Adiós, amor de mi vida
Enviado por Isarlene • 31 de Marzo de 2019 • Trabajo • 732 Palabras (3 Páginas) • 108 Visitas
Adiós, amor de mi vida
Había una vez una adolescente que se enamoró profundamente, y su amor era correspondido.
Él era un par de años mayor, pero la conexión era innegable. Se apoyaban mutuamente. Él era la felicidad de ella, y ella era la de él. Nadie podía negar que eran una hermosa pareja.
Pero esa hermosa pareja tenía un secreto. Él estaba triste. Y por más que ella lo ayudaba a ser feliz, ahí, solo en su habitación, esos horribles pensamientos venían a su mente, y después las lágrimas, y la sangre, y el sentimiento de culpa. Ella sentía que no era suficiente para él, pero nunca se lo dijo, no quería abrumarlo.
A su lado ella era feliz, pero sentía que algo fallaba en esa relación. Aún así, su amor era tan fuerte que se quedó a su lado todo el tiempo que pudo. Ella quería intentarlo.
Sus besos, sus caricias y sus tiernas palabras la hacían sentir como si estuviera volando, pero cada noche, sentía que iba en picada cuando él contaba sus pecados. Eran una montaña rusa de emociones.
El día a día no era fácil para ninguno de los dos, y todo empeoró cuando él se fue a vivir muy lejos. Las constantes llamadas y los mensajes ya no eran suficientes. Ya no podían sentir el calor que su amor irradiaba.
Al ser el nuevo alumno, sus compañeros comenzaron a molestarlo y él se sentía cada vez más solo. Sus padres ignoraban lo que él sentía, y la sangre era cada vez más necesaria para él.
Ella por su parte, se aisló de todos tras su partida. Ya no sonreía, tampoco salía. Lo extrañaba.
A pesar de la distancia trataban de seguir juntos. A veces, él cantaba para ella, y otras, ella bailaba para él. Pero ya no era lo mismo, ahora había una pantalla y miles de kilómetros entre ellos. Pero, dicen que la esperanza es lo último que muere, ¿no?
Creían en su amor, creían que podría superar la distancia y el tiempo, y que el día que sus manos volvieran a juntarse, y sus brazos volvieran a entrelazarse, todo sería como alguna vez fue. Así que ni el tiempo ni la distancia deterioró su amor.
Pero la soledad que los acosaba constantemente ya no los dejaba ser felices. Y los horarios ocupados no les permitían hablar como antes.
Él se deprimió, y ella nunca se enteró. Trataban de sonreír cuando hablaban, pero era muy difícil.
Y así pasaron los meses. Su amor seguía intacto. Su corazón aún latía muy fuerte al recibir un mensaje de buenos días, o cuando él la llamaba princesa, y ella lo llamaba príncipe. Porque eso era él para ella. Un príncipe de brillante armadura que vino a rescatarla de su monótona vida.
Un día, sus horarios eran tan distintos, que la comunicación entre ellos no fue posible. Ella en verdad deseaba hablar con él, y él en verdad la necesitaba. Se vino abajo, y ahí, solo en su habitación, sin poder escuchar su voz, la nostalgia vino a él. Recordó una última vez su dulce olor a primavera, su cálido aliento en su cuello y su dulce tacto al abrazarlo. Y con un último adiós, se despidió de ella y de la vida, recurriendo una última vez a su tan necesitada sangre. Por su mente cruzó una pequeña película de su vida, sus más bellos recuerdos. Todos eran con ella, el gran amor de su vida. Y así, con una sonrisa, y los ojos de su amada como último recuerdo, se rompió esa delgada línea entre la vida y la muerte.
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