Complementacion estudaintil
Enviado por lusia. • 23 de Mayo de 2016 • Ensayo • 1.680 Palabras (7 Páginas) • 289 Visitas
En el caso de que la eutanasia sea llevada a cabo a través de una acción, se trata de eutanasia activa. En el caso de que se trate de la privación de una asistencia médica todavía válida y debida, se trata de eutanasia omisiva. No hay obligación de recibir o de prolongar un tratamiento que es considerado ineficaz por la profesión médica. Esta práctica es considerada como ética y legal siempre que la intención del médico sea aliviar el dolor y otros síntomas y no provocar la muerte. En algunas circunstancias vivir es peor que morir, ya que el dolor y el sufrimiento causado por una enfermedad terminal pueden hacer la vida tan agonizante y difícil de llevar que la muerte puede parecer un "acto humanitario" y se considera racional que el médico ayude al suicidio como una forma de morir. Para el enfermo terminal, el sufrimiento puede ir más allá del dolor como resultado de las condiciones en que se encuentra y estas hacer la vida insoportable, como por ejemplo: la progresiva pérdida de movimiento y actividad, la dependencia de otros, etc. La vida pierde toda significado, de forma que la muerte es preferible. El respeto por el derecho de las personas requiere el reconocer cómo vivir sus vidas. Esto incluye como morir y elegir el destino. De tal forma se propone el derecho de evitar el sufrimiento intolerable ejerciendo una acción sobre la forma de morir. Lo que está en discusión es ser libre para tomar responsabilidades sobre la propia vida, de la cual es parte la muerte. Cada persona tiene un nivel de tolerancia para el sufrimiento y por tanto no existe una que se pueda aplicar a todos acerca de cuándo la vida se hace insoportable. Por ello es necesario que el paciente ejerza su derecho. Algunos autores creen que existe el derecho a cometer suicidio y que no debe haber restricciones sobre la forma en que uno decida. El Mundo no tendría derecho a privar al paciente de su libertad de quitarse la vida. El derecho del paciente a la autodeterminación ha sido un argumento central en favor de la eutanasia. Pero a menudo el paciente implica a otra persona para que intervenga y lo ayude a morir. Un enfermo terminal no es capaz físicamente de llevar a cabo la opción del suicidio. Se disminuiría además la ansiedad en futuros pacientes si saben que existe la posibilidad de que un médico les asista en el suicidio. Además, hay que considerar que aun con un adecuado cuidado, hay casos en que no es posible evitar el dolor y no tener compasión por el que sufre. El médico actúa para el beneficio pacientes terminales para aliviar el dolor y el sufrimiento. Bajo esta forma de pensar, la eutanasia es considerada un acto virtuoso. El no abandonar al enfermo ha sido parte del cuidado tradicional ejercido por el médico. Se juzga que el que el médico asista al enfermo en su suicidio es una forma de ejercer el principio ético de no abandonarlo. Hoy día, los médicos son considerados los candidatos lógicos para buscar ayuda en el morir. Las personas en general y los profesionales consideran positiva la despenalización de la eutanasia, de forma que ningún médico que siga ciertas direcciones puede ser penalizado por la justicia por cometer este acto. Las direcciones son: el enfermo tiene que ser competente y pedir voluntariamente la muerte después de haber sido aconsejado; su sufrimiento tiene que ser insoportable, no puede haber forma de hacérselo soportable al enfermo, y el juicio del médico con respecto al diagnóstico y el pronóstico debe ser confirmado por otro médico. En muchas jurisdicciones el suicidio o el intento de suicidio es un acto que no está penalizado. Los estudios de investigación demuestran que la mayor parte de los suicidios resultan de enfermedades mentales transitorias, generalmente la depresión. Sin embargo, la razón por la que los enfermos terminales desean acortar el proceso de la muerte es terminar con su sufrimiento. Esto hace surgir el concepto de suicidio racional. Si nuestra sociedad ha sido capaz de reconocer que la vida puede ser lo suficientemente irresistible bajo tratamientos de sostenimiento vital, tales como la ventilación mecánica o las máquinas de diálisis, y que estas intervenciones médicas pueden ser discontinuadas o abstenerse de ellas (lo que algunos llaman eutanasia pasiva), entonces también la vida puede ser lo suficientemente irresistible como para justificar la eutanasia activa. A los médicos se les permite dar dosis en aumento de narcóticos cuando el dolor es severo o al menos se presume, siempre que la intención sea aliviar el sufrimiento, a sabiendas de que estas drogas pueden afectar la respiración y acelerar la muerte. La Medicina moderna nos permite sobrevivir por mucho más tiempo del que podemos cuidarnos a nosotros mismos, existe un deber o responsabilidad de morir en consideración a los seres queridos, en quienes recaerá el peso económico. En una sociedad en que la disponibilidad de recursos para la práctica médica se halla muy restringida, puede no ser ético el embarcarse en tratamientos extremadamente caros para enfermos terminales. Desde el punto de vista religioso se considera ético el pedir suicidio asistido o eutanasia por amor a los parientes cercanos, considerando que en la doctrina cristiana hay instancias en que matar está justificado y a que se puede considerar que la aceptación de Cristo de la cruz, o la aceptación de la muerte de los mártires, es un acto equivalente al suicidio, ya que pudiendo evitar la muerte, la aceptaron, donando su vida por los demás. Prácticamente todas las tradiciones religiosas consideran la vida como un don de Dios, que nos es dado y retirado en el momento que él elige; el suicidio no puede ser nunca una opción ética. Ya Aristóteles afirmó que el suicidio es un acto injusto y no puede ser permitido, no porque vaya en contra del individuo, sino porque va en contra de la comunidad. Además la vida humana tiene un valor y dignidad en sí misma a causa de que se trata de la vida de una persona. La vida física de la persona y condición para su existencia, es un valor fundamental de la persona y por lo tanto tampoco puede ser declarada a la disposición de otros. Por otra parte, como cristianos, creemos que Dios sostiene a las personas en el sufrimiento y, por lo tanto, buscar activamente el final de la vida representa una falta de fe en la promesa Divina. El quitar la vida es usurpar lo que tiene preparado Dios sobre la vida de cada uno. También como cristianos tenemos la obligación de apoyar y estar con aquellos que sufren y creemos que el sufrimiento nos acerca a Cristo. Esto nos identifica con su cruz. Parte del problema con el debate actual sobre la eutanasia está en que no se da ningún valor al sufrimiento, cuando este puede ser ocasión para que la persona profundice en su propia existencia, se reconcilie y encuentre un sentido transcendente a su vida. El dolor y el sufrimiento es algo que no interesa, que no conviene, de lo que es mejor no hablar. El hombre de hoy tiene muy poca tolerancia ante el dolor, más bien lo teme. Este temor se debe a poner una excesiva preocupación en el cuerpo, olvidándose del ser espiritual, a poner como meta placeres momentáneos de la vida, y al progreso de la técnica, en que gracias al tratamiento del dolor por analgésicos y por el uso de la anestesia, el hombre de hoy está mucho menos familiarizado con el dolor que sus antecesores y, por tanto, le teme más. Ha llegado a rechazarse tanto el dolor, que se acepta más la muerte que el dolor o el sufrimiento. El proceso de no aceptar el sufrimiento está dando como resultado la aceptación social de la eutanasia. El sufrimiento, sin embargo, da lugar a una experiencia espiritual y se puede encontrar significado a la vida que queda cuando uno se enfrenta a una enfermedad que no tiene curación. La espiritualidad fortifica a la persona que sufre y la capacita para aceptar la condición en que se encuentra.
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