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Memorias de un ángel tibetano


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2015  •  Ensayo  •  3.107 Palabras (13 Páginas)  •  139 Visitas

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Memorias de un ángel tibetano

Mi vida comenzó como un pequeño sueño caprichoso que sin tener mayores anhelos remonto alturas que a la risa considero una locura, pero ¿qué vida no es una locura?, mi historia comienza en una lejana tierra donde montañas y nieva bailan una danza interminable y en medio de esa danza nací, literalmente nací en un palacio donde no solo fui recibido con gran expectativa sino también con gran celebración, esto tal vez fue así, ya que a mi madre la consideraban la diosa guardiana del templo de la paz, no hay palabras suficientes para describirla a ella solo puedo decir que era majestuosa y muy bella, con ojos hermosos como dos icebergs, pero que daban más calidad que el sol. Tuve muchos nombres pero mis favoritos fueron dos; mi primer nombre fue Abdel Azim y el último nombre que me dieron Alexiel. Pasaron los días, semanas y por fin alcance la edad de 3 meses, junto con mis ocho hermanos fuimos festejados por los humanos calvos que adoraban a mi madre, hasta este punto no sabíamos que no todos los humanos nos venerarían, que habían personas que nos odiaban, ambicionaban y hasta nos degustaban.

Esa noche que se suponía sería una fiesta hasta el amanecer, se convirtió en la primera de las muchas noches tortuosas que tendría en mi vida, todos alegres y absortos en la celebración no se percataban del peligro que acechaba, la ignorancia nunca me fue tan aterradora, de pronto se escucharon unos sórdidos estruendos, muchos humanos calvos cayeron fulminados y aparecieron ante nosotros unos humanos, algo distintos a los adoradores de madre, estos eran pálidos cuales muertos por el frio, tenían melena amarilla en la cabeza y sus ojos, una vez le había preguntado a mi madre como era una serpiente a lo que ella me contesto: “la reconocerás al verla a los ojos”, y si pude reconocer a la víbora que vivía dentro de ellos, tenían ojos azules, pero no eran cálidos como los de madre, los de ellos eran como estalactitas de hielo. Madre al ver que mataban a sus amados súbditos los ataco, le apuntaron con unos martillitos negros con los cuales pudieron herirla, pero madre no daba cuartel, destrozo a tres hombres de melena, cuando de pronto se escuchó un fuerte ruido y madre caía inerte al suelo, yo estaba paralizado un hombre calvo me tomo en brazos y echo a correr, mientras corría pude ver a mis hermanos tras de mi siendo llevados por hombres calvos, pero angustiosamente observaba como los hombres de melena iban matando uno a uno a los hombres que nos auxiliaban, a lo último solo quede yo con mi guardián, el cual estaba exhausto y herido, encontramos refugio bajo un peñasco cubierto por un pino desgajado que tapaba la entrada, el pobre hombre calvo jadeaba y temblaba de frio, lo único que podía hacer por mi salvador era darle de mi calor, cuando por fin nos quedamos dormidos un atormentante sonido nos despertó, nos habían encontrado, al pobre hombre lo destazaron frente a mí, después de desquitarse con aquel que los hizo correr 2 vigilias me metieron a lo que llaman jaula, la maldita claustrofobia que se siente allí adentro es agónica, fui llevado montaña abajo el único consuelo que tenía es que sabía que mis hermanos estaban vivos, sus llantos, ladridos y gemidos eran música a mis oídos, fuimos puestos en el interior de una bestia la cual corría sobre su propio camino, creo que los hombres melena le llamaban ferrocarril, soltaba un humo asfixiante que distanciaba oler a mirra, mis hermanos uno a uno fueron muriendo o desapareciendo, la primera fue la pequeña Aniis, enfermo por culpa del humo que escupía la bestia, al verla enferma un hombre melena llego la tomo en sus brazos hasta que se escuchó el fatico crujido de su cuello, al oír el sonido de su cuello mi corazón también se fracturo, mi ira se encendió y con una fuerza bestial que ni yo mismo sabía que tenía, rompí las ataduras que me sujetaban y quise abalanzarme contra el asesino de mi hermana, el solo apunto con su martillito negro escuche el cruento sonido y me desmaye, cuando desperté me encontré solo, me habían apartado de mis hermanos, pero los podía ver desde donde estaba, no me había percatado pero una de mis orejas estaba totalmente desgarrada y yo estaba sordo de esa oreja, el precio fue bajo comparado con lo que le hicieron a mi hermana. A Aniis le siguió a la tumba Amir el mayor de la camada, lo hicieron pelear contra otros canes, mi hermano triunfo todas las peleas pero al regresar ese día, se hecho y antes de irse me dijo; “Azim no te dejes vencer”, al día siguiente 3 hombres melena vinieron por él y mientras se lo llevaban escuche que decían: “este también quedara delicioso en sopa”, sopa…… la sangre me hervía, pero estaba encadenado y apenas podía moverme ya que ya me había hecho fama de incontrolable, no podía hacer nada más que planear como escapar con mis demás hermanos o por lo menos vengar la muerte de Aniis y Amir, pero mi tormento continuaría, esa sombría víspera de invierno, hombres melena llegaron y tomaron a 5 de mis hermanos; Asad, Ashraf, Ata, Atef y mi hermana la mayor de la camada Azza, y sin inmutarse los malditos los tomaron, los mataron y desollaron, yo quería arrancarme los ojos para no ver esa atrocidad, “serán excelentes abrigos” dijo un hombre melena.

