Elogio a la diferencia

Elogio a la diferencia

Son las doce horas de un martes catorce de febrero. Hace dos días cumplió mi madre y hoy es el día donde la gente se resigna a la presión publicitaria proveniente de EEUU y avizora la posibilidad de decir o recibir un “te amo”. Pertenecemos a una gran cultura donde la homogeneización es la levadura de nuestros intereses y deseos. Pertenecer a la tribu conlleva una elevada cuota de renuncia personal, algo de lo propio cae ante el desgarro de situarse en un lugar dentro de cierto grupo. Esto es algo propio del joven y adolescente, debido a que se encuentra en permanente búsqueda de referentes para progresivamente instaurar la singularidad del propio yo.

En mi caso personal, me tomo el atrevimiento de plasmar lo concluido en análisis. Me encuentro tan pegado al otro de la grupalidad que termino copiándolo. Escaneo con detenimiento cada gesto, cada frase, cada ocurrencia a fin de incorporarlo al arsenal social para luego imitarlo. Esto es decadente. Dice Google que la decadencia es la pérdida progresiva de fuerza, intensidad o importancia de una cosa o persona. En cuanto a sentimientos, éste es el saldo luego de transcurrir por los mencionados agotables procesos de mimetización. Perder fuerza es doloroso y arrebata el propio orgullo. Lo que más me duele es justamente, que en vez de utilizar la fuerza del otro para potenciar mi yo, éste decae ante dicha presencia ya que es vivida como amenazadora. Ingreso en un círculo vicioso, en un bucle hacia la infinita autodegradación: estoy bien, me encuentro con otro, si por alguna razón no me siento cómodo lo observo con detenimiento, lo admiro, si lo admiro entonces yo debo ser menos importante o inteligente, como soy menos entonces debo intentar ser como él, como intento ser como él menosprecio la autenticidad propia, como menosprecio la autenticidad propia entonces definitivamente soy menos importante o inteligente, como pienso que soy menos importante o inteligente me siento mal y me aisló en mis pensamientos, como me aíslo pierdo contacto con la chispa personal, como pierdo la chispa personal busco la chispa en otra persona a ver si se me ocurre algo para salir de esta debacle, y así aumentando paulatinamente la intensidad hasta que me agoto y elijo retirarme de la situación.

La pregunta interesante del final de la sesión de análisis del día de hoy es la siguiente ¿Por qué no permito que salga a la luz lo que me diferencia de los demás? El analista me responde que no es fácil diferenciarse, que hay que tener coraje porque implica romper con lo que el otro espera (más bien con lo que uno cree que el otro espera) y abrirse a la sorpresa; soltar la correa y los estribos puede ser divertido y adrenalínico, pero mucho más un enrevesado desafío en esta gran experiencia que llamamos existencia humana.

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