero este dragón flota en el aire
Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible
-Buena idea, Pero el fuego invisible no produce calor- a lo que usted me podría proponer ya con un aire de frustración –Se puede pintar con spray el dragón para hacerlo visible.
–Buena idea, solo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría- Nuevamente conseguí eludir su proposición con una inteligente respuesta.
Y así sucesivamente, yo le contradigo cualquier prueba física que usted me proponga con una explicación especial de porque no funcionará.
Ahora bien, ¿Cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpore y flotante que escupe fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay experimento concebible válido que contra ella ¿Qué significa decir que mi dragón existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto en demostrar la existencia de mi dragón. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son inútiles, por mucho valor que pueda tener para inspirarnos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que o digo.
Lo único que ha aprendido usted de mi insistencia sobre el dragón presente dentro de mi garaje es que estoy mal de la cabeza. Se preguntará, si no puede probarse de alguna manera física, entonces ¿Qué fue lo que me convenció? La posibilidad de que haya sido un sueño o esto sea una simple alucinación mía seguramente le pasará dentro de su pensamiento, ciertamente así será. Pero entonces ¿Por qué hablo tan serio? A lo mejor necesito ayuda. Como mínimo puede que se haya infravalorado la falibilidad humana.
Imaginemos que, a pesar de que ninguna de las pruebas ha tenido éxito, usted desea mostrarse escrupulosamente abierto. En consecuencia, no rechaza de inmediato la idea
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