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Reseña La civilización del espectáculo El Opio del pueblo


Enviado por   •  27 de Agosto de 2015  •  Reseña  •  1.036 Palabras (5 Páginas)  •  904 Visitas

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Reseña: La civilización del espectáculo, El OPIO DEL PUEBLO de Mario Vargas Llosa

ENCABEZADO

Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo, Editorial Alfaguara el 11 de Abril del  2012. Pág.

Mario Vargas Llosa nació en Arequipa Perú el 28 de Marzo de 1936. Es uno de los escritores novelistas y ensayistas contemporáneos más importantes de la lengua española. En el 2010 ganó el Nobel de Literatura por su “cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota.” En 1994 ganó el premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias de las letras en 1986 entre otros. Desde el 2010 recibe el titulo protocolar de Ilustrísimo Señor. Entre sus obras más destacadas están La fiesta del chivo, la ciudad y los perros, travesuras de la niña mala y su última publicación La civilización del espectáculo. También ha participado en política. Ha sido defensor de las ideas liberales y fue candidato de la presidencia de Perú en 1990. Muchas de sus obras están influidas por su percepción de la sociedad peruana y una cierta influencia Europea, ya que residió ahí gran parte de su tiempo cuando inició su carrera literaria.

El libro básicamente trata su total inconformismo frente a la cultura de hoy, denominada como una cultura solo del espectáculo y escaza de valores. Escribe con una intención de alarmar e invitar al lector a reaccionar. Este critica fuertemente los aspectos negativos de la cultura actual, como si no hubiera esperanza alguna, y no destaca ningún aspecto positivo que surja de la sincretización y democratización de las culturas de nuestros tiempos. La banalidad y la frivolidad son características que el autor le atribuye a la civilización del espectáculo a lo largo del libro.

De acuerdo con el capítulo Vargas llosa respecto a la religión, no solamente se refiere a la fuerza que ha cobrado el islam, sino a la importancia que sigue teniendo la Iglesia católica con todo y los millones de testimonios que han aparecido en muchos países católicos revelando de violación y pedofilia. El escándalo no ha mermado la influencia de la Iglesia católica (cuyo poder se evidencia en la mayoría de los países latinoamericanos), como tampoco ha impedido a la protestante interferir en la enseñanza escolar estadounidense aboliendo en muchos Estados la teoría de Darwin sobre la evolución. Excluyendo la premisa metafísica y teológica de si Dios existe o no, Vargas Llosa se preocupa por la función de iglesias y religiones en la vida cultural de los pueblos. En el cristianismo, por ejemplo, la Iglesia favoreció en el Renacimiento el desarrollo de las artes y las letras, pero fue también brutalmente represiva en el dominio de la investigación científica y para con los sospechosos de heterodoxia. El autor recuerda que sólo con la secularización la Iglesia fue aceptando una división estricta entre lo espiritual y lo temporal (secularización que, de hecho, se malentendió en diferentes momentos de la historia en los que se buscó extirpar la religión de la sociedad). Vargas Llosa promulga la necesaria preservación del secularismo como «requisito indispensable para la supervivencia y perfeccionamiento de la democracia» (p. 46), pero insiste además en la necesidad de la coexistencia (difícil) de laicismo y la prosperidad de una vida espiritual para que una sociedad libre sea posible. No deja de mencionar la oposición que ha mantenido la Iglesia católica contra el capitalismo y señalar cómo el mercado libre, a pesar de haber hecho surgir a las clases medias, nos ha conducido a la degradación de la cultura, en la que artistas mediocres o nulos (pero vistosos y pirotécnicos diestros en la publicidad y la autopromoción (alcanzan) altísimas cotas de popularidad) (p. 46). Sin embargo, afirma que el fracaso y las crisis del sistema capitalista se deben también al desplome de la estructura de carácter ético y el soporte moral que encarna la vida religiosa, a la vez que afirma que la banalización de la religión ha contribuido a provocar la crisis del capitalismo, porque (la frivolidad desarma moralmente a una cultura descreída) (p. 48). Vargas Llosa se opone a la abolición de la enseñanza religiosa en los colegios públicos porque mutilar este patrimonio de la educación de nuevas generaciones significaría entregarlas de lleno a la civilización del espectáculo: frívola, superficial, ignorante y chismosa, pero insiste en que debe tratarse de una enseñanza religiosa objetiva y responsable donde se explique el papel hegemónico del cristianismo en Occidente y su influencia (para bien y para mal) en la historia, la filosofía, el arte y la literatura.

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