Los habladores
Enviado por mg.santoyo21 • 17 de Octubre de 2018 • Trabajo • 1.931 Palabras (8 Páginas) • 869 Visitas
“Los Habladores”
Miguel de Cervantes Saavedra
(La escena representa una habitación de una casa modesta. Puerta de la calle a la izquierda, y otra al foro. Una mesa, algunas sillas… Arrimadas a la pared opuesta a la puerta de la calle, habrá dos o tres esteras enrolladas. La acción tiene lugar en el siglo XVI.)
(Al levantarse el telón, se hallan en escena Beatriz y Sarmiento, marido y mujer, ambos de media edad.)
Beatriz: ¿Me escuchas o no?
Sarmiento: Te escucho, mujer, te escucho.
Beatriz: (Hablando, al igual que en casi toda la obra, con gran rapidez.) Pues has de saber, marido mío, que una, cuando habla, es por algo: que no soy yo de esas que sueltan a hablar sin ton ni son; que solo los necios hablan por hablar, y los necios son tontos, y los tontos no razonan, y el que no razona debería tener quieta la lengua. Porque dios nos dio entendimiento para hablar, y hablando se entiende la gente, y si no hablara yo, seria muda, y al que se muda dios le ayuda, y…
Sarmiento: ¡Basta, no aguanto más! Me voy a la calle. ¡Uf, que mujer mas habladora! (vase por la puerta del lateral.)
Beatriz: ¡Hay que ver! ¡Y para que esto se casa una! (Llamando.) ¡Inés! ¿Dónde estás?... ¡Inés! ¡Inés! ¡Inés!
Inés: (Por el foro.) ¡Ya voy, ya voy, ya voy! ¡Jesús usted, por el gusto de hablar, es capaz de llamarme trescientas veces!
Beatriz: Trescientas son cien veces cien. Si a trescientas le añades dos ceros tienes treinta mil. Los ceros a la derecha de los números aumentan su valor. Lo que más vale es el alma, porque es eterna. La eternidad…
Inés: (Tapándose los oídos.) ¡Jesús, Jesús! ¡Todo el día así! ¡Esto no ha quien lo sufra!
Beatriz: Has dicho sufrir y has dicho bien: porque el que sufre calla, y el que calla otorga, y más vale otorgar… (Vase Inés desesperada por la puerta del foro y tras ella Beatriz sin dejar de darle a la lengua. Que queda la escena sola unos segundas y, al cabo, entra Roldan por la izquierda.)
Roldan: ¿Habré logrado despistar a e se energúmeno? (Se asoma con precaución a la puerta de la calle.) Si; ahí va con su garrote en la mano. Esperare un ratito a que amaine el temporal. (Pausa) Parece que en esta casa no hay nadie. ¡Que raro! (Se sienta.)
Sarmiento: Entrando por la izquierda y reparando en la presencia de Roldan. ¿Eh?... ¿Qué hace usted en mi casa? ¿Quién es usted?
Roldan: (Levantándose.) Permítame que me presente. Roldan, para servirle.
Sarmiento: Bien; ¿y qué es lo que quiere?
Roldan: pues vera usted; he visto la puerta abierta y…
Sarmiento: No entraría usted a robar.
Roldan: No, no; eso ni soñarlo. Mire, voy a ser franco con usted. Tiene cara de buena persona, y estoy seguro de que sabrá comprenderme. Me he refugiado aquí para huir de las iras de un tabernero, que me perseguía armando con un garrote…
Sarmiento: ¿Y por qué?
Roldan: porque no le ha pagado la cena.
Sarmiento: Pues págaselo y en paz.
Roldan: Eso ¡nunca! Si pago, no debo, y para mí el deber es ante todo. Bueno, la verdad, no puedo pagársela porque no tengo un real. Ahora ya sabe usted porque estoy aquí. Pero si estorbo, me voy. Mi lema es: pasear, descansar y no estorbar. Pues el que estorba molesta, y al que molesta se le da un puntapié, y el que lo recibe no vuelve por otro. Y con esto, señor mío, pongo punto final y me voy. Yo soy hombre de pocas palabras; porque el que mucho habla yerra, más no de callar. Y esto, señor mío, es una verdad como un puño. Como dijo Cicerón… Bueno, no sé si fue cicerón o Américo Vespucio, pero para el caso da igual: lo cierto es que…
Sarmiento: (Atajándole.)¡Un momento, un momento! (Aparte.) Se me ocurre una idea. (Alto.) Caballero: ¿querría hacerme un favor?
Roldan: ¿Un favor? cuente usted conmigo. Siempre que no sea para pedirme dinero, claro, porque si es para eso da en hueso. Los huesos de la cabeza son seis: un frontal, un occipital, dos orientales, dos temporales, un esfenoid… (Sarmiento le tapa la boca con la mano y lo sienta en una silla.) Gmmm… Gmmm…
Sarmiento: ¡Cállese de una vez y escuche, por favor! Ya se desquitara luego cuanto quiera. (Le saca la mano.) Vera. Tengo una mujer que es la más buena del mundo, pero también la más habladora que existió, existe y existirá por los siglos de los siglos.
Roldan: Amen.
Sarmiento: Y quiero que usted la cure.
Roldan: ¿Yo? ¿Y cómo la he de curar?
Sarmiento: Hablando
Roldan: ¿Hablando? ¡Hombre, eso es lo mío!
Sarmiento: Le pagare lo que sea. Le aseguro que no quedara descontento de mí.
Roldan: Como me dé de comer, me basta.
Sarmiento: ¡Cuidado, ahí viene! Disimule.
Beatriz: (Entrando.) ¿Ya has vuelto, esposo mío? ¿Quién es ese hombre que está contigo?
Sarmiento: Es un primo mío, que viene a pasar una temporada con nosotros.
Beatriz: ¿Ah, cuanto me alegro! (Aparte.) Así tendré más gente con quien hablar (Alto.) Considérese usted en su casa, señor mío. Los primos de mi marido míos son. Los primos son los hijos de los tíos. Hay dos clases de tipos: los políticos y los carnales. La carne…
Roldan: (Interrumpiéndola.) Dijo usted carne y dijo bien. Hay carne de vaca, de pollo, de cerdo (con perdón) y de ternera. La ternera es la hija de la vaca. La vaca tiene cuernos y hace: <¡Muuuuh!>, el perro hace <¡guau!>, el gato <¡miau!>, el grillo
Beatriz: (Interrumpiéndole a su vez.) Dijo usted gallo y dijo bien. El gallo es el macho de la gallina. La gallina está bien en pepitoria. La pepitoria se llama así porque la invento un tal pepito. Pepito es el nombre que se da a José…
Roldan: Dijo usted José y dijo bien. El día de san José es el diecinueve de marzo. En marzo comienza la primavera, y en el estío se acaba el frio. Frio puede ser también del verbo freír. Se fríen las patatas, se fríen los huevos. Se fríe el jamón…
Beatriz: Dijo usted jamón y dijo bien…
Roldan: Se fríe la carne, se fríe los buñuelos, se fríen los churros…
Beatriz: ¡Ay, marido, que a mí me da algo!
Roldan: Pero no hay que confundir los churros con el churrasco. El churrasco es un plato delicioso. No son lo mismo platos que patillos. Los platos sirven para comer y los platillos para tocar…
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