Importancia de la Comunicación en el Proceso de Enseñanza-Aprendizaje
Enviado por crisorna • 30 de Noviembre de 2023 • Trabajo • 3.342 Palabras (14 Páginas) • 49 Visitas
UNIDAD ACADÉMICA I: LA COMUNICACIÓN.
- Importancia de la Comunicación en el Proceso de Enseñanza-Aprendizaje.
En las obscuras noches de Haití, el hechicero - “señor de la palabra” - desentierra un cuerpo previamente adormecido, y al que creyeron muerto sus deudos, y por medio de un brebaje le convierte en un zombi, en un esclavo sin alma, sin opinión; y helo ahí, un individuo sin hálito de voluntad, sin conciencia, dispuesto a aceptar cualquier orden sin rechistar, sin cuestionar, sin problematizar. Pero las otras personas ya conocen el antídoto, saben que es falsa la versión del hechicero que establece al zombi como un muerto-vivo que anda alucinado como producto de la posesión de su cuerpo por el alma de un fallecido; entonces es cuando la gente acude a la sal, y penetrando las plantaciones donde el zombi trabaja, se la suministran una y otra vez hasta que el zombi despierta y se hace persona, gente, humano (1).
¿Es que no es acaso la educación el eficaz mecanismo para cumplir la necesaria tarea de despertar a los durmientes? ¿No debe el educador constituirse en la sal de los zombis colectivos que pueblan nuestro país, sometidos al yugo de estructuras y condicionamientos que los silencian y los anulan como personas, de estructuras - deformativas más que formativas - que sólo pretenden su domesticación? La respuesta es sí, por ello la gran importancia de arriesgar con válidos mecanismos para mejorar la comunicación entre el/la docente y sus estudiantes, lo que obviamente redundará en la sustancial mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El Ecuador necesita cuadros técnicos capaces, tanto en profesores cuanto en estudiantes, para sortear de algún modo la vulnerabilidad que el subdesarrollo impone y para ello, definitivamente, es clave el papel de la comunicación intra-aula. La tarea urgente para el país es contar con educadores y estudiantes que desechen -por anacrónico- el método verticalista, bancario y tradicional y recurran a uno participativo.
Las siguientes premisas para mejorar dicha comunicación tienen su sustento teórico a partir de la propuesta de Daniel Prieto, planteada en su libro “El interlocutor ausente” en dicho texto se exponen muchos de los ejes vertebradores para instaurar un proceso pedagógico digno de seres humanos, donde la comunicación fluya espontánea, y que responda a nuestras propias necesidades.
(1) Cfr. LEIS, Raúl, La sal de los zombis, México, IMDEC, 1984.
1. Lo fundamental es el otro
La primera y trascendental recomendación consiste en incorporar definitivamente a aquel ser anónimo, a aquel interlocutor tan ausente del proceso académico: el estudiante. Lo primordial para una efectiva comunicación es partir de las experiencias, las creencias, las ideas, las rutinas, los sueños de los demás; éste se constituye en el punto de inicio y la razón de ser de todo proceso pedagógico. La personalización es una condición sine qua non, ya que no se puede trabajar al lado de alguien en quien no se cree, el punto de referencia somos todos y cada uno, en este ámbito, paulatinamente, vamos conociéndonos y reconociéndonos.
Admitir al otro como un ser al que se debe acompañar en su aprendizaje, con quien se puede intercambiar conocimientos, con el cual se debe gozar la comunicación. El otro entendido como un tú y no como un instrumento para. Se debe considerar y rescatar lo que los perceptores ya son y lo que han percibido antes.
2. Utilizar estímulos didácticos.
Si sugerimos un proceso pedagógico colectivo, necesitamos una metodología que busque la participación activa, crítica y permanente de los estudiantes en su propio proceso educativo. Para ello nos valdremos de recursos didácticos que provoquen y estimulen la reflexión. Un educador que guíe no que manipule, y conduzca ya que debe manejar una metodología y una pedagogía participativa, que propicie y genere conocimientos y actitudes en plena libertad y relación con la realidad de intereses de los propios estudiantes. Solo así ellos, acicateados, se sentirán los verdaderos dueños y responsables de su experiencia cognoscitiva.
3. El docente, un coordinador de experiencias.
Para mejorar la comunicación se necesita la presencia de un educador que se constituya en una especie de coordinador, admitiendo que coordinar es conducir al logro de los objetivos buscados, en nuestro caso el objetivo principal será el de generar una conciencia crítica y solidaria en los estudiantes. Es imprescindible que posea imaginación y creatividad, con ello podrá promover una discusión amplia sobre un tema, colectivizar ordenadamente las ideas, resumir discusiones, pasar de la simple memorización al desarrollo de las capacidades de síntesis, concreción y análisis; así, la temática tratada generará inquietudes y entusiasmará la participación de los estudiantes.
En este contexto, el coordinador es el responsable, en cuanto diseñador del proceso, de conducir al grupo, mediante la reflexión, el análisis y la síntesis, hacia el logro de los objetivos previstos; a través del ordenamiento de los contenidos, la capacidad de repreguntar y cuestionar al grupo para así seguir buscando y construyendo su propia respuesta. No se puede discutir un tema o situación sin saber para qué se discute y qué se quiere lograr con ello.
4. La pasión por el discurso.
Otra recomendación vital que en el juego pedagógico se debe cultivar, es la referente al uso del lenguaje a utilizar. El gran reto está en saber manejar la profundidad del pensamiento, con sencillez, sin usar, o mejor dicho, sin abusar de términos y conceptos complicados e ininteligibles para los grupos; no se trata de caer en simplismos o generalidades que acaben sin decir nada, sino buscar, explicar, desglosar, desmenuzar los contenidos complejos usando sinónimos y ejemplos hasta lograr que mediante un lenguaje sencillo, coloquial, la idea sea comprendida y por tanto, el concepto -si así se hiciera necesario- incorporado y apropiado al conocimiento y léxico de los actantes.
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