Antología De Poesía
Enviado por • 1 de Julio de 2014 • 3.120 Palabras (13 Páginas) • 243 Visitas
Prologo:
Esta antología habla sobre distintos poemas que recopilamos, algunos son de amor, otros de melancolía, etc.
Con esta antología damos a conocer la variedad de poemas que existen en el mundo y los diferentes autores que lo componen, esperamos disfruten nuestro trabajo y sea de su agrado.
Amor verdadero
No, no aparta a dos almas amadoras
Adverso caso ni cruel porfía:
Nunca mengua el amor ni se desvía,
Y es uno y sin mudanza a todas horas.
Es fanal que borrascas bramadoras
Con inmóviles rayos desafía;
Estrella fija que los barcos guía;
Mides su altura, mas su esencia ignoras.
Amor no sigue la fugaz corriente
De la edad, que deshace los colores
De los floridos labios y mejillas.
Eres eterno, Amor: si esto desmiente
Mi vida, no he sentido tus ardores,
Ni supe comprender tus maravillas.
William Shakespeare…
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
Sor Juana Inés de la Cruz…
Ojos claros
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
Gutiérrez de Cetina…
Miré los muros de la patria mía
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del velo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo…
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mí ingratitud el hielo frío
secó las llagas de mis plantas puras!
Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuánta hermosura soberana:
"mañana le abriremos" respondía
para lo mismo responder mañana!
Lope de Vega…
SONETO XXVII
Amor, amor, un hábito vestí el cual de vuestro paño fue cortado; al vestir ancho fue, más apretado y estrecho cuando estuvo sobre mí. Después acá de lo que consentí, tal arrepentimiento me ha tomado, que pruebo alguna vez, de congojado, a romper esto en que yo me metí. Más ¿quién podrá de este hábito librarse, teniendo tan contraria su natura, que con él ha venido a conformarse? si alguna parte queda por ventura de mi razón, por mí no osa mostrarse; que en tal contradicción no está segura.
Garcilaso de la Vega…
LENTA HUMEDAD
Sombra feliz del cabello
que se arrastra cuando el sol va a ponerse,
como juncos abiertos- es ya tarde;
fría humedad lasciva, casi polvo
Una ceniza delicada,
la secreta entraña del junco,
esa delicada sierpe sin veneno
cuya mirada verde no lastima.
Adiós. El sol ondea
...