CUENTO_EL NIÑO ASTRONAUTA
Enviado por Elizabeth Bonfil • 2 de Mayo de 2022 • Tarea • 1.822 Palabras (8 Páginas) • 80 Visitas
César, el niño astronauta.[pic 1]
E
n una ciudad tropical del sureste mexicano, había una vez un niño llamado César. Vivía con su mamá y su papá y era un niño muy curioso e inteligente. Dormía en su habitación sólo con su mascota y le encantaban los videojuegos con temáticas del espacio.
Durante la contingencia que azotaba al mundo, un día de cuarentena se levantó muy temprano y pensó: “¿En la luna habrá COVID? ¿Cómo sería estar en la Luna? ¿Y si nos vamos a vivir allá? Mmm… ¡hay que averiguarlo!” Y corriendo, junto a su mascota, bajó las escaleras, y dirigiéndose a su madre le dijo con desesperación:
- Mamá, quiero ir a la Luna
- ¿A dónde? ¿A la Luna? No hijo mío, a la Luna solo van los astronautas- dijo su madre con voz paciente.
- No puede ser, qué lástima… yo quería ir- susurró César.
Desanimado por la respuesta de su madre, con los pasos lentos y casi a rastras, subió nuevamente las escaleras y se encerró en su cuarto, un poco triste por no poder ir a la Luna y se quedó dormido pensando en cómo sería.
A la media noche, una luz misteriosa iluminó su dormitorio y César, muy despacito y con algo de miedo, abrió los ojos. Junto a su ventana había una extraña criatura de un color grisáceo, muy flaquita y de cabeza enorme con largas orejas parecidas a las de un conejo y con mucho asombro le preguntó:
- ¿Qué? o ¿Quién eres? –preguntó César titubeante
- Hola César, gusto en conocerte, me llamo Lumi, y soy un selenita –respondió cortésmente- estoy aquí porque has sido elegido por la corte interestelar para una misión en el espacio. Mañana a media noche volveré para buscarte, pero no debes decirle nada a nadie, es una misión secreta. Hoy no te podemos contar más cosas, y no puedes hacer preguntas. ¡Prepárate y mañana en la nave te diremos todo lo que quieras saber!
- Pero, ¿yo? ¿Por qué? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo entraste en mi habitación?
- ¡Shhh! Ya te dije que sin preguntas. Mañana lo sabrás. Ahora duérmete y descansa, que mañana tendrás una noche muy larga.
Lumi subió a su nave y rápido, como Flash, con un destello similar al de un relámpago desapareció de la vista de César, que sin darse cuenta volvió a quedarse dormido.
Al día siguiente se levantó, y no estaba seguro de si había soñado o no realmente a aquel ser extraño que se le había aparecido en la noche. A pesar de sus dudas y sin pensarlo dos veces, dejó preparada su mochila de la escuela con un Topper lleno de las sobras de la cena, por si le daba hambre en el espacio y no hubiera dónde comprar comida por allá. También guardó una botella con agua, una pequeña linterna y su muñeco Buzz Lightyear, con el que siempre jugaba.
Transcurrido el día y tras ponerse el sol, César estaba tan cansado que se acostó y se durmió profundamente, y a la media noche otra vez la luz iluminó su dormitorio. Abrió los ojos y ahí estaba Lumi quien le pregunto:
- ¿Estás listo?
- Sí, por supuesto. - contestó César entusiasmado.
César pensó que esta sería una buena oportunidad para investigar cómo vivían los seres del espacio principalmente los de la luna. Cuando subieron a la nave, César casi se cayó de la velocidad, ya que viajaron como un rayo, y en el viaje los seres extraños le dijeron:
- Te necesitamos en el espacio. Alguien ha lanzado desde tu planeta unas cápsulas que contienen un virus que amenazan con chocar contra nuestra casa para contagiar a toda nuestra especie, y ¡Solo tú puedes ayudarnos!
- ¿Y yo qué puedo hacer? - preguntó César desconcertado.
- Tú tienes poderes en el espacio, aunque no lo sabes porque nunca te hemos necesitado. Pero tú eres el único que puede salvarnos… ¡Eres nuestra única esperanza!- contestaron al unísono los selenitas.
Cuando llegaron a la Luna las cápsulas que contenían el virus ya estaban muy cerca. César un poco asustado, pensó que él no podría resolver su gran problema, pero de repente unas extrañas ideas invadieron su mente. Organizó a los seres extraños y les dijo que este era un trabajo en equipo y que nada lograrían trabajando solos. Un grupo se quedó en la luna disparando a las cápsulas y el otro, dirigido por César, subió a la nave y desde muy cerca lanzó algunos rayos transmutadores. Entonces el contenido de las cápsulas se convirtió en diminutos pedacitos de cristal; pero al darse cuenta que el haberlos fragmentado ocuparía más rápido el espacio de la luna y se daría un inminente contagio para todos los habitantes.
César, con el terror en su rostro, pensó rápidamente que en lugar de ayudarlos les había agravado la situación a los Selenitas; pero inmediatamente, vinieron a su mente varias ideas para solucionar el problema; ya que también se podía dar cuenta de que el ambiente fresco de la luna, mantenía vigorosamente al virus con vida, porque hasta parecía verlos satisfechos a los virus en cada partícula diminuta, y con el poder suficiente de lograr su objetivo dañino de invadir a todos los habitantes e infectarlos con sus poderes destructivos. Fue entonces cuando César recordó que en la tierra existía un material en forma de malla muy resistente, que se utilizaba mucho en casas, jardines y en la agricultura de algunos vegetales y que aún con el paso del tiempo, y con las inclemencias, no se destruían y que parecían inalterables; por lo que inmediatamente, pidió a los Selenitas que lo transportaran de nuevo a la tierra. De regreso a la luna, ya portaban con ellos, varios rollos de malla.
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