Estudio de caso. No el abandono de una política progresista y de una concepción radical de la democracia
Enviado por jenniestef • 28 de Mayo de 2017 • Apuntes • 539 Palabras (3 Páginas) • 119 Visitas
No el abandono de una política progresista y de una concepción radical de la democracia, como sostiene el discurso oficialista para todavía reivindicar su condición de izquierda, sino el fin de la arrogancia y prepotencia de una élite política configurada tras la crisis de los partidos y que encontró en un líder carismático, caudillista, populista, al que se sometió sin ninguna dignidad, su fuente máxima de legitimidad. Está en juego el fin del abuso del poder estatal, de su expansión sin límites y sin prioridades a todos los ámbitos de la vida social. Está en juego el fin de un modelo burocratizante de control y dominio político de la sociedad y el mercado. El fin de una élite que se cree intelectual y moralmente superior a todas las demás. Está en juego la búsqueda de un modelo más equilibrado entre Estado, sociedad civil y mercado. La posibilidad de volver a fortalecer las capacidades organizativas de los sectores sociales, darles autonomía, y no aplastarlas y debilitarlas en nombre de un Estado que se atribuye toda la legitimidad del cambio. Está en juego el fin de una política que prometió construir un poder ciudadano y que luego la abandonó olímpicamente en nombre del monopolio de la representación popular. Ellos eran el pueblo, y por fuera de ellos no había nada digno. El fin del maltrato presidencial a quienes desde las calles le expresaban su malestar con señas que el caudillo consideró ofensivas a su dignidad. Está en juego el fin de ese canje propio del populismo que consiste en reconocer derechos sociales a los sectores populares a cambio de obligarlos a la sumisión al líder. Está en juego la despersonalización del liderazgo político para superar los delirios mesiánicos. El fin de esas caravanas interminables de seguridad que exhibían por las calles el poder de unos funcionarios públicos intocables. Está en juego la desconcentración del poder como condición de la vida democrática, su transparencia y pulcritud. El fin de la manipulación de los medios oficiales para consagrar siempre la verdad gubernamental. El fin de un discurso maniqueo, de amigos y enemigos, de buenos y malos, de patriotas y antipatriotas, que nos ha polarizado. El fin de una élite de poder irresponsable, despilfarradora, arrogante, turbia, que en los últimos años siguió la fiesta con deudas y más deudas. Está en juego el fin de los seudorrevolucionarios y de sus facciones pequeño burguesas ávidas de enriquecimiento, y de cuya inmoralidad y prácticas mafiosas somos testigos en estos días. Está en juego el fin de tanto poder concedido a unos cuantos personajes de extrema confianza del líder –los hermanos Alvarado, Alexis Mera, Richard Espinosa, Ricardo Patiño– que nunca se sintieron obligados a rendir cuentas. El fin de los militantes aliancistas especializados en repetir el discurso de Correa y que perdieron toda capacidad de reflexión propia, como Gabriela Rivadeneira. El fin del maltrato a los militares, a los maestros, a los ambientalistas, a los dirigentes indígenas, sindicales, a los periodistas, a los médicos, a las universidades críticas… El fin de un autoritarismo burdo levantado en nombre de la refundación de la patria. Está en juego volver a imaginar un proyecto progresista, democrático, pluralista, ciudadano, honesto y limpio, sepultado hace rato por unos patriotas bastante impostores. (O)
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