Analisis novela de Rosalía de Castro
Enviado por CED_PALACIOS • 16 de Mayo de 2017 • Síntesis • 489 Palabras (2 Páginas) • 381 Visitas
Tres aspectos de la primera novela de Rosalía de Castro llaman mi atención. En primer lugar, la invitación constante al lector a hacerse partícipe en las tensiones de género que conforman la trama. Con este recurso, la escritora deja en evidencia un interés particular en dirigir la lectura a lo largo de un eje específico con el que se apela a un grupo determinado de posibles receptores: el género femenino oprimido por las leyes de una sociedad hipócrita en la que las mujeres ven restringidos incluso sus sueños. Es precisamente en este sentido que la escritura es para la autora un medio de escape que, como señala en el prólogo a La hija del mar, sirve para aliviar las penas. El choque constante entre ‘civilización’ y ‘libertad’ se convierte en una denuncia de esos dos tipos de opresión que Susan Kirkpatrick ha identificado en los personajes protagónicos: por una parte una opresión sicológica (Teresa) y, por otra, una política (Esperanza). Los puntos en común que comparten estas dos mujeres en la obra obligan a pensar en un segundo asunto que sobresale en la obra: la orfandad como marca definitoria de una posible incapacidad de seguir los esquemas que la sociedad moderna ha demarcado a través de las leyes. La mujer sola, huérfana, casi desamparada, que debe trabajar por la crianza de sus hijos sin el apoyo masculino, aparece en la novela siempre como víctima, aspecto que deja al descubierto nuevamente esa subjetividad que se revela al lector desde el comienzo de la novela y que se refuerza con la invitación constante a la participación solidaria del lector. Esta incapacidad innata de las mujeres de la novela para acoplarse a la sociedad se encuentra en estrecha relación con la locura, tercer y último aspecto que quiero señalar en este comentario. El estado delirante en el que se encuentran las tres mujeres que confluyen en el desenlace de la narración pertenece, a mi ver, a una variación del ‘texto mudo’. Como señala Peter Brooks, el melodrama se caracteriza, entre muchas otras cosas, por dar una relevancia particular a un modelo no lingüístico del gesto (anafórico, en los términos de Julia Kristeva) con el que se busca recuperar el sentido de aquello que otros recursos narrativos no pueden capturar. En La hija del mar, la locura sirve para reafirmar la profundidad de las condiciones emocionales y espirituales a las que se ve sometida la mujer por, en este caso, el personaje masculino, que en la novela opera como el villano prototípico del melodrama. El reconocimiento de que la locura temporal o definitiva de las protagonistas ha sido sólo un síntoma más de la imposibilidad que tiene la mujer para encajar dentro de los parámetros de la sociedad, irremediablemente parece llevar al desenlace desesperanzador con el que Rosalía de Castro concluye la novela.
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