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24 Poetas Latinoamericanos


Enviado por   •  1 de Marzo de 2014  •  3.423 Palabras (14 Páginas)  •  712 Visitas

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1

Mi paisaje

Mario Bendetti

Elegir mi paisaje Si pudiera elegir mi paisaje de cosas memorables, mi paisaje de otoño desolado, elegiría, robaría esta calle que es anterior a mí y a todos. Ella devuelve mi mirada inservible, la de hace apenas quince o veinte años cuando la casa verde envenenaba el cielo. Por eso es cruel dejarla recién atardecida con tantos balcones como nidos a solas y tantos pasos como nunca esperados. Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos, los espías aleves de la soledad, las piernas de mujer que arrastran amis ojos lejos de la ecuación dedos incógnitas. Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte, hojas secas, bocinas y nombres desolados, nubes que van creciendo en mi ventana mientras la humedad trae lamentos y moscas. Sin embargo existe también el pasado con sus súbitas rosas y modestos escándalos con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera y su insignificante comezón de recuerdos. Ah si pudiera elegir mi paisaje elegiría, robaría esta calle, esta calle recién atardecida en la que encarnizadamente revivo y de la que sé con estricta nostalgia el número y el nombre de sus setenta árboles

2

LA MUJER Y LA CASA Jose Lezama Lima Hervías la leche y seguías las aromosas costumbres del café. Recorrías la casa con una medida sin desperdicios. Cada minucia un sacramento, como una ofrenda al peso de la noche. Todas tus horas están justificadas al pasar del comedor a la sala, donde están los retratos que gustan de tus comentarios. Fijas la ley de todos los días y el ave dominical se entreabre con los colores del fuego y las espumas del puchero. Cuando se rompe un vaso, es tu risa la que tintinea. El centro de la casa vuela como el punto en la línea. En tus pesadillas llueve interminablemente sobre la colección de matas enanas y el flamboyán subterráneo. Si te atolondraras, el firmamento roto en lanzas de mármol, se echaría sobre nosotros.

3

Mujer sentada

Marta Braier Pero sé que debo hablar de esa puerta, en un hotel para turistas de la calle Cangallo. Recuerdo con nitidez un finísimo rayo de sol y las partículas del aire jugando con la luz. (Ah, el sencillo fulgor de una habitación en penumbras). Estoy sentada sobre un sucio cobertor. El conserje me entregó la llave de la diecinueve y miró con cara de nada cuando le hablé de tiempo de sosiego. Cerró la puerta y me dejó queriendo comprender. (Los mosaicos hacían muecas con su geometría). Poco importa si por la calle pasa un hombre, si hay una fábrica, un frigorífico, o muchos árboles. Pero, el aire. ¿Entra por los pulmones, sale o permanece? ¿Qué hago, qué hago aquí, en un cuadrado sórdido y ajeno? Ajeno. Sórdido. Agujero del mundo, digo. Sentada sobre un sucio cobertor.

4

TRÓPICO VERDE

Issac Felipe Asofeifa Verde lluvia, vertiente y territorio. Verde el espacio. La luz verde. El clima verde. Verdes las colinas. Las hondonadas y los ríos verdes. Un lago verde el valle. La montaña verdeazul, verdemar, verde profundo. Lo cerca y lo lejano en aire verde. Verde lluvia, vertiente y territorio. Roto temblor el verde de los plátanos. Casi líquida lágrima, el verdor del sauce. El verde militar del café, el verdor húmedo de junco, caña y lirio. Verde música en el órgano -¡oh verde viento!- del bambú. La plata verde del eucalipto. El verdor silencioso de los pastos, las malvas, las legumbres. Verde lluvia, vertiente y territorio. De mi sangre saltó una estrella verde. Y verdín, verdinal y verdolaga, mayo estira su lluvia hasta diciembre en el trópico verde.

5

Responde tú,

Nicolás Guillen

Tú que partiste de Cuba responde tú

dónde hallarás verde y verde, azul y azul palma y palma bajo el cielo, responde tú.

Tú que tu lengua olvidaste responde tú y en lengua extraña masticas el "well" y el "you"

cómo vivir puedes, mudo responde tú.

Tú que dejaste la tierra responde tú dónde tu padre reposa bajo una cruz dónde dejarás tus huesos responde tú.

Ah desdichado!, responde, responde tú

dónde hallarás verde y verde, azul y azul palma y palma bajo el cielo,

Responde tú...

6

“Noche y día”

Vicente Huidobro

Buenos días día

Buenas noches noche

El sombrero del día se levanta hacia la noche El sombrero de la noche se baja hacia el día Y yo paso como un árbol con el sombrero en la mano Saludo a los amigos que llevan una flor en la mirada Para ponerla en el sombrero de las niñas Que van por la otra vereda

Buenos días día Buenas noches noche La que yo amo es hermosa Como ese pájaro a la cabecera de la eternidad Y sus ojos se encendían como una selva

El vendedor de otoños Se va por el día hacia la noche Es el árbol materno y el camino también Son los ojos de la noche hacia el día Es el árbol que cumple años y festeja O acaso el árbol que se defiende contra la tempestad

Buenos días día No me hables de la que yo amo Cuando sus ojos aparecen en la calle Como la primavera de repente en todos los astros

Buenos días día Cierra los labios de tu presencia

7

Es el sol que se degüella sobre las montañas del alba O bien la tierra lujosa y apasionada Pagando a precio de oro la primavera Como yo pagaría tus labios al universo Porque tú eres hermosa como las buenas tardes a la tarde Y porque yo amo los relámpagos de tu piel Cuando sales de tu realidad hacia mi boca Entonces el piano desata su corazón Y me dejo llevar río abajo

El tiempo tiene un sombrero nuevo de tiempo en tiempo Y ceremonias de gruta con manto de cola y estalactitas La gruta profunda como el reposo La gruta que las estrellas están buscando desde largos años Como la noche de mis piélagos internos y dolientes Cuando la muerte se estrella en el campanario

Buenas noches noche La gruta llora La luna se cansa de nosotros El único silencio El silencio de los ojos como una flor adentro El único silencio El silencio de ese pedazo de la noche en donde tú estás de pie

Buenas noches noche ¿De dónde vienes? Qué tarde llegas Es el ruido del viento que quiere pasar a través del agua Y oír los murmullos de los peces O bien la paloma de la soledad O tal vez el cielo dispersando la tempestad O mi alma tibia como una mano y arrullándose a sí misma O la tempestad dispersando las estrellas Las estrellas que se despiden con el sombrero en la mano Y se van hacia la gruta de los sueños inmemoriales La misma gruta que hemos descrito anteriormente

8

Poema 5

Pablo Neruda

Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando

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