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Fundamentos de la Oratoria El arte de la palabra


Enviado por   •  16 de Marzo de 2017  •  Tarea  •  2.912 Palabras (12 Páginas)  •  940 Visitas

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Fundamentos de la Oratoria

El arte de la palabra

El hombre es el único ser viviente que habla y la palabra es uno de los dones más extraordinarios que poseemos, pues nos permite manifestar la admiración a su alma y establecer relación con sus semejantes.

Todas las personas hablan, pero muy pocas lo hacen con eficacia, pues se requiere de la facultad elocultiva, se requiere de cultura y educación. Las personas elocuentes por naturaleza son la excepción del orden normal.

Para Cincerón, el máximo orador, la elocuencia es un movimiento continuo del alma, y Dionisio de Halicamaso la ha definido como el arte de hacerse creer. Podríamos decir en conclusión que la elocuencia es el testimonio externo de un alma profunda.

La gramática y la retórica:

La experiencia ha demostrado que la gramática es el conocimiento teórico de las formas de una lengua cualquiera y no es suficiente para anotar al individuo de una buena capacidad expresiva. Por ello, los estudios de gramática se han complementado desde la antigüedad con otras disciplinas más pragmáticas. La corrección gramatical es sólo un aspecto del arte de hablar.

Para lograr una buena oratoria es necesario utilizar la retórica, que trata particularmente del arte de hablar y escribir, no desde un mero punto de vista gramatical, sino desde un ángulo real y práctico. En la actualidad la retórica y la gramática son complementadas con aportes de la psicología, la sociología y las ciencias de la comunicación, que han llegado a penetrar con notable profundidad en el fenómeno de la creación literaria, en la intimidad anímica de orador, así como también en la del público o el participante de la discusión.

Siempre se ha discutido sobre la posibilidad y utilidad de sistematizar en cuerpos de enseñanza la oratoria, pero en la actualidad parece prevalecer la opinión de que toda persona puede ser elevada sobre su rutina expresiva por medio de métodos, procedimientos y maestros adecuados. El oficio hace al maestro se ha dicho desde épocas antiguas.

La retórica o el arte del bien decir

Entonces se denomina retórica a arte del buen decir, de embellecer la expresión de los conceptos, hablar con bastante eficacia para deleitar, persuadir o conmover.

La retórica es, pues, un conjunto de preceptos y reglas para quien habla. Esta definición presupone, lógicamente, la posibilidad de hacer elocuente al hombre mediante la enseñanza de ciertos principios. De allí nace la discusión de, si el orador nace o se hace. Si nace, la retórica no tiene justificación.

De ninguna manera podía sostenerse que no hay hombres naturalmente elocuentes, pues la experiencia lo desmentiría. La genialidad y el talento no reconocen escuelas, ya que el hombre superior lleva en sí el asiento de toda sabiduría y conocimientos. Pero los preceptos de la retórica no son una creación arbitraria de los hombres, sino que han sido tomados de la realidad misma de las palabras de los hombres talentosos. Esto equivale a afirmar, pues, que primero existieron los grandes oradores y la gran oratoria, y luego surgió la retórica, como codificación de los mejores ejemplos de elocuencia.

Por otra parte, si bien es cierto que los genios son elocuentes ellos mismos, no lo es que la mayor parte de los hombres que no son genios ni talentos, necesitan de la retórica para aprender o perfeccionar su habitual decir. Dentro de esta línea de pensamiento debe inscribirse la opinión de Baudelaire: “Las retóricas pilas provisorias no son tiranías inventadas arbitrariamente, sino una colección de reglas llamadas por la organización misma del ser espiritual".

Los fines de la elocuencia

Los fines específicos de la elocuencia han sido también materia de discusión desde los tiempos antiguos. Hacer historia de la diversidad de opiniones sería caer en una fatigosa enumeración, ya que, en esencia, coincide casi todas ellas. La divergencia de opiniones tiene su origen en los cambios de perspectivas de las distintas épocas, países u oradores.

Para Cicerón, la elocuencia tiene por fines instruir, deleitar y conmover. Aristóteles señala: alabar y desaporbar, persuadir y disuadir, acusar y defender; San Agustín, por lo que se refiere a la elocuencia religiosa, dice enseñar, conmover y agradar; y Fenelón, refiriéndose a la elocuencia en general, dice: probar, conmover y pintar. Modernamente, André Siegfried sostiene: “Se habla para conmover, para persuadir o para enseñar. Sencillamente, se trata de convencer o de exponer”.

Las coincidencias son lógicas, pues todas tienen en cuenta el repertorio posible de intenciones humanos y la aparente diferenciación no es mas que un desdoblamiento sutil de los conceptos. La totalidad del ámbito oratorio queda abarcada adoptando la clasificación que sigue, con todas las implicaciones que cada termino encierra:

Informar y enseñar: es decir, transmitir conocimientos a otras personas o investigarlos y adquirirlos en deliberaciones.

Persuadir: o sea convencer a otras personas de que nuestras opiniones son las verdaderas y moverlas de acuerdo con esto, a la acción.

Conmover: esto es, provocar en el espíritu ajeno determinados sentimientos pasiones o emociones.

Agradar: vale decir, producir por medio de las palabras en el alma ajena un sentimiento de placer, con fines determinados.

En la realidad oratoria estos fines pueden darse solos o combinado entre sí. Tanta es la variedad de formas, temas, ocasiones, lugares, sujetos y fines que se pone de manifiesto en el ejercicio real de la palabra.

La Oratoria

El concepto de oratoria tiene dos sinónimos de uso frecuente, la retórica que deriva de la palabra grieta rhétor, la cual designa al arte del bien decir, de embellecer la expresión de los conceptos, de dar lenguaje escrito o hablado, la eficacia adecuada para deleitar, persuadir o conmover; y la elocuencia como la facultad de hablar o escribir de modo efectivo para encantar, inquietar y convencer a los demás mediante el manejo dialéctico de argumentos lógicos, para que asuma la conducta que se sugiere, de tal forma que no se sientan sometidos u obligados a hacer por la fuerza lo que se les dice, sino que lo realicen por propia voluntad, porque realmente lo quieran hacer, ya que están convencidos de que así debe de hacerse.

La oratoria es el arte de hablar con elocuencia, es decir, de expresarse eficazmente mendicante la palabra dialogada, ante cualquier auditorio y en cualquier circunstancia. La oratoria no es una disertación ordinaria, las ideas se presentan de una forma original, clara, organizada, lógica y estética, para producir el efecto de la argumentación que es

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