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El monje y el perro


Enviado por   •  21 de Octubre de 2019  •  Práctica o problema  •  523 Palabras (3 Páginas)  •  207 Visitas

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Facultad de ingeniería, UNAM Ingeniería Civil

Redacción y exposición de temas de ingeniería

Profa. Valeria Benítez

Rodríguez Becerril José Luis



El monje y el perro 

Existió un monje solitario que vivía en un templo apartado de cualquier contacto con otra forma de vida existente. Aquel monje vivía con el único propósito de alcanzar la paz interior, una clase de equilibrio nirvánico 

Uno de esos días de búsqueda apareció en su templo un perro con una pelota en el hocico. Le llegó ladrando sorpresivamente desconcentrando al monje y haciéndolo enfurecer. Este, al ser distraído por el can, le lanzó su pelota furioso para que se apartará de él. Después de varios intentos fallidos de ahuyentar al cachorro, terminó lanzando la pelota fuera del templo el cual estaba en la cima de una montaña. La pelota comenzó a caer arrastrando con ella al cachorro que la seguía incondicionalmente. Hay una leve preocupación en la cara del monje, pero nada que no podría ignorar en pocos segundos. O al menos eso creyó 

El monje siguió tratando de alcanzar su objetivo, pero había algo taladrando su conciencia, su paz, su integridad. El perro no regresaba cómo ya se había acostumbrado. La incertidumbre se hacía más grande conforme  más volteaba al borde donde vio por última vez al cachorro

Finalmente sale a buscarlo. Desesperado comienza a llamarlo y sin respuesta sigue bajando cada vez más la montaña. Hay una roca que parece lo bastante alta para tener una visión más amplia del paisaje. El viejo monje cómo puede sube la roca y al estar arriba comienza a asomarse hacia abajo

Su preocupación es más grande y más fuerte que su equilibrio. La angustia mueve los pies cada vez más cerca del borde y entonces, el monje resbala. Comienza a caer casi más rápido que sus esperanzas de encontrar al cachorro. Después, sólo oscuridad. 

Siente dolor en todo el cuerpo y cómo puede saca a flote su visión de la luz que está ahogandola. Se levanta lento y bastante débil, sus ojos enfocan poco a poco una mancha a lo lejos color blanca y de movilidad ausente

Pasados unos segundos se da cuenta que es el perro. Estaba en el suelo con una pata rota, la cabeza hinchada y el hocico sangrante. En inútiles intentos del monje por revivir al cachorro, presiona su pecho y sólo logra quebrarle un par de costillas. Finalmente se rinde y levanta al perro en brazos, comienzan las lágrimas a acariciar su arrugado rostro en consolación por lo que tenía enfrente. Las manos se le han manchado de sangre y sabe que no es de ahí donde será difícil limpiarla 

De inmediato, su misión inicial se ve bardeada por lo que hizo. Esa paz e integridad interior le está goteando entre las manos. Sabe que jamás podrá limpiar la sangre de su conciencia 

El propósito de su existencia siempre fue alcanzar el equilibrio interno deseado por todos. Ahora estaba rota esa carretera, no había vuelta atrás y si ya no había manera de llegar al otro lado, aquel monje llegó a la conclusión terminal de que sólo le quedaba terminar de bajar la montaña como ya lo venía haciendo.

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