Análisis Literario Sobibor

Análisis literario de “Sobibor” por Jean Molla

La literatura no implica únicamente saber el nombre de varios autores, el titulo de diversas obras o pluralidad de fechas sino que también consiste en ver más allá del contenido de un texto, es decir, poder identificar los elementos que lo componen y cómo estos se relacionan entre sí, es tener la capacidad de analizarlo para obtener ciertos matices del pensamiento e incluso llegar a comprender las diversas formas en que los escritores utilizan las palabras para poder persuadirnos o cumplir con su objetivo. Entre las obras literarias más complejas, amenas y meritorias se encuentra la novela titulada “Sobibor” escrita por Jean Molla por lo que será analizada cabalmente en los siguientes párrafos.

El asunto a tratar dentro del texto es el secreto tal y como se puede identificar en el capítulo dos, párrafo 36: “[..] Supe en aquel instante que mi abuela iba a mentirme, porque yo había vislumbrado un territorio de su pasado al que ella no quería que tuviera acceso. […]”. Lo anterior está vinculado con el objetivo por la que Molla escribió esta exitosa novela pues él interpreta que Sobibor aún persiste después tanto tiempo, que aún se haya detrás de aquel paisaje ideal, encantador y tan tranquilo en el que alguna vez alguien mató incontables veces, sin embargo, nadie podría darse cuenta del acontecimiento de aquellas muertes, están ocultas por lo que son ciertamente secretas. Son como“[…] las obras para piano de Liszt: superficiales. Por supuesto, hay algunas que son así, pero en conjunto, es evidente que encierran una profundidad muy particular. Sin embargo, en la mayoría de los casos, permanece diestramente oculta bajo toda la ornamentación.”(Murakami, 2013).

La obra literaria presenta un narrador protagonista, es decir, que el personaje cuenta y relata los sucesos en orden en que se presentaron en su vida o con la prioridad que el mismo les de, un puntual ejemplo de ello se encuentra en el capítulo siete, párrafo 10: “[…] Soy yo quien ha moldeado,  purificado este cuerpo. Lo corregí, lo domestiqué, lo plegué a mi voluntad. Lo sometí. […]” . El tipo de narrador es característico de la literatura existencialista pues la protagonista se enfrenta a situaciones absurdas, extremas o carentes de explicación, al igual que los posee “sentimientos como la angustia y frustración y un remarcado pesimismo en sus ideas.” (Agredo, 2010).

La estructura que sostiene la narración es fragmentada pues no se da un desarrollo ordenado de la acción y hechos, sino que se presentan en desorden y la secuencia que la acompaña consiste en la presentación exponiendo los personajes, el espacio y tiempo en el que sucede la historia tal como se puede apreciar a lo largo de los primeros cuatro capítulos; el desarrollo en el que se encuentra al nudo que es la parte central y la más extensa pues es donde tienen lugar los acontecimientos que complican la historia, se halla entre los capítulos cinco y seis junto al climax que es el punto culminante en la historia y aparece antes del intrigante e inesperado desenlace de la novela en el capítulo ocho.“Las secuencias son breves unidades dentro del relato que guardan una relación unitaria, determinada ya sea por el tiempo, por el lugar, por las acciones, etcétera, son pequeños pasos implicados que hacen avanzar en algún sentido la narración” (Fonseca, 1991), tal como se puede apreciar en este texto.  

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