Yo en mi prisión me retorcía de locura, tanto tiempo estuve absorto en mi ira y demencia que no me di cuenta cuando se llevaron a mi última hermana; Astarté y no supe más de ella, un día vinieron a sacarme yo no quería hacer otra cosa más que destrozarlos, pero a falta de alimento es lo mismo a falta de fuerzas pudieron dominarme, pese; “me llegó la hora, por lo menos estaré con mis hermanos y madre”, para mi suerte, buena o mala, no lo sé, fui llevado a algo así como un coliseo donde entraban a la arena 2 y solo podía salir uno, cuando me metieron a la arena las palabras de Amir resonaron en mis oídos, bueno al menos en el que me servía, “Azim no te dejes vencer”, yo iba dispuesto a morir pero lo que me dijo mi hermano antes de morir medio esas fuerzas de luchar, no quiero ser arrogante, pero literalmente destrozaba a cualquiera que me pusieran en frente, durante 6 largos años combatí en ese infierno, lo que me daba fuerzas para seguir eran 3 cosas; las palabras de Amir, que cada vez que volvía de las luchas era recibido por mi hermano Ashmelgamesh la única familia que me quedaba y que si yo moría era muy posible que a Ashmelgamesh lo ocuparan como mi remplazo en las luchas.

Yo ya había hecho fama en las luchas y los hombres melena ya no movían a la gran bestia escupe humo, a ashmelgamesh lo ocupaban como guardián de noche y a mí solo me sacaban para pelear, en las peleas los hombres melena se veían recompensados por mis triunfos, ya era común verme allí, muchos de mis triunfos fueron porque mi aspecto ya estaba muy demacrado por tantas batallas y mis rivales se espantaban, por mi narcótica apariencia fui renombrado y esos fueron los nombres que más odie, me llamaban belcebú o kerberos, lucha tras lucha mis fuerzas eran firmes pero iban menguando poco a poco y la preocupación me embargaba, pero se me hizo justicia, un día después de las luchas otros hombres melena vinieron y arremetieron contra mis captores, mire ese cuadro como mi oportunidad para huir, en tanto la confrontación estaba en su punto más caluroso, ashmelgamesh y yo aprovechamos a escapar, deambulamos por varios días, no me importaba era libre, desgraciadamente mi gozo no duraría mucho, otros humanos nos aprisionaron y nos llevaron hasta una gran laguna que olía mucho a sal, estuvimos alrededor de 15 días es esa laguna hasta que por fin nos bajaron de la tortuga metálica en la que viajábamos, nos mantuvieron encerrados por no sé cuánto tiempo, un día un humano me punzo con un aguijo, no sé qué veneno puso en mi pero no podía moverme, pero pude sentir que ese humano tal vez era diferente, curo mis heridas o al menos trato de darles mejor aspecto, y dijo: “pobrecito parece que no te ha sonreído la vida”, que la vida no me ha sonreído, idiota, la vida me sonrió desde el día que nací, los que no me han sonreído son los animales de tu especie. Después de haberme curado el humano me volvió a poner en la estresante jaula, también fue la última vez que vi a ashmelgamesh, el cual al día siguiente había sido llevado por un humano, quien dijo que ashmelgamesh era impresionante y carcajeo; “un mastín tibetano a mi colección”, yo seguía medio entumecido por el pinchazo que había recibido, y así fue como quede solo, lo que me quedaba de él era su dorso rojilistado en mi memoria, después de eso solo me eche en mi celda esperando mi muerte, sin ilusiones y cansado de la vida, pasan varios días, pero mi muerte no llega, esa agobiante espera es como el mayor de los castigos para mí, cuando no quería morir esta me acechaba y ahora que deseo la muerte ella me repele. De pronto la puerta de mi celda se abre y me sacan de ese lugar, camino por un recinto, pero al girar mi cabeza alcanzo a ver una salida, mi instinto de escape se activa y huyo, el humano no podría con mi fuerza aunque quisiera detenerme, deambule de aquí allá por varios días, hasta que una noche intentando cruzar una cosa que los humanos llaman calle, fui golpeado por una de sus bestias metálicas, solo recuerdo ver luces y sentir como que volaba.

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