Ahí les dejo la tierra Ahora que me están bajando a las entraña de la tierra,

Ahí les dejo la tierra

Ahora que me están bajando a las entraña de la tierra,

recuerdo como me gustaba hacerla brotar entre la palma de mis manos como fuente seca de manantial dormido; ahora que escucho el gruñir de las sogas que abrazan mi cubierta, recuerdo el inocente canto de los grillos en otoño o era en primavera (la verdad eso de las estaciones nunca me lo pude aprender, y eso que mi tía si me mando a la escuela, por que ella no era como las otras viejas secas de vientre y de sesos que aquí en el pueblo abundan; no ella no era así. Los tiempos no son las bayonetas de antes ni las cuentas del rosario del señor cura, ahora hay que saber leer y escribir pa’abrirse pasó en la vida; mi tía me lo decía siempre, siempre, y pos ahora que me están bajando le concedo toda la razón: Me estoy abriendo paso a la vida. A la verdadera). Y es que es interesante de pronto sentirse semilla sembrada por mano humana y regada también con agua humana; ¡y tantas miradas y manos tendientes hacen a uno sentirse importante! ¡Muy importante! Mas ahora que están todas las hermanas de la Tercera Orden: a todas las estoy viendo (por que con eso de  que a mi tía se le ocurrió que me dejaran con los ojos bien abiertos, por que era lo único que tenia bonito… aquí estoy con los ojos de buey hambriento mirando la huesa menta de las hijas de San Francisco). Se detienen. Algo fallo allá arriba. Ahora si que me siento incomoda. No se que profundidad habrá para abajo y el circulo lunesco de arriba se va achicando poco a poco. ¡AH LA CORONA! Me están rezando la corona… pero bendita tía, a esas horas y a mitad del pozo realmente que de pendejadas se les ocurren a las gentes para la despedida total: llantos, flores, cordones, rezos, discursos, desmayos; y sobre todo garras negras. A MI SIEMPRE ME HAN GUSTADO LAS COSAS NEGRAS: los vestidos, la noche, los cuervos y la gente. ¡por fin terminaron! Las cuerdas que sujetan mi estuche siguen dando de si. ¡ya esta! Mucho, señores, encantada de conocerlos; pero por favor no me hagan cosquillas ya tendremos tiempo de disfrutarla, mis queridos vecinos.

¿Qué paso? No avienten puñetazos de tierra, existen para estos casos unas cosas que se llaman palas, eso es, cúbranme. ¡Todo fue tan sencillo! Feliz estancia en la parte que les toca de tierra, ex compañeros.

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