Lectura El principito

Pierre, es un aviador adulto, que se siente frustrado, entre otras cosas, porque siente que ha perdido la mirada de niño que tenía cuando era pequeño. Atribuye su frustración al hecho de que cuando era niño, hizo algunos dibujos que él veía como muy bonitos y pensaba que podía tener futuro como pintor, cuando mostró sus dibujos a algunos adultos, le dijeron que no eran buenos, dejó de dibujar y esto lo convirtió en un adulto “normal”.

El avión de Pierre, se descompone en pleno desierto del Sahara y tiene los recursos mínimos para sobrevivir solo unos días, por lo que, urgentemente, debe buscar alguna solución.

Mientras está absorto pensando en lo desgraciado que es, de pronto, ve a un niño, muy misterioso.

Analizando a este niño, que no termina de explicarse quién es, descubre que El Principito viene de otro planeta. Este pequeño ser pide cosas que le parecen muy extrañas a Pierre, por ejemplo, le pide que le dibuje un cordero para que se coma los matorrales que crecen en su hogar y evitar así que crezcan unos árboles que lo están destruyendo. Además, un día se da cuenta de que el cordero también puede comerse una rosa a la que le guarda un cariño muy especial, y le pregunta al aviador si él sabe por qué un cordero se la comería si tiene espinas. El aviador está demasiado ocupado tratando de arreglar su avión, como para ponerse a dibujar o a escuchar a este niño, pero a pesar de esto, el principito le explica por qué esa rosa es tan importante: un día apareció en su planeta, era distinta a todas las demás y de ahí su importancia. Ante la insistencia del niño, el aviador hace varios intentos por dibujar al cordero, como no lo logra, le dibuja una caja y le dice al principito que dentro de la caja está el cordero.

La rosa era demasiado demandante, el principito no entendía qué es lo que quería, porque a pesar de todos los esfuerzos del principito, no lograba satisfacerla, él abandonó su planeta.

Esto lleva al Principito a hacer un recorrido por diferentes planetas conociendo a varios personajes, cada uno con un rasgo de personalidad muy concreto:

El rey, que está seguro de que gobierna todo el universo, pero, cuando el principito le pide que le muestre una puesta de sol, le contesta que solo demuestra su poder ante hechos importantes.

El vanidoso, que pensaba que era mejor que los demás y solo quiere que le halaguen.

El bebedor, que bebe para tratar de olvidar que siente vergüenza por beber.

El hombre de negocios, que cuenta las estrellas para poder poseerlas a todas.

El farolero, que enciende y apaga su farol todos los minutos porque su planeta es demasiado rápido.

Y el geógrafo, que recibe a los exploradores que llegan, pero no explora por él mismo.

Para terminar el recorrido, El Principito llega a la Tierra, donde descubre un jardín con muchas rosas iguales a las de su planeta, se da cuenta de que su rosa no es única en el universo.

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