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ANTOLOGÍA DE POEMAS Y RELATOS CORTOS GRUPO DE NIVEL 7 - 2017


Enviado por   •  5 de Enero de 2018  •  Trabajo  •  1.744 Palabras (7 Páginas)  •  136 Visitas

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ANTOLOGÍA DE POEMAS Y RELATOS CORTOS

GRUPO DE NIVEL 7 - 2017

ÍNDICE

¿A modo de prólogo?, de Carles F.                                                        Pag. 3

RELATOS CORTOS

El baúl de los recuerdos, de Maria C.                                                        Pag. 5

 

¿A MODO DE PRÓLOGO?

Podría decirse que aprender una lengua es, en buena medida, ex-ponerse. Es ya un lugar común afirmar que el proceso de aprendizaje de un idioma extranjero es una invitación -con ciertas dosis de coerción, por qué no reconocerlo- a ponerse fuera, es decir, a salir de nosotros mismos y de la casa-mundo de nuestra lengua materna, que es la que solemos habitar normalemente; aunque no por ello deja de ser una afirmación menos cierta. Como tampoco lo es la sensación por todos compartida que ese ex-ponerse se traduce muy a menudo en un quedar ex-puesto: salir de tu casa materna es sentir, por unos momentos, qué podría signfinicar estar a la intemperie. Por suerte, enseguida encontramos en esa nueva lengua palabras, frases, sonidos y ecos de sentidos con los que, con paciencia y ganas, nos vamos construyendo lo que primero es una simple cabaña, pero que a la larga puede llegar a convertirse en una casa tan acogedora como nosotros queramos, que nos librará de ese quedar a la intemperie, ex-puestos a todo.

Si esto fuera un prólogo al uso de una antología de textos, el abajo firmante empezaría explicando cómo se gestó todo el proceso de elaboración de los mismos. Además, se sentiría obligado a resaltar aquello que le hubiera parecido más significativo de cada trabajo. Pero el -digamos- prologuista es perezoso y, por lo tanto, no hará nada de todo esto. Porque, en realidad, esto no es un prólogo, sino una sencilla nota de agredecimiento por toda la valentía que habéis mostrado ex-poniéndoos cada martes aquí en clase, y, muy particularmente, aceptando el reto -o la invitación a jugar- de escribir un texto de creación: en este caso, un poema o un relato corto. Así pues, ¡qué menos que el que os lió en todo esto, si no se atreve él a inventar un simple poemilla, escriba cuatro líneas reconociéndoles a sus alumnos el mérito de lo que han hecho! Y es que no solo os habéis limitado a cumplir con el expediente -aunque más propio sería decir, en nuestro contexto de clase, hacer vuestros deberes- sino que habéis recogido el guante de ese desafío con entusiasmo y habéis aprovechado la ocasión para, entre otras cosas, dejar correr la imaginación, divertiros vosotros y emocionar a los demás y, sobre todo, aprender.

En mis ya muchos años como profesor me he preguntado a menudo cómo se hace esto de aprender una lengua, o formulándomelo de otro modo, si se puede enseñar a aprender. Y, tras muchos cursos de formación y una más que valiosa experiencia, últimamente tiendo más bien a responderme que, si somos sinceros, admitiremos que no hay respuesta cabal. ¿Cómo aprendemos? Aprendemos (o no) y punto, eso es todo. Pero no sabemos cómo ocurre. Ahora bien, sí tengo la intuición de que ese milagro no se obra si no hay un mínimo de esa ex-posición a la que aludíamos al principio. ¡Y qué importante es, pues, contar con un grupo como el vuestro que te permita ex-ponerte sin miedos ni reticencias! Porque no saldremos fuera de nosotros si no hay un buen motivo o alguien que nos acoja y cuide en ese afuera. Lo puedo resumir con las palabras más simples y directas de una buena amiga: las lenguas que he aprendido bien son aquellas en las que he amado.

Y tirando un poco más del hilo, puedo concluir este prólogo que no es, afirmarndo lo obvio: enseñar una lengua extranjera no es im-ponerse, sino que, en buena medida, al igual que el hecho de aprenderla, consiste en un ex-ponerse. Evidentemente, ese punto de contacto no iguala las dos operaciones, siendo mucho más dificultosa la segunda. Ahora bien, eso no significa que enseñar tu propia lengua sea tarea fácil, pues en este caso el acto de salir de uno mismo se traduce, ni más ni menos que en la operación, de entrada no muy natural, de quitarte tu propia piel, ponértela delante y mirarla con los ojos del que la está aprendiendo. En el fondo, para enseñar decentementeno hace falta otra cosa que saber escuchar y observar. Y si eso los profesores no lo hacemos conscientemente, sabemos que ahí estarán esas preguntas, esos errores, esas dificultades y esas invencionesde nuestros alumnos que nos dejarán des-colocados y ex-puestos a la maravilla de un cuerpo -nuestra lengua- que, sin ellos, difícilmente sabríamos que ofrecía tantos rincones y recovecos.

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