Cuento fabula El perrito que no podía caminar

El perrito que no podía caminar

Spike era un perrito muy alegre y juguetón que no podía caminar desde que nació porque tenía una parálisis en las patas traseras. Ximena, una niña que convenció a sus papás que se lo compraran para llevarlo a casa y cuidarlo para evitar que lo sacrificasen.
Spike y su pequeña dueña Ximena jugaban mucho juntos. El perrito se esforzaba por moverse usando solo sus patas delanteras y, puesto que no podía saltar y apenas moverse, ladraba para expresar todo lo que necesitaba. A pesar de las dificultades, Spike era un perro feliz que llenaba de alegría y optimismo la casa en la que vivía.

Un día los papás de Ximena llegaron a casa con Estela, una niña de la edad de Ximena que iba vivir con ellos una temporada. Cuando Spike la vio se arrastró enseguida a saludarle y a darle la bienvenida con su alegría de siempre. Pero Estela lo miró con desprecio y se echó a llorar.

Spike no se rindió e intentó hacer todas las tonterías que sabía para hacerla reír, pero no nada funcionaba y Estela no dejaba de llorar.
- No te preocupes, Spike- decían los papás de Ximena -. Estela está triste porque viene de un país muy pobre que está en guerra y ha sufrido mucho. Está triste porque ha tenido que separarse de su familia.

Spike pareció entender lo que le decían, porque se acercó a Estela y se quedó con ella sin ladrar ni hacer nada, sólo haciéndole compañía.

La tristeza de Estela fue poco a poco inundando la casa. Todos estaban muy preocupados por ella, porque no eran capaces de hacerla sonreír ni un poquito.

Pasaron los días y Spike no se separaba de Estela, y eso que la niña lo intentaba apartar y huía a esconderse cuando lo veía e incluso protestaba cuando Spike intentaba jugar con ella.

Pero el perrito no se daba por vencido. Cuando Estela estaba, Sprike jugaba con ella mientras Estela miraba y, aunque no sonreía, dejaba de llorar cuando Spike jugueteaba y hacía sus gracias.

Un día que Estela no estaba a Spike le entraron muchas ganas de jugar y se le ocurrió intentar que fuera Estela quien jugara con él. Como la niña no le hacía caso, Spike no paraba de moverse y, de pronto, se chocó contra una mesa tan fuerte que se le cayó encima un vaso de leche. El vaso no se rompió porque era de plástico, pero empapó al pobre Spike de leche y lo dejó paralizado del susto.

Estela, cuando lo vio, le quedó mirando al perrito sin decir nada. De repente, se echó a reír, viendo lo gracioso que estaba el perrito lleno de leche con su cara de susto. 

Cuando Spike vio que Adela se reía, empezó a lamerse la leche y a hacer más tonterías mientras la niña, sin parar de reír, intentaba limpiarlo con el mantel. Cuando Ximena vio de lo que se reía Estela se alegró muchísimo, y corrió a decírselo a sus papás. Por fin todos volvían a estar alegres.

A pesar de no ser un perrito como los demás, Spike fue el único capaz de lograr que la alegría y el optimismo volvieran a aquella casa.

...