ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Comprensión Lectora


Enviado por   •  22 de Agosto de 2014  •  1.390 Palabras (6 Páginas)  •  244 Visitas

Página 1 de 6

La preocupación por las muy pocas o nulas horas que los jóvenes dedican a la lectura se ha convertido en un lugar común. Las imágenes más divulgadas por los medios de formación de masas presenta a los jóvenes como una repetición del obrero manchesteriano del siglo XIX en día festivo: borracheras, crueldad hacia las mujeres, enfrentamientos con las fuerzas del orden, conducta temeraria con resultado de muerte (hoy ya mecanizada), y todos los rituales adyacentes a la desesperación, desde los juegos de azar y la prostitución, al deporte entendido como medio de embrutecimiento de la conciencia. Ésta es, sobre todo, la imagen espectacular de lo juvenil. Una imagen más objetiva presentaría a los jóvenes como individuos idénticos a sus progenitores. El comportamiento de un muchacho o muchacha de 12 ó 14 años, incluso de 18, no presenta apenas diferencias con el de sus padres, en especial si éstos se encuentran en el paro. Son los adultos, en todo caso, los que sufren un proceso de infantilización. Con diferencia, son los adultos quienes menos leen.

LA MIRADA SIN TIEMPO

Si sólo se enjuicia desde la caída de algún índice productivo o económico, la preocupación por el descenso de la lectura es una trivialidad. Renunciar a la lectura, en términos cuantitativos significa, tan sólo, renunciar a un derecho exclusivamente burgués: la extensión democrática de la alfabetización. Un derecho que seguramente ya ha agotado su necesidad histórica y al que se puede renunciar sin menoscabo alguno de la dignidad, como tantas culturas orales atestiguan. Pero la desaparición de la lectura (en realidad habría que decir: su desplazamiento por los nuevos soportes como el vídeo, el láser-disc, etc.) toma otro aspecto si se la considera como un bloqueo u ocultación de la presencia de los muertos. En términos cualitativos, y no cuantitativos, la desaparición de la lectura ciega el conducto por el cual la sociedad actual, todavía heredera de la sociedad moderna, puede consultar con su origen, su pasado y su memoria. Clausurar esa puerta de la palabra, dado que ya no queda ninguna más por el monopolio de la imagen, tiene consecuencias colosales. Entre otras la de borrar toda diferencia lingüística entre el bien y el mal, mediante el deslizamiento de los juicios, de los enunciados a las imágenes. Hasta hace doscientos años lo bello era el resplan- dor de la verdad. Ahora entramos en una era en la que quizá lo único verdadero sea el Resplandor de lo bello; una era de artisticidad criminal cuyos compases de obertura habrían sido las carnicerías simbólicas de Hitler-Stalin. La mirada apresurada que recorre el diario o el telediario a toda velocidad, antes de salir disparada hacia el ordenador de la oficina, los anuncios de la calle y la publicidad de buzón, esa mirada ansiosa, voraz, eficaz, que jamás remansa en un libro, ha existido siempre; es la mirada de la inmensa mayoría y siempre ha sido así. Pero esa mirada que no tiene tiempo para nada que no sea inmediatamente práctico es en la actualidad la única verdadera, y eso sí es una novedad. En toda la historia de nuestra civilización, la lectura fue siempre cosa de minorías, pero esas minorías poseían la verdad. De todos era algo admitido que sólo los sabios conocían lo verdadