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Análisis de texto argumentativo. La subversión de los jóvenes


Enviado por   •  24 de Junio de 2019  •  Trabajo  •  858 Palabras (4 Páginas)  •  294 Visitas

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Columnistas

Domingo 14 de abril de 2013

La subversión de los jóvenes

"Los estudiantes reclaman una sociedad donde sea el esfuerzo de cada uno, y no la cuna, lo que pese: es el mismo ideal que subyace al capitalismo. ¡solo que los jóvenes se lo toman en serio!..."

  

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Carlos Peña

¿Qué explica el descontento estudiantil, las quejas de esta nueva generación que salió, por enésima vez, a la calle?


Indagar en esos reclamos, para descubrir los motivos que le subyacen, puede ayudar a hacerlos más complejos, a evitar la estilización que los reduce a simples consignas y, sobre todo, la sensiblería de algunos viejos que se apresuran simplemente a aplaudirlos.
Desde luego hay aquí una cuestión generacional. Cada generación, sugirió Ortega y Gasset, mira la historia y se mira a sí misma desde un piso, más alto o más bajo, que la anterior. En la escalera de la historia, las generaciones están en escalones distintos. Por eso la más joven juzga a la más vieja no sólo por lo que hizo, sino también por lo que no fue capaz de hacer. Lacan agrega otro dato: los seres humanos ven la historia presos de una ilusión retrospectiva, juzgan el ayer desde lo que son hoy y por eso casi nunca son capaces de comprenderlo.
Así, no es raro que la generación más educada y llena de expectativas que todas las anteriores que en Chile han existido, se muestre hoy descontenta. La vida es un progreso de deseo en deseo, no de disfrute en disfrute. Y está bien que así ocurra. La insatisfacción es el motor de la historia y la meseta de la conformidad lo que la contiene.
Se suma a lo anterior lo que Bourdieu llama efecto de histéresis: los sectores sociales históricamente excluidos experimentan una gran frustración cuando acceden a los bienes que antes les fueron negados. Y es que esos bienes hoy día ya no son los mismos. Ahora que se han masificado dejaron de ser los sucedáneos de títulos de nobleza que eran cuando los excluidos los miraban a lo lejos. Es la paradoja de estos días: hay mayor acceso, pero esa es también la causa del creciente enojo.


Pero esos motivos -por llamarlos de algún modo, generacionales- no son los únicos. Hay todavía otros de más largo alcance.


Los últimos años, Chile han estado conducido por una élite -un puñado de expertos- que hegemonizó la esfera pública y presumió de tener línea directa con la realidad en cuestiones como la educación o la salud. La percepción es que esa élite desplazó a los ciudadanos y les impidió autogobernarse. Hoy los ciudadanos -y de paso quienes tienen conciencia de élite pero se sienten desplazados- quieren tomarse revancha.


Pero el combustible principal de los jóvenes es el anhelo, cada vez más extendido en la esfera pública y en la cultura, que cada vida humana dependa ante todo de sí misma, y que la medida del bienestar que cada uno alcance sea fruto del esfuerzo personal en vez de ser la simple sombra de la cuna. Una sociedad donde sea el esfuerzo y no la herencia -lo adquirido mediante el talento y no lo adscrito por la historia- aquello que decida el destino de cada uno. Lo llamativo de este ideal, que los jóvenes han enarbolado una y otra vez, es que se trata del mismo que subyace a la modernización capitalista. ¡La novedad consiste en que los jóvenes se lo toman en serio!

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