Reseña crítica. Don Juan Tenorio. José Zorrilla
Enviado por U77498843 • 9 de Junio de 2020 • Monografía • 1.700 Palabras (7 Páginas) • 258 Visitas
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Reseña crítica. Don Juan Tenorio. José Zorrilla
Autor: Manuel Fernández Pérez
Tutora: Marieta Cantos Casenave
Grado en Filología Hispánica
Curso Académico 2019-2020
Fecha de presentación: mayo 2020[pic 2]
Desde que fue representado por primera vez en Madrid en marzo de 1844, Don Juan Tenorio: drama religioso fantástico en dos partes, de José Zorrilla (1817-1893), no ha dejado de suscitar emociones, reacciones y polémica. Por un lado, la sublimidad poética del texto sigue cautivándonos; por el otro, las excentricidades en que incurre Zorrilla en las escenas finales nos desconciertan.
Desde el mismo subtítulo de la obra -drama religioso y fantástico, Zorrilla enmarca la acción en el plano de lo sobrenatural y la magia. En Zorrilla la tumba, uno de los espacios predilectos del Romanticismo, se adorna con todos los efectos mágicos de lo sobrenatural. La acotación que abre la segunda parte y sobre todo la que cierra la escena I del acto tercero son un ejemplo característico de esa búsqueda de impresión en el espectador.
La imagen de lo sobre natural, de lo gótico y de lo fantástico transforma el drama en un espectáculo de puro teatro, donde no cabe más salida que la inmersión emocional y plena en el halo de lo sorprendente.
En la misma línea, se cierne la famosa escena en la que Don Juan parece asistir a su propio entierro. La confusión de planos, realidades y ficciones no es más que el reflejo de una concepción irracional del mundo, donde no cabe establecer destinos de antemano y ante la que el hombre busca en el sueño el anhelo eterno de la inmortalidad.
En “Don Juan Tenorio y la tradición de la comedia de magia”, David T. Gies sintetiza algunas de las maneras en que se ha hecho frente a la dificultad que nace de tanta fantasticidad aglomerada. El estudioso examina la postura mantenida por la crítica que, según él, o no se ha enfrentado seriamente con el componente fantástico en el drama, optando por un “vergonzoso silencio”.
Lo fantástico ocupa un lugar central en la obra de Zorrilla, pero presenta unas peculiaridades muy personales. El suyo es un fantástico ortodoxo, que solo acepta como tema de lo fantástico español las tradiciones populares y que se vuelve, por eso, hacia el material legendario autóctono.
Manifiestamente, Zorrilla acepta la vigencia absoluta del maravilloso cristiano como medio para configurar el universo fantástico del final de Don Juan Tenorio.
Don Juan Tenorio es un drama urdido para la demostración de una tesis del catolicismo más ortodoxo y el tema del satanismo y la salvación final de Don Juan deben ser considerados desde este punto de vista.
Cuando Pérez de Ayala insiste en que el donjuanismo se apoya firmemente en el satanismo del personaje que subyuga a la mujer se queda en mitad del camino, pues Zorrilla consigue que el monstruo del principio se convierta en ángel.
Autores como Varela determinan que, si atendemos a la anatomía argumental, el Tenorio ofrece simetría en el sentido en que el protagonista de la primera parte es satanás, un satanás que actúa en la primera parte por medio de don Juan, como dios lo hace en la segunda por medio de Inés y del Comendador.
De hecho, si se analiza la obra de manera detallada contrasta la abundancia del uso de exclamaciones en que se menciona a satanás en la primera parte, con la abundancia mucho mayor de dios en expresiones de la segunda: por Satanás, por Belcebú, con Belcebú… frente a Supremo Dios, por Dios (6 veces), voto a Dios. Santo Dios, etc.
El satanismo de don Juan se muestra en las intervenciones de casi todos los personajes. Don Luis Mejía confiesa su derrota ante un hombre que es un satanás. Eso sí, los personajes identifican a don Juan con el diablo desde una perspectiva social.
Este satanismo adquiere mayor realce cuando se introduce en el conflicto por medio de las palabras de doña Inés que en la escena III del cuarto acto dice:
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios
Pero Don Juan le contesta inmediatamente que el causante de su amor no es el diablo sino el propio Dios. En esta contraposición, venimos diciendo que se centra el principal conflicto de la obra. Si el satanismo arrastra a don Juan al inicio del drama, tras esta conversación se da entrada a la fuerza contrariada, la divina, que se convertirá en el eje central de la segunda parte.
El cambio de actitud de nuestro héroe se presenta de una forma gradual: avanza y retrocede a través de la obra y va en función de dos ejes principales. Uno de ellos, es lo que al principio don Juan cree que siente por doña Inés —y que a lo largo de la trama se va convirtiendo en una confirmación de su amor— y el otro es aquel que está en función de la salvación o condena de nuestro protagonista. Como se puede concluir, amor y salvación son los cimientos de la obra.
Críticos como Juan Francisco Peña señalan que el conflicto entre el bien y el mal adquiere mayor fuerza cuando entendemos que no es don Juan quien se enfrenta a Dios, sino el propio Satán.
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