ANALISIS LITERARIO
Enviado por noooothing • 15 de Enero de 2015 • 488 Palabras (2 Páginas) • 554 Visitas
LA PARÁBOLA DEL JOVEN TUERTO:
En La parábola del joven tuerto, Francisco Rojas González retrata magníficamente pasajes y paisajes de la vida en el México rural. Con frecuencia se habla del talento narrativo natural de este autor y de su capacidad singular de reconstruir fiel y expresivamente los ambientes del campo. Sin embargo, pocas veces se departe sobre su extraordinaria capacidad de plasmar las características sociológicas y psicológicas de la población mexicana. La parábola del joven tuerto capta varias de estas características, como lo son la percepción, las actitudes, la autoestima y el locus de control.
La parábola del joven tuerto es la historia de un joven que posee media visión y que ha sabido llevar su vida de manera apropiada. Trabaja, pasea por las calles y plazas de su pueblo y apoya a su madre en el sustento del hogar. Vivía bien y estaba resignado a tener solamente un sólo ojo bueno hasta que otro muchacho “descubre” su deficiencia y la hace evidente para los demás burlándose de él.
El joven tuerto encuentra las causas y variables conductuales en el ambiente y no en su organismo (en causas mentales o físicas). La desventura para el protagonista no es poseer media visión (pues como se decía a sí mismo “teniendo uno bueno, el otro resulta un lujo”) sino la percepción de los demás, “el hallazgo” de los demás, en torno a su deficiencia.
El joven tuerto trata en todo momento de ser aprobado por los escolares del pueblo y busca junto a su madre solución a su mal. Ambos intentan con remedios caseros, “remedios de comadrería”, y recetas médicas, pero todo es en vano. “Entonces se pensó en buscar por otro camino... tan sólo disimulo de la gente para aquella tara que les resultaba tan fastidiosa”. Madre e hijo van al santuario de la Virgen de los Lagos y oran porque la gente dejara de burlarse del joven tuerto o que al menos disimulase su deficiencia. Con lo anterior es evidente que el joven tuerto quiere y busca “mimetizarse” con el medio, pasar inadvertido. Precisamente es en el santuario donde se siente bien, donde es “una molécula de la muchedumbre” y nadie señala su tacha.
Por otra parte, Rojas González capta cómo el mexicano tiende a hacer atribuciones de causalidad a agentes exteriores como lo son la suerte, el azar, los dioses y la Virgen de San Juan. El estar observando de manera sandia e imprudente los fuegos pirotécnicos durante la fiesta del pueblo dedicada a la Virgen y que por consiguiente una varilla de un cohetón alcanzara el rostro del protagonista, no fue la razón adjudicada a la desgracia (después bendición) del tuerto. Fue, como lo manifestó la madre del protagonista, la Virgen de San Juan quien, en atención sus plegarias y a las de su hijo, lo cegó completamente. La divinidad hizo “el milagro” de dejarlo ciego para que el pueblo quedase “chasqueado” y buscase otro tuerto de quien burlarse.
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