Literatura de las antillas Departamento de Letras y Lenguas
Enviado por Brianda Castro • 27 de Febrero de 2018 • Ensayo • 4.689 Palabras (19 Páginas) • 240 Visitas
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Universidad Pedagógica Nacional
Francisco Morazán
Departamento de Letras y Lenguas
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Espacio Formativo:
Literatura latinoamericana II
Licenciada:
Sandra Rodas
Alumna:
Brianda Ninoska Canales Castro
Registro:
0506-1991-01486
Comayagua, Comayagua 09/11/17
Índice
Introducción………………………….3
Objetivos…………………………..….4
Cuerpo……………………………….5-16
Conclusiones……………………-…17
Autores y sus obras………….…18-19
Bibliografía………………………..…20
Introducción
En esta investigación profundizare sobre el tema antes expuesto, con la intención de brindar más información de la que nosotros obtenemos sobre el tema, dándole prioridad a un tema que cada uno de nosotros debemos manejar con más exactitud. Espero sea de mucho provecho lo más adelante expuesto. Este informe sobre la Literatura de las Antillas que se desarrolla en los países de Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, entre otros; en relación a esta literatura plantean muchos críticos y estudiosos que si es licito incluir a los países antillanos con abstracción de sus lenguas en el marco de la cultura latinoamericana.
También veremos y conoceremos la importancia que tiene dicha literatura hoy en día, ya que en esta literatura se maneja un rico dialecto donde se mesclan diferentes idiomas como el castellano, francés, inglés, holandés entre otros, esto hace que la Literatura de las Antillas tenga un mejor realce y sea de mucha importancia para los críticos y estudiosos de la literatura.
Objetivos
General.
- Conocer el desarrollo y la importancia de la Literatura de las Antillas.
Específicos.
- Identificar la diversidad de lenguas que se desarrollan en la narrativa de la Literatura de las Antillas.
- Mencionar algunos representantes importantes de la Literatura de las Antillas
Literatura de las Antillas
Conseguir encontrar la propia identidad, ya sea personal, religiosa o social, es una experiencia difícil para cualquier persona, pero es aún mucho más difícil fijarla cuando se encuentra originada y mezclada con muchos otros elementos que son los que conforman un pueblo y una raza.
No podemos olvidar que el antillano, condicionado en su devenir por una historia complicada, lleva implícito en su persona, por su nacimiento, una triple confluencia: las reminiscencias de su origen africano, los restos de los antiguos pueblos americanos con los que se les mezcló y lo que la metrópolis colonial le ha impuesto, es decir, unas leyes que no comprende, una religión que no comparte, una lengua que no es la suya y una situación de desarraigo como consecuencia del periodo de esclavitud y de sumisión en el que se ha visto inmerso desde su extradición forzada. Toda esta mezcla explosiva no le incita en realidad más que a una posible solución: enfrentarse y levantarse contra ella.
Desde su nacimiento, el antillano trata de encontrar la propia identidad que pueda proporcionarle los elementos necesarios para encontrar su verdadero camino. Desde su infancia, vive inmerso en las costumbres africanas, ayudado por las prácticas religiosas de carácter mágico del vudú y por su educación familiar. Una vez que entra en el periodo escolar, se ve obligado a abandonar su lengua criolla y su cultura negra, para pasar a formar parte de la corriente dominante, el francés y la cultura francesa, que tiene que asimilar y adaptar a sus principios criollos.
Por primera vez percibe que, aunque es francés por su nacimiento, tiene que soportar cómo la metrópolis intenta dominarlo y cómo su tierra es un dominio colonial en el terreno económico, político, social y cultural. Vemos cómo este antillano intenta adaptarse a esta cultura devoradora y a qué grado de degradación y de desarraigo, este negro y esclavo, se ha visto forzado desde su infancia por esta educación impuesta, considerada por René Gubert como “l’influence globale qu’exerce une société sur ceux qu’elle cherche à intégrer”[1].
Aunque después de la abolición de la esclavitud los esclavos se convierten en hombres libres y en ciudadanos franceses con todos sus derechos, en 1839, el subsecretario de estado Monsieur Jubelin se atreve aún a decir que: “les esclaves ont aujourd’hui le droit à l’école, mais il n’est pas encore temps qu’ils en usent”[2]. A partir de 1848, al francés, dueño de las Antillas, no le queda más recurso que “instruire les negres”[3] y se presta a ello, pero sin concederle ningún atisbo de libertad ya que, por su color, no está capacitado para tener una personalidad original. El modelo elegido por los dominadores “bekés” es el del “français, adulte et civilisé” [4].
Esta lucha contra el desarraigo y la opresión colonial, aparece por primera vez en el terreno literario en la novela Batouala, de René Maran, Premio Goncourt en 1921, que, sin perder su narratividad, patentiza una doble realidad contrapuesta: un panfleto contra el colonialismo y una aceptación de este sistema. El negro está aquí caracterizado como: "des chairs à impôts. Nous ne sommes que des bêtes de portage. Des bêtes?. Même pas. Un chien?. Ils le nourrissent, et soignent leur cheval. Nous? Nous sommes moins que ces animaux, nous sommes plus bas que les plus bas"[5].
Este tipo de educación colonial que tiene como divisa su opresión contra el negro, causa enormes daños psíquicos en el joven antillano, como puede verse, por ejemplo, en los dos tipos contrapuestos de educación mostrados en: Sapotille et le Serin d'Argile, de Michèle Lacrosil et en Pluie et vent sur Télumée Miracle, de Simone Schwarz-Bart, novelas en las que se opone la educación tradicional rural, a la innovadora y sometedora urbana.
Télumée recibe una educación de base rural, tradicional y matrifocal, bajo la protección de la madre y de la abuela materna, que le enseñará a sentirse fuerte ante la adversidad, ante los otros y a defenderse; ellas le ayudan a conformar su ego, a fundamentar su identidad y a dignificarse, sintiéndose orgullosa de su color, de su raza y de su origen.
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