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Baudelaire


Enviado por   •  15 de Enero de 2014  •  495 Palabras (2 Páginas)  •  245 Visitas

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Introducción

Este trabajo surgió de una pregunta: ¿es posible postular un centro en la obra de Borges? Ante una obra de vastas y laberínticas dimensiones, es posible sentirse extraviado y desear un principio de orden, una especie de hilo de Ariadna. Esa pregunta por el centro -ingenua, pues postular un centro de algo virtualmente infinito es absurdo, aunque legítimo como medio de orientación- fue motivada por la lectura de El Agua y los Sueños de Gastón Bachelard (1996), obra que me ayudó a fortalecer esta intuición: el lugar privilegiado que ocupa la metáfora del río y el tiempo en la obra de Borges implica que el tiempo es el tema central de esta obra.

Entonces consideré pertinente realizar una indagación de la obra de Borges que tuviera como base el análisis de la metáfora de Heráclito, convencido de que así, de manera indirecta, abordaría el tema filosófico predominante en aquella obra: el tiempo.

Al acometer esta empresa, me animaba una creencia: la fuerza de la metáfora de Heráclito, patente en el hecho de que ha sobrevivido a la corrupción y al olvido, depende, en buena medida, de su formulación lingüística original. Por tal motivo, le he dedicado algunas páginas a la traducción y al análisis del fragmento de Heráclito en su versión griega. Así intento tender un puente entre Borges y la antigüedad griega, es decir, entre el presente y la tradición. Al analizar uno de los temas recurrentes en la obra de Borges, el del laberinto, y algunos de sus rasgos estilísticos y recursos técnicos, tales como la brevedad, la adjetivación, la hipálage y la máscara, pretendo mostrar el vínculo que hay entre todos esos aspectos y el tema del tiempo.

1. Borges y el centro de su laberinto

Según Gadamer (1977), la lectura es una forma de la conversación, una conversación con el texto, una conversación hermenéutica, después de la cual el lector ya no puede seguir siendo el mismo que era:

“La lectura comprensiva no es repetición de algo pasado, sino participación en un sentido presente” (Gadamer, 1977: 471).

De ese modo, la lectura constituye una experiencia tan decisiva en nuestras vidas como pueden serlo el amor, el fracaso o el dolor. Así, la lectura de El agua y los sueños de Gaston Bachelard ha alterado la idea que tenía acerca de la obra de Borges. Supongo que esa alteración es un esclarecimiento, una mejor comprensión. En efecto, antes de leer la obra de Bachelard, la imagen que yo tenía de lo que podría llamarse el universo poético de Borges carecía de un principio unificador que fuera capaz de vincular, de manera clara y consistente, ciertos temas que ejercen una fuerte gravitación en el conjunto de esta obra. Me parecía que esos temas -la metáfora del río y el tiempo, el laberinto, el espejo- obraban como galaxias autónomas o como soles que ejercían su influencia sobre ese universo poético, sin que pudiera determinarse una

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