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Jacinta la pelirroja - José Moreno Villa


Enviado por   •  14 de Marzo de 2023  •  Apuntes  •  1.892 Palabras (8 Páginas)  •  96 Visitas

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JACINTA LA PELIRROJA (1929), de José Moreno Villa

IX. Al pueblo, sí, pero contigo

Al pueblo, sí, pero contigo, Jacinta.

Bordeando la vía del tren y el río

Bordeando todas las flores del camino,

bordeando la iglesia,

el castillo,

la nube

y los bellos espíritus.

Bordeando la salud.

Corriendo por la inteligencia al filo.

Manteniendo nuestro corazón de carne

con carne sencilla e instinto,

Ven Jacinta, pelirrojiza,

copa sin pie, puro equilibrio.

Vamos al pueblo, bordeándolo todo.

El aire, la luz y hasta el concierto divino.

Este fragmento se corresponde con el noveno poema en la primera parte de la obra Jacinta la pelirroja, una crónica poética publicada en 1929 por el malagueño José Moreno Villa. Antes de comenzar el análisis, es necesario hacer una breve introducción en la figura del autor (1887-1955), cuya obra comienza ahora a ser valorada y estudiada (aún así, de manera superficial e insuficiente) tras haber sufrido un largo olvido por parte de la crítica.

Así pues, por su fecha renacimiento queda situado en un momento que separa a dos grandes e ilustres generaciones en la historia de la literatura española: un momento de transición entre el modernismo y la poesía del 98, como decía López Frías, “una pieza clave del interregno entre dos grandes grupos y momentos de creación literaria”.

José Francisco Cirre distingue tres períodos en la obra del malagueño: el primero, hasta 1920, constituido por Garba (1913), El pasajero (1914), marcado por la impronta del 98 aunque con cierta tendencia al simbolismo y folclore andaluz; el segundo periodo, transcurre entre 1920-1936 (previa a la Guerra civil), constituido por Carambas (1931) y Jacinta la pelirroja, el libro del análisis en cuestión.

Así, el libro es fruto de un incidente amoroso que padeció el poeta en su viaje a Nueva York en 1927 con una chica judía norteamericana, Jacinta. Es una historia de amor que no pudo ser, un amor frustrado al estilo moratiniano, puesto que Moreno Villa, casi cuarentón, experimentó un impacto emocional hacia una jovencita, hasta el punto de la obsesión. Siguió recordándolo durante mucho tiempo después en su autobiografía Vida en claro.

Es un libro compuesto por 40 poemas divididos en 2 partes de 20, como segundo suplemento de la revista malagueña Litoral que editaban Prados y Altolaguirre. Subtituló su libro como “poema de poemas”, mostrando ya de esa misma forma de denominar el poemario, un gesto vanguardista, transgredir la norma del género. En este poemario autobiográfico, nos recrea su experiencia amorosa desde sus comienzos hasta su declive, dividido en tres partes. El poema en cuestión se encuentra en la primera parte, donde se relatan las relaciones y diversos aspectos de la vida común entre el poeta y Jacinta.

Antes de comenzar el análisis, es conveniente hacer una breve mención del título del poema: “Al pueblo, sí, pero contigo”. Se puede anticipar, a partir del título, una invitación del autor a un receptor, en este caso, Jacinta, tal y como indica la repetición en el primer verso. Dicha invitación se intuye que es de carácter amoroso, un amor profundo y espiritual que se podría traducir en: “a cualquier lado, pero contigo”. De ahí la temática del poema, expuesta de manera clara y directa, un amor, pero frustrado, con un talante antirromántico.

Se ubica en un marco atemporal y universal. Es una escenografía urbana que enmarca el encuentro y desencuentro de los enamorados, influenciado por un ritmo dinámico en consonancia con la ciudad.

        En cuanto al análisis externo del poema, Moreno Villa  había optado siempre por la rebeldía frente a la ortodoxia métrica: “Romper la medida de los versos era un gusto ya viejo en mí”; una tendencia a la irregularidad impulsada claramente por las vanguardias. Tiene una irregularidad métrica muy acentuada. Se combinan versos de medidas muy diferentes: desde versos alejandrinos hasta trisílabos. Son, por tanto, versos polimétricos de rima asonante (“camino con castillo”; “equilibrio con divino”). La misma falta de homogeneidad se observa en la distribución estrófica. Hay una división en tres grupos estróficos de extensión variada: la primera estrofa contiene siete versos, la segunda con dos y la tercera con seis. Carente pues, de unidad estructural. Asimismo, la musicalidad del poema es atropellada puesto que el ritmo es desajustado y no cuenta con una organización ni en la métrica ni en las estrofas.

        Por lo que al registro se refiere, es coloquial por el uso de términos cotidianos (“tren, iglesia, río”) que, en el final de la primera estrofa, aparecen enumerados en cada verso, así, hace del poema ritmos diversos, acelerados y entrecortados. También, un apelativo que denota cierta cercanía (“pelirrojiza”), cabe destacar un elemento de la industria que incorporó el ultraísmo a la poesía (“la vía del tren”), como ocurre en otros poemas como A la madrugada “el motor obtuso del barco” o en Contra presagio “por la radio que canta”. El tono contiene calidez, constante durante el poema, con una vocación conversacional a la muchacha, mediante el vocativo a modo de imperativo (“Ven Jacinta, pelirrojiza,”) y una clara invitación a pasear junto a él a través del  uso de la segunda persona del plural “Vamos” y se incluyen en “manteniendo nuestro corazón de carne”, un solo corazón, una sola persona. Esto tiene relación con la voz poética del autor.

        Esta aparece de manera explícita (“contigo”, “vamos”). Tiene un destinatario interno, la protagonista, Jacinta. Ofrece una especie de diálogo tácito entre autor-emisor y protagonista-receptor, concretado en la segunda persona del singular, además del imperativo mencionado. Todo esto refuerza la sensación de cercanía e inmediatez del poema, con un sentido sobrio y sistemático.

        Moreno Villa pretendía pues, hacer una poesía nueva, diferente, moderna por antirromántica, que rompiera con los esquemas de la lírica sentimental del uso, evitando los maniqueos o estrafalarios adornos del modernismo. Como decía Unamuno: “El lector no debe tropezar con las formas porque si tiene demasiada presencia, nos desvía de la esencia, por eso es necesario buscar las formas interiores”.

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