Resumen Canastitas en serie

Reporte de Lectura

Canastitas en serie

Esta historia trata de un turista llamado Mr. E. L. Winthrop llego a México a un pueblo del estado de Oaxaca. Al caminar por la calle principal, encontró a un indio sentado en la puerta de su jacal, este hombre se dedicaba a elaborar finas y únicas canastitas de colores con hermosos diseños con flores, animales hechas de paja y otros materiales que el recolectaba en su milpa. Él, hacia estas canastas para aumentar sus pequeños ingresos, lo que ganaba con su venta no le bastaba para sostenerse, en realidad vivía de lo que cosechaba en su milpa.

Cada canasta era elaborada en unas quince o veinte horas, al tener listas dos docenas, los sábados que era día de tianguis salía a vender, las ventas no siempre estaban como él lo esperaba ya que el precio normal era de un tostón y la gente regateaba con el hasta que se las compraban en 30 centavos, eso sin olvidar los numerosos insultos que le hacían al pobre hombre.

Mr.  Winthrop le pregunto al indio en cuanto vendía cada canasta y este le respondió que en ochenta centavos o seis reales y medio, inmediatamente le compro una, pensó que costaban cuatro o cinco pesos, el gringo le preguntó el precio por diez y este le respondió que setenta centavos, por un ciento el precio bajaba a sesenta y cinco centavos cada una, Mr. Winthrop compro dieciséis canastas todas las que había en existencia.

Mr. Winthrop viajó de regreso a New York donde, en una ocasión paso por una dulcería y le ofreció las novedosas canastas al dueño de dicho establecimiento para que así pudiera vender su producto estrella dentro de ellas, ya que sería un estuche único y bonito, trato y trato hasta que convenció a dicho dueño de comprarle sus canastas pero le dijo que solo se le podía dar por cada canasta un dólar y cuarto por cada una, después de negociar acuerda un precio de 1 dólar con 75 centavos, Mr. Winthrop firmó un contrato con dicho hombre, ya que le convenía el negocio.

El problema empieza cuando Mr. Winthrop regresa al pueblo de Oaxaca y le pide al indio que elaborara miles de esas piezas para venderlas, pero el indio le dice que el precio aumenta cuanto más sea la cantidad de canastitas a elaborar porqué tiene que escoger los materiales para elaborarlas,  como el petate y fibras para elaborar las canastitas, las plantas, raíces e insectos para hacer los tintes, el indio le dice que necesitaría más personas que le ayuden, porque es imposible que el solo haga las canastitas, además que no podría atender a sus animales y su milpa. Al final el indio se niega y le pide una disculpa a Mr. Winthrop, diciendo que tiene que seguir trabajando ya que debía terminar las canastas para ir a venderlas el día de la plaza.

El problema se resolvió cuando Mr. Winthrop regreso a New York, explica los inconvenientes al confitero, agregando que no se puede hacer negocio con los indios porqué no comprenden nada, y deshace el contrato de esta forma se evitó que esas canastas tan hermosas terminaran en la basura.

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