Antigona Comparacion
Enviado por quiromante24 • 21 de Diciembre de 2011 • 3.589 Palabras (15 Páginas) • 2.471 Visitas
CARACTERÍSTICAS DE LA TRAGEDIA GRIEGA
1. Las representaciones teatrales formaban parte de ciertas celebraciones religiosas, principalmente los festivales en honor del dios Dioniso. Las obras solo se representaban en unas fechas concretas del año.
2. Los festivales eran un certamen de competición: se seleccionaban tres poetas trágicos de entre los concursantes. Cada autor presentaba tres tragedias y un drama satírico.
3. Solo se nos han conservado tragedias de autores atenienses. La tragedia más antigua conservada es del 472 a.C. (Los Persas de Esquilo); la más moderna es Edipo en Colono de Sófocles. El argumento de las tragedias griegas está relacionado con algún mito.
4. El coro: su papel fue disminuyendo a partir del siglo V (danzaban a son de la flauta). Es el elemento más relevante de la tragedia. La tragedia se constituye sobre la dualidad entre coro-personaje. El coro permanece en forma semicircular en la orchestra, su función es principalmente lírica; los personajes están en la escena. Si hay alguno del coro que habla en nombre de todos, es el corifeo.
5. Los héroes trágicos están por encima de lo humano; la tragedia los expone no como ejemplos que deben ser imitados, sino como reflexión sobre los límites de la naturaleza humana.
6. Todos los actores y el coro llevaban máscaras adecuadas a su papel (el uso de máscaras posibilita que los actores jueguen con los papeles: un actor con dos personajes / un personaje con dos actores). Llevaban coturnos para que se les viera mejor. Los actores y el coro lo formaban siempre varones, que debían ser ciudadanos atenienses (aunque el personaje fuera femenino).
ESTRUCTURA DE LA TRAGEDIA GRIEGA
1. El prólogo. Parte que precedía la entrada del coro; es un monólogo que explica el argumento y la situación inicial.
2. La párodos. Canto del coro mientras entra. El coro no se va hasta el final de la obra. El coro es otro personaje más de la obra.
3. Los episodios. Escenas de uno o más actores junto al coro.
4. Los estásimos. Cantos del coro desde la orchestra.
5. El éxodo. Escena final tras el último estásimo.
Tres grandes trágicos griegos: Esquilo, Sófocles y Eurípides.
SÓFOCLES
Nacido en los últimos años del siglo V a.C. murió muy anciano hacia el año 406 a.C. La aldea donde nació, Colono, se encontraba a diez estadios de Atenas. Fue, pues, el poeta de Atenas por antonomasia.
Las siete tragedias de Sófocles que se conservan son las siguientes: Áyax, Antígona, Edipo rey, Electra, Las traquinias, Filoctetes y Edipo en Colona.
Antígona es la tragedia máxima de la libertad, la familia y el derecho natural frente al despotismo: la proclamación, al menos conceptual, de la civilización europea.
ARGUMENTO DE ANTÍGONA
El argumento de esta tragedia se desarrolla claro e intrigante, aludiendo a un mito conocido desde los tiempos de Homero. Edipo ya es un personaje casi folclórico desde la antigüedad y su tremendo mito se canta desde el canto XI de la Odisea conformado en todos sus detalles. Sin embargo la fábula que se plantea en Antígona no descansa bajo un sostén puramente sensacionalista e histórico sino más bien en la confrontación de la razón de la Verdad y la razón de la Política en su máxima expresión.
Antígona era la hija de Edipo y Yocasta y hermana de Ismene, de Eteocles y de Polinices. Antígona acompañó a su padre cuando éste, al descubrir el crimen y el incesto que había cometido, partió hacia el exilio después de arrancarse los ojos. Se refugiaron en Colona, un pueblecillo de Ática, donde la muerte trajo finalmente la paz a Edipo. Antígona regresó entonces a Tebas. Eteocles y Polínices, los dos hijos varones del desterrado Edipo, mueren peleando frente a frente en las afueras de Tebas. Eteocles del lado de la ciudad; Polinices del lado de los sitiadores. Creonte, déspota, gobernador y dueño de Tebas, decreta que Eteocles sea enterrado con los honores que correspondían a los héroes que mueren por la patria; y que Polinices, que murió defendiendo el bando de los sitiadores, sea dejado insepulto sobre la tierra, para que, en memoria de su enemistad con los tebanos, se pudra al sol y sea devorado por los buitres. Las tradiciones griegas establecían el deber sagrado de sepultar a los muertos, señalando que en caso contrario el alma del difunto vagaría eternamente sin reposo y nunca podría acceder al reino de las sombras.
Contradiciendo el dictamen del déspota, Antígona, hija también de Edipo, se propone ir por la noche a enterrar a su hermano. Ismene, su hermana, más cobarde, no se atreve a acompañarla. Antígona es sorprendida por los soldados que Creonte ha colocado en el monte para que vigilen el cumplimiento de su decreto: pena de muerte a quien entierre a Polinices. Es llevada ante la presencia del autócrata quien la increpa por su desobediencia. Entre el tirano y la doncella se produce un diálogo que, tomando altura sobre el mero interrogatorio judicial de lo ocurrido, hace chocar la ley natural, la piedad familiar de Antígona, con la voluntad personal y arbitraria del tirano. Es, sin lugar a dudas, una de las escenas más inmortales de la dramaturgia universal. Creonte sentencia según su poder material y físico. Antígona argumenta según la ley que los dioses tienen escrita en el espíritu del corazón humano. Ante la culpa de haber violado las leyes que Creonte había dictado, Antígona se defiende: “No fue por cierto Zeus quien impuso esas leyes; tampoco la Justicia, que vive con los dioses del hades, esas leyes a los hombres dictó”. Aquí se asiste en esa escena al nacimiento de la libertad, de la dignidad humana, de la conciencia personal. Las palabras de Antígona cuando le dice a Creonte que sus decretos no tienen valor ninguno en la región del Hades se ven fortalecidas cuando le grita: “No nací para compartir el odio, sino el amor”. Creonte pronuncia su sentencia de muerte y Antígona es condenada a ser enterrada viva en una cueva, sobre la montaña. Hemón, hijo de Creonte, que amaba a Antígona, es encontrado muerto sobre el cadáver de ella, que se había ahorcado. Fue a libertarla y, al encontrarla muerta, se traspasa el corazón; mientras, su propia madre, la reina Eurídice, esposa de Creonte, se retira de escena al comprobar la doble muerte de su hijo y su prometida. “La Reina -dice el Corifeo- ha desaparecido sin decir palabra, ni buena ni mala”. Se induce que se va y se oculta para sumarse a aquella negra floración de muertes y desastres. Los griegos, amigos de la templanza, cuentan más que representan las muertes de sus personajes dramáticos.
La anticipación de valores humanistas, de temas de nuestra civilización y, sobre todo, su carácter de obra precristiana es lo que da a Antígona su perennidad y su
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