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Enviado por   •  12 de Junio de 2012  •  543 Palabras (3 Páginas)  •  339 Visitas

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BOMBAS CONVENCIONALES

La clasificación de las armas no tiene sentido

Convencionales o no, matan civiles

La distinción entre armas convencionales (lícitas) y armas de destrucción masiva (ilícitas) resulta infundada, además de ajena a los sufrimientos humanos que unas y otras producen. La miniaturización y la dosificación de los efectos hacen pasar subrepticiamente a la misma arma de un rubro a otro. Simultáneamente, se borra la frontera entre ataques anti-fuerzas militares y ataques anti-ciudades, a favor de la noción de “objetivos militares legítimos” que incluyen sedes de prensa, como se vio en la guerra de la OTAN contra Serbia y en la reciente invasión a Irak.

¿Cuál es el fundamento de la distinción entre armas convencionales y armas no convencionales (nucleares, radioactivas, biológicas y químicas, llamadas NRBQ o armas especiales), oportunamente consideradas armas de destrucción masiva? ¿El criterio de discriminación se funda en su poder mortal desmesurado o en un mecanismo de acción letal bárbaro? En otras palabras, ¿se trata de criterios cuantitativos o cualitativos? Para cualquier médico, la clasificación mecánica basada en los efectos o en los sistemas de acción del armamento, no sólo es inaceptable a raíz del sufrimiento que causan a la población, sino además infundada. El poder de fuego de las armas convencionales es tan mortífero como los efectos de las llamadas armas especiales. Las campañas de bombardeos aéreos masivos y sistemáticos desde gran altura, parte integrante de la doctrina oficial de los países supuestamente civilizados desde hace más de cincuenta años, rivalizan en poder destructivo con las actuales armas NRBQ. Sin embargo, las más atroces armas convencionales despiertan escasa reprobación oficial. Los tratados y las declaraciones de intención son incapaces de erradicar, entre otras armas, las minas antipersonales o las municiones de fragmentación, que mutilan a los campesinos y a los niños en las zonas rurales.

Por su parte los terroristas, tan pragmáticos como inhumanos, suelen recurrir a medios convencionales de probada eficacia: bombas caseras, vehículos cargados de explosivos, lanzagranadas. Un kamikaze que hace estallar su carga explosiva en un lugar público mata más personas que los 39 Scud iraquíes disparados contra Israel durante la primera guerra del Golfo

(1991). Un solo hombre basta para disparar un misil Sam-7, capaz de derribar un avión durante el despegue y causar cientos de muertos; un avión secuestrado por un pequeño comando suicida puede derribar un enorme edificio y causar miles de muertos.

Asimismo, el atentado con gas sarín cometido por la secta Aum en el metro de Tokio, el 20 de marzo de 1995, causó la muerte de doce personas; las cartas con ántrax mataron otras cinco en Estados Unidos en el otoño de 2001, y los atentados explosivos de Bali y de Grozny dejaron 192 muertos el primero

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