Valor de la vida humana
Enviado por Enfermeroar • 30 de Junio de 2013 • Tesis • 1.455 Palabras (6 Páginas) • 508 Visitas
Introducción
Los derechos y valores inherentes a la persona humana ocupan un puesto importante en la problemática contemporánea. A este respecto, el Concilio Ecuménico Vaticano II ha reafirmado solemnemente la dignidad excelente de la persona humana y de modo particular su derecho a la vida. Por ello ha denunciado los crímenes contra la vida, como “homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado” (Cons. Past. Gaudium et spes, n. 27).
La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe juzga oportuno proponer ahora la enseñanza de la Iglesia sobre el problema de la eutanasia.
Los progresos de la medicina han hecho aparecer nuevos aspectos del problema de la eutanasia que deben ser precisados ulteriormente en su contenido ético.
La materia propuesta en este documento concierne ante todo a los que ponen su fe y esperanza en Cristo, el cual mediante su vida, muerte y resurrección ha dado un nuevo significado a la existencia y sobre todo a la muerte del cristiano.
Por lo que se refiere a quienes profesan otras religiones, muchos admitirán con nosotros que la fe —si la condividen— en un Dios creador, Providente y Señor de la vida confiere un valor eminente a toda persona humana y garantiza su respeto.
Valor de la vida humana
La vida humana es el fundamento de todos los bienes, la fuente y condición necesaria de toda actividad humana y toda convivencia social. Si la mayor parte de los hombres creen que la vida tiene un carácter sacro y que nadie puede disponer de ella a capricho, los creyentes ven a la vez en ella un don del amor de Dios, que son llamados a conservar y hacer fructificar. De esta última consideración brotan las siguientes consecuencias:
1. Nadie puede atentar contra la vida de un hombre inocente sin oponerse al amor de Dios hacia él, sin violar un derecho fundamental irrenunciable e inalienable, sin cometer, por ello, un crimen de extrema gravedad.
2. Todo hombre tiene el deber de conformar su vida con el designio de Dios. Ésta le ha sido encomendada como un bien que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra, pero que encuentra su plena perfección solamente en la vida eterna.
3. La muerte voluntaria o sea el suicidio es, por consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante acción constituye en efecto, por parte del hombre, el rechazo de la soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, es a menudo un rechazo del amor hacia sí mismo, una negación de la natural aspiración a la vida, aunque a veces intervengan factores psicológicos que pueden atenuar o incluso quitar responsabilidad.
Se deberá, sin embargo, distinguir bien del suicidio aquel sacrificio con el
que, por una causa superior —como la gloria de Dios, la salvación de las
almas o el servicio a los hermanos— se ofrece o se pone en peligro la propia
vida.
La eutanasia
Es necesario aclarar en qué sentido se toma el término eutanasia en este documento. Por eutanasia se entiende una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La eutanasia se sitúa pues en el nivel de las intenciones o de los métodos usados.
Ahora bien, es necesario reafirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad, ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata en efecto de una violación a la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad.
Podría también verificarse que el dolor prolongado e insoportable, razones del tipo afectivo u otros motivos diversos, induzcan a alguien a pensar que puede legítimamente pedir la muerte o procurarla a otros. Aunque en casos de ese género la responsabilidad personal puede estar disminuida o incluso no existir, sin embargo el error de juicio de la conciencia —aunque fuera incluso de buena fe— no modifica la naturaleza del acto homicida, que en sí sigue siendo siempre inadmisible.
El cristiano ante el sufrimiento y el uso de los analgésicos
La muerte no sobreviene siempre en condiciones dramáticas, al final de sufrimientos insoportables. Sin embargo se debe reconocer que la muerte precedida de dolores atroces y prolongados es un acontecimiento que naturalmente angustia el corazón
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