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La Oratoria Rl Arte De Saber Hablar


Enviado por   •  20 de Mayo de 2012  •  1.766 Palabras (8 Páginas)  •  923 Visitas

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La Oratoria

“El arte de saber hablar”.

El mundo moderno exige gente que se comunique con mayor precisión y claridad, solo aquellos que son capaces de hacerlo tienen todo el éxito a su favor.

La comunicación es la habilidad más importante en la vida, así lo afirma Stephen Covey, autor del bestseller “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”.

El Profesor Mike Cellamare, uno de los principales instructores de oratoria moderna del centro del país, afirma que “En la actualidad, la mayoría de las personas habla demasiado y dice muy poco. Una cosa es hablar bonito o tener buena labia y otra muy diferente es saber comunicarse con claridad y asertividad para ser entendido”.

La oratoria es el arte de hablar elocuentemente, de persuadir y mover el ánimo mediante la palabra. Timón, un antiguo autor griego, dijo que la elocuencia es la habilidad de conmover y convencer. Aquí usamos el término oratoria en su acepción y uso más amplio, no meramente el de hablar ante grandes auditorios, sino estableciéndolo como sinónimo de expresión oral de una persona.

Entendemos por Oratoria el arte de hablar con elocuencia para informar, convencer, persuadir y/o deleitar a un público. Su nacimiento y desarrollo van ligados con el sistema político romano.

HISTORIA DE LA ORATORIA

Aunque desde tiempos inmemoriales siempre ha habido quienes han tomado la palabra públicamente, muchos consideran que la oratoria como arte especializado recibió atención particular en Sicilia y se desarrolló fundamentalmente en Grecia, donde llegó a ser considerada como un instrumento fundamental para alcanzar prestigio y poder político. Había unos profesionales llamados logógrafos que se encargaban de redactar discursos para los tribunales. El más famoso de estos logógrafos fue Lisias. Sin embargo, Sócrates creó una famosa escuela de oratoria en Atenas que tenía un concepto más amplio y patriótico de la misión del orador, que debía ser un hombre instruido y movido por altos ideales éticos a fin de garantizar el progreso del estado. En este tipo de oratoria llegó a considerarse el mejor en su arte a Demóstenes.

Demóstenes: fue uno de los oradores más relevantes de la historia y un importante político ateniense. Sus dotes de oratoria constituyen la última expresión significativa de las proezas intelectuales atenienses, y permiten el acceso a los detalles de la política y la cultura de la Antigua Grecia durante el siglo IV a. C.

Demóstenes se ganó la vida como escritor profesional de discursos judiciales y como abogado, redactando textos para su uso en pleitos entre particulares. Demóstenes se interesó por la política durante esa época, y fue en el 354 a. C. cuando dio sus primeros discursos políticos en público.

De Grecia la oratoria pasó a la República Romana, donde Marco Tulio Cicerón lo perfeccionó. Sus discursos y tratados de oratoria nos han llegado casi completos. Durante el imperio, sin embargo, la oratoria entró en crisis habida cuenta de su poca utilidad política en un entorno dominado por el emperador, aunque todavía se encontraron grandes expertos en ese arte como Marco Fabio Quintiliano (se podría decir que es el padre de la Oratoria); los doce libros de su Instituto Oratoria se consideran la cumbre en cuanto a la teoría del género. Sin embargo, como ha demostrado Ernst Robert Curtius en su Literatura europea y Edad Media latina, la Oratoria influyó poderosamente en el campo de la poesía y la literatura en general pasándole parte de sus recursos expresivos y retorizándola en exceso.

Cicerón es el más grande representante de los oradores romanos. En él culmina una larga tradición oratoria, desarrollada y perfeccionada durante la República, en condiciones de libertad política. Sus maestros fueron Antonio y Craso que, al igual que la mayoría de oradores anteriores a él, desarrollaron una gran actividad en la vida pública.

En el siglo I a.C., favorecida por las convulsiones sociales y políticas, la oratoria romana alcanza su más alta gota de perfección. Dos corrientes oratorias se disputan la primacía en esa época: El Asianismo, que tiende a períodos largos, grandilocuentes, a la expresión florida, con gran cuidado del ritmo oratorio; y el Aticismo, tendencia opuesta, que se distingue por la desnudez de la expresión.

LOS PRIMEROS ORADORES.

La oratoria romana anterior al siglo II a. de C. nos es prácticamente desconocida. Cicerón reseña unos nombres de personajes, entre los cuales destaca Apio Claudio el Ciego, político, militar, gramático y poeta. Entre los siglos III y II a. de C. vivieron los primeros oradores de los que nos queda algún testimonio de discursos realmente pronunciados. Se trata de discursos pertenecientes al género de las laudationes fúnebres, discursos que solían pronunciar en los funerales las personas más allegadas al difunto. Cicerón dice de ellos que falseaban la historia, acumulando sobre el difunto honores inexistentes o inmerecidos. Entre estos oradores destacan Quinto Fabio Máximo, Quinto Cecilio Metelo y Lucio Emilio Paulo.

Originalmente, la oratoria se dividía en varios géneros. Anaxímenes de Lámpsaco propuso una clasificación tripartita que asumió después Aristóteles:

• Género judicial: Se ocupa de acciones pasadas y lo califica un juez o tribunal que establecerá conclusiones aceptando lo que el orador presenta como justo y rechazando lo que presenta como injusto.

• Género deliberativo o político: Se ocupa de acciones futuras y lo califica el juicio de una asamblea política que acepta lo que el orador propone como útil o provechoso y rechaza lo que propone como dañino o perjudicial.

• Genero demostrativo o epidíctico: Se ocupa de hechos pasados y se dirige a un público que no tiene capacidad para influir sobre los hechos, sino tan solo de asentir o disentir sobre la manera de presentarlos que tiene el orador, alabándolos o vituperándolos. Está centrado en lo bello y en su contrario, lo feo. Sus polos son, pues, el encomio y el denuesto o vituperio.

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