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Cien años De Soledad


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  6.840 Palabras (28 Páginas)  •  282 Visitas

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En torno al sentido de cien años de soledad

"De Cien años de soledad se han escrito toneladas de papeles, pero nadie ha tocado el punto sobre la idea de que la soledad es lo contrario de la solidaridad y que es la esencia del libro. Eso explica la frustación de los Buendía, la frustración de Macondo. Y aquí hay un concepto político: la soledad considerada como negación de la solidaridad. Y nadie lo ha visto o por lo menos nadie lo ha dicho. La frustración de los Buendía proviene de su soledad o sea de su falta de solidaridad, la frustración de Macondo viene de ahí y la frustración de todo, de todo, de todo."

La soledad es un lugar común en la vida contemporánea. El ciudadano que transita entre la muchedumbre sin conocer a nadie, el funcionario que trabaja durante años sin conectarse profundamente con sus compañeros, las personas que viven y mueren solas en ciudades y hospitales atiborrados de semejantes

indiferentes ; todos viven soledades conmovedoras que, sin embargo, no llegan a sospechar sus fundamentos: que la soledad es un producto de relaciones humanas que niegan la articulación productiva que crea y mantiene a los grupos humanos vivos sobre la tierra. Porque la vida del hombre no es individual (solitaria) salvo como una ilusión, producto del ocultamiento de sus condiciones de existencia. Los seres humanos sólo son tales si algún grupo humano les ha enseñado el lenguaje, cultiva sus alimentos y permite su especialización.

En ese sentido es que se propone una lectura de Macondo como la imagen metafórica de la frustración del camino que conduce a la solidaridad, del avance cotidiano hacia la fundación de la comunidad que considere nuestros requerimientos reales superando las ideologías de los humanos desechables, que deben ser eliminados para que unos pocos alcancen las delicias de la "modernidad".

Los dos grandes temas de ]Cien años de soledad, son -siguiendo a su título, el tiempo y la soledad. Sin embargo, ellos no pueden ser leídos separadamente, ya que es precisamente la presencia de la soledad -como un fenómeno superable, como alienación - aquello que aisla al sujeto con respecto a la conciencia del tiempo, es decir, el transcurso histórico, como progreso colectivo. Por eso, el análisis que se inicia sobre la soledad necesariamente irá remitiendo al tiempo, en su carácter de historia.

La descripción de la soledad y sus intentos de superación -frustrados- es una de las vertientes de análisis que permiten explicar esta novela.

Esta aproximación temática se inicia con la presentación del árbol genealógico de la familia Buendía, que se irá explicando en el transcurso del análisis, pero que permite iniciar la lectura con este esquema que resume la reiteración de los nombres en las distintas generaciones y la presencia permanente del incesto como anhelo detrás de la mayor parte de los grandes amores de esta familia.

Los padres fundadores, José Arcadio y Ursula, viven un matrimonio que retarda su culminación porque ella lo considera incestuoso; los dos hijos varones: José Arcadio hijo y Aureliano, manifiestan en el relato el deseo sexual hacia su madre; la hija, Amaranta, es acusada por uno de sus pretendientes de rechazarlo por estar enamorada de su hermano Aureliano; los nietos: Arcadio desea acostarse con Pilar Ternera, sin saber que es su madre y ella lo evita con la participación de Santa Sofía de la Piedad. Aureliano José desea acostarse con su tía Amaranta y lo señala como una de las razones por las que va a la guerra (p. 132). En la siguiente generación, el incesto pierde importancia hasta encontrar su culminación en la

relación del último Aureliano con su tía Amaranta Ursula.

En la novela, la soledad es hereditaria, se sufre como una maldición que no puede ser superada: el coronel Aureliano Buendía nace con un aire solitario que lo acompañará toda su vida: "La adolescencia le había quitado la dulzura de la voz y lo había vuelto silencioso y definitivamente solitario." Volvió de la guerra "más solitario que nunca" (p.111); y mientras se moría: "le vio otra vez la cara a su soledad miserable". (229) Los diecisiete Aurelianos se distinguen por la soledad: "...llevaron niños de todas las edades, de todos los colores, pero todos varones, y todos con un aire de soledad que no permitía poner en duda su parentesco." (p. 133) (p. 178) Los gemelos se diferenciaron en todo, pero "lo único que conservaron en común fue el aire solitario de la familia." (p. 160) "Meme no revelaba todavía el sino solitario de la familia." (p. 223) Lo mismo sucede con Aureliano Babilonia: "...muy pronto se vio que era un legítimo Aureliano Buendía, con sus pómulos altos, su mirada de asombro y su aire solitario" (p. 269); por eso lo identificó Pilar Ternera: "...marcado para siempre y desde el principio del mundo por la viruela de la soledad." (p. 333) En fin, las personas nacen solas, traen la soledad impresa en forma indeleble y están predestinados a sufrir su aislamiento como una enfermedad incurable.

No existen formas -en la novela- de superar esta soledad en el contacto familiar de comprensión y ayuda, por el contrario, cada vez que algún personaje tiene un problema, se encierra más aún en su aislamiento: José Arcadio ante su no deseada paternidad: "Ansioso de soledad, mordido por un virulento rencor ante el mundo..." (p. 34).

La soledad aparece como un refugio para José Arcadio Segundo: "... lo único que perturbaba su soledad eran las entradas y salidas de Santa Sofía de la Piedad..." (p. 265). O como un espacio neutro en el que no hay tristezas, pero tampoco alegrías: "Remedios la bella se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas..." (p. 204) "Se hubiera dicho que (Amaranta) bordaba durante el día, y desbordaba en la noche, y no con la esperanza de derrotar en esa forma la soledad, sino todo lo contrario, para sustentarla." (p. 222).

Incluso en los momentos en que la convivencia es muy cercana se mantiene el aislamiento: "Aun en esas circunstancias, Aureliano y Fernanda no compartieron la soledad, sino que siguieron viviendo cada uno en la suya." (p. 305).

Es decir, el contacto humano -personal o social- es inútil: las personas están distanciadas por la incomprensión, el olvido, o la negación de su existencia: José Arcadio Buendía "... adquirió el hábito de hablar a solas, paseándose por la casa sin hacer caso de nadie, mientras Ursula y los niños se partían el espinazo en la huerta."(p. 11) Ante los 17 Aurelianos, en lugar de afecto o preocupación, el coronel "... se sintió disperso, repetido y más solitario que nunca."

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