Bella y peligrosa

Bella y peligrosa

Escueto se ve el recorrido de nuestra carretera sobre la Rumorosa, las montañas rojizas y adornadas con formas esculpidas por Dios mismo, un trayecto relajante y sereno, y para otros agonizante y temido por sus curvas cual bella mujer. Tesoro de Baja California.

Pero esta maravilla de relieve está ahogada de profundos secretos, que a lo largo de los años se han ido descubriendo a través de las vocales de la población mexicalense.

En los inicios de los años cincuenta del siglo pasado, la fuente economía principal de los 120 mil habitantes del recién legalizado municipio de Mexicali era la agricultura y la pizca de algodón. Su producción abrió una oportunidad de comercio y de exportación. Ya se contaba con otras fuentes de ingreso como lo era la Cervecería de Mexicali donde se producía cerveza casera.

Según lo que han contado, un joven de aspecto robusto y fornido, de unos veintitrés años, tuvo la ilustre idea de trabajar de trailero. Este hombre se acababa de casar con una mujer del Valle de Mexicali, ella era de buen parecido y se dice que era 6 años menor que él.

Este matrimonio estaba lleno de esperanza y con ganas de salir adelante. Y así, fue el joven a realizar su primer trabajo, se despidió de su mujer y dándole vida al motor de su bestia de carga emprendió camino al lugar del producto.

Parecía un trabajo fácil, era un trasiego a Sonora, no había gran dificultad, era un camino ancho y tranquilo para recorrer. Al volver a su hogar la joven corrió hacia los brazos de su marido.

—No sabes cómo me has puesto— dijo su amada.

El hombre solo sonrió y la puso en su hombro para que humedeciera con sus ojos su camiseta a cuadros.

Al cabo de tres viajes más el trailero podía demostrar los frutos de su trabajo, la paga le dio para poder comprarle un televisor a su mujer, para que mantuviera un poco lejos sus preocupaciones. Su hogar era una casa humilde y la adquisición reciente (y considerada lujosa) pudo alzar un poco más la imagen de su familia.

Cada domingo que tenían libre asistían a la misa de su parroquia más cercana, eran católicos devotos, algo visto normal porque la mayoría de la población era la religión católica cristiana. Terminando la celebración volvían a su casa a pasar el rato viendo películas del cine de oro con Pedro Infante cómo principal actor.

El tiempo pasó, y a medida que avanzaban monetariamente, más tiempo pasaba fuera el trailero. Ya casi no podía realizar sus actividades de domingo, ni de cualquier otro día como pareja. La desesperanza fue tal que la mujer buscó consuelo en los brazos de otro hombre, era el mecánico de su marido.

Un día el trailero llego antes de lo esperado a suya contaminado hogar, se llevó triste sorpresa al ver a su amada siendo infiel. El mecánico se esfumó en cuanto tuvo oportunidad, pero la pobre mujer no tuvo a donde ir. El esposo la golpeó dominado por la ira, nunca le había sucedido tal desdicha. La mujer aceptó su culpa y le pidió a su marido que lo volvieran a intentar, cosa que él veía difícil, pero creyó que no sería bien visto su divorcio por la comunidad y accedió a la propuesta.

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