Análisis de la novela "Tiempos Difíciles" Charles Dickens
Enviado por doratina7 • 14 de Mayo de 2013 • 1.714 Palabras (7 Páginas) • 1.056 Visitas
Tiempos difíciles
Dickens describió las condiciones horrorosas de vida de los pueblos-fábrica; predicó que los pobres tenían derecho a la misma justicia, las mismas condiciones sanitarias y la misma libertad que los ricos; atacó todo clase de peste pública, especialmente a aquellos cuyo amor por lo público era realmente un amor hacia la publicidad; y sobre todo, ridiculizó la mentalidad típicamente burocrática que sustituía la exactitud científica por la realidad imaginativa, convencido de que los hechos y las cifras eran demasiado importantes, mientras que la fantasía estaba por debajo del desprecio. [Pearson 211]
Puede que Tiempos difíciles sea la novela más comprometida de Charles Dickens; algo reseñable habida cuenta de que es un escritor al que no se puede acusar de no reflejar con minuciosidad y penetración la sociedad de su tiempo. En esta novela, sin embargo, esa actitud crítica y que tan pocos seguidores parece ostentar hoy día se ve llevada al límite al dedicarse a la observación de un entorno fabril y obrero, elementos que el autor inglés utilizó para mostrar sin piedad las desigualdades sociales que provocó la revolución industrial (y que, por desgracia, aún colean en nuestro tiempo).
Quizá el rasgo menos interesante del libro sea lo marcado del carácter de sus personajes. Es cierto que Dickens suele construir protagonistas que rozan el arquetipo, pero en esta ocasión esa característica bordea en ocasiones el sentimentalismo más ramplón, al retratar, por ejemplo, a patronos sin escrúpulos o a abnegadas empleadas. La mirada del inglés no es imparcial, desde luego, y es lógico que en una historia tejida con estos mimbres se decante por mostrar cierta piedad hacia los caracteres más desfavorecidos; no obstante, algunos pasajes se resienten mucho, y pienso sobre todo en determinados momentos trágicos que rozan el melodrama.
Más allá de este aspecto, Tiempos difíciles es una novela inmensa, con una trama sobrecogedora por lo que de verdad hay en ella (insisto: el paso del tiempo sólo ha hecho que las tesis del libro sean más válidas si cabe) y que, como casi todas las obras de Dickens, engancha desde el mismo comienzo gracias al enorme talento narrativo de su autor. Valga el ejemplo de la descripción inicial de Coketown, lugar donde se desarrolla la historia:
Coketown era una ciudad de ladrillos rojos, o de ladrillos que habrían sido rojos si el humo y las cenizas lo hubieran permitido. [...] Coketown contenía varias calles muy grandes, todas muy semejantes unas a otras, y muchas calles pequeñas todavía más parecidas entre sí, habitadas por personas también iguales unas a otras, que entraban y salían todas a las mismas horas, produciendo el mismo ruido sobre las mismas aceras, para hacer el mismo trabajo, y para quienes todos los días eran iguales, sin diferencias entre el ayer y el mañana, y todos los años la repetición de los anteriores y de los siguientes.
Pero lo que causa admiración en este libro es, por encima de todo, el brutal retrato que hace el maestro inglés de la clase dirigente en un momento de la Historia en el que el poder del dinero se impuso definitivamente al sentido común y del trabajo. La figura de Josiah Bounderby, aunque esté dotada con algunos rasgos tópicos, es una de las creaciones más geniales salidas de la pluma de un autor que ha dejado protagonistas inmortales en la historia de la Literatura. La descripción feroz de los empresarios que durante los albores de la industrialización se enriquecieron con el sudor y la sangre de otros hombres es descarnada y, por desgracia, bastante real. Esos prohombres sin escrúpulos son mostrados sin doblez alguno, con sus rasgos más elementales expuestos a los ojos de unos lectores, los de entonces, que quizá aún confiaban en su probidad. Dice Dickens al hablar de Bounderby que estos notables se lamentaban por sus circunstancias «cada vez que no se le dejaba campar por completo a sus anchas y se proponía que se le considerase responsable de las consecuencias de algunos de sus actos». Toda una declaración de principios y una verdad incontestable.
Y es que la desidia y el egoísmo de las clases superiores se muestran con una crudeza sutil, pero inmisericorde. La clase que debería regir los destinos del pueblo y solventar los problemas parece ser, bajo la pluma del autor, una simple caterva de individuos preocupados sólo por su enriquecimiento. «Son ellos los que se tienen que ocupar [de arreglar los problemas]», afirma Stephen Blackpool, el obrero protagonista de la obra, «si no, ¿de qué se encargan?» Esa simple pregunta está llena de malicia y de inteligencia: la inocencia de los empleados, de los pobres, de los menesterosos, es mansa, pero percibe todo lo que ocurre. El hecho de que los desgraciados sean como las gotas del mar (se dice en otro momento) no implica que sus vidas sean tan especiales e importantes como las de cualquier ser humano.
La novela de Dickens, “Tiempos difíciles” se desarrolla en Inglaterra en
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