El caballero de Olmedo de Lope de Vega
Enviado por fernula • 16 de Febrero de 2017 • Resumen • 733 Palabras (3 Páginas) • 165 Visitas
El caballero de Olmedo de Lope de Vega
ACTO I
Don Alonso ha venido de Olmedo a la feria de Medina, donde descubre a doña Inés, que, vestida de labradora, le seduce con sus encantos. A fin de que la joven se entere del amor que ha despertado, don Alonso recurre a los servicios de Fabia, especie de tercera (alcahueta) con ribetes de hechicería, que se compromete a hacer llegar a manos de Inés un soneto amoroso del caballero. Con el pretexto de vender baratijas y perfumes, Fabia se introduce en casa de Inés; fácil le es a la vieja elogiar a don Alonso y entregar su escrito porque la joven quedó también prendada del caballero en la feria; su imagen ocupa todos sus pensamientos, a pesar de que hace dos años que la corteja don Rodrigo, bien visto por don Pedro, su padre, que también acepta a don Fernando, pretendiente de Leonor, su otra hija. Inés contesta a don Alonso con un billete citándolo para recoger por la noche de la reja de su jardín una cinta de sus chinelas, que deberá ponerse a la mañana siguiente para ser reconocido. Pero aquella noche salen a rondar la casa de Inés don Rodrigo y don Fernando, que descubren la cinta puesta en la reja; como no saben cuál de las dos hermanas la puso allí, ambos amigos se la reparten para ponerla en sus sombreros. Don Alonso los sorprende frente a la reja, discuten, cruzan las espadas y el campo queda para el caballero de Olmedo. A la mañana siguiente, Inés queda sorprendida al ver su cinta repartida en los sombreros de don Rodrigo y don Fernando, que, alentados por lo que creen un favor de sus damas, van a pedirlas en matrimonio a don Pedro.
ACTO II
Don Rodrigo ha conseguido sus propósitos: su petición ha sido aceptada pero sin contar con Inés, cuyos amores con don Alonso siguen su curso feliz. Para soslayar los designios de su padre, Inés finge deseos de ingresar en un convento. Don Pedro no puede evitar el disgusto que le produce la decisión de su hija, pero no quiere torcer su vocación, y para prepararla en latín y otros conocimientos pertinentes, decide ponerle dos profesores. La joven se las agencia para que éstos sean Fabia y Tello, criado de don Alonso, de modo que le sea fácil continuar manteniendo relaciones constantes con el caballero. La apacible vida de Medina es rota con la llegada del rey don Juan II, en cuyo honor se organizan fiestas de toros a las que don Alonso promete asistir.
ACTO III
Allí asiste, en efecto, el caballero, que asombra y admira a todos con sus proezas, mientras don Rodrigo, que también toma parte en las fiestas, no sólo no consigue lucirse un momento, sino que tiene que pasar por la humillación de verse salvado de morir en las astas de un toro gracias al arrojo de don Alonso, que no duda en arriesgar su vida por salvar la de su rival. Pero don Rodrigo no agradece el gesto de don Alonso; ve sólo el ridículo en que ha quedado ante Inés, que presencia el suceso, y jura vengarse del caballero. Para tranquilizar a sus padres, que lo esperan en Olmedo intranquilos por la suerte que haya podido tener en las fiestas de toros, don Alonso acuerda partir aquella misma noche. Con el ánimo turbado por tristes pensamientos que no acaba de explicarse, se despide de Inés. Una sombra se le aparece al emprender el camino, pero don Alonso desecha el augurio y parte solo, sin esperar a que se le reúna Tello. A medio camino entra Medina y Olmedo, acechan la llegada del caballero don Rodrigo con hombres de su confianza. Don Alonso camina; en la noche oye cantar a un labrador; la copla es como un presagio funesto:
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