Casas Muertas

CAPITULO II

Carmen Rosa no concilió el sueño, en su cuarto se podían ver las sombras de las ruinas de la casa vecina, era una casa muerta entre montones de casas muertas, de una época desaparecida.

Su hermana Martha se concentraba en inventar historias de muñecas, ogros y finales felices. Carmen rosa se dedicaba a reconstruir los muros de aquel pueblo perdido, poblar las casas deshabitadas, en base a las historias de aquel Ortiz derrumbado.

Ella iba recolectando entre las personas mayores fragmentos del pasado para reedificar aquella ciudad muerta. Todos los mayores sabían que ella era una niña muy curiosa. Parecía disgustarles pero todo lo contrario si ella dejaba de asistir a la casa parroquial o a la bodega las personas solían ir a preguntar que le sucedía que si se habían aburrido de sus historias.

Hermelinda de la casa parroquial quien había vivido en la casa parroquial desde muy pequeña, le contaba a Carmen Rosa un Ortiz desde los curas que habían pasado por el. Le gustaba mucho hablar del Padre Franceschini, quien era según ella santo y testarudo celebraba procesiones. El obispo Franceschini tenía como objetivo convertir aquella iglesia en una de las más bellas de la provincia. Pero llego la fiebre amarilla en el 90, junto conotras enfermedades. Se esfumo el sueño del padre y la iglesia quedó a medio construir. Luego comenzaron a venir muchos padres pero ninguno soportaba la situación hasta que llego el padre Tinedo quien no era para nada parecido con el obispo FRancheschi. Tinedo era un hombre de pueblo con sotana. Tomaba aguardiente pero estaba muy dispuesto a ayudar a todas las casas en las que hambrunas hubieran.

El señor Cartaya era el señor mas sabio y conocido del pueblo, quien estaba enamorado de Isabela Teresa, pero nunca se lo dijo, esta se casó con un general y se marchó de Ortiz El señor Cartaya le habla a Carmen Rosa de los fuegos artificiales, festividades, amaneceres, guerrillas famélicas, festividades y hablaba de retazos de vidas de la gente perteneciente a la religión. Como la historia de Juan Ramón Rondón.

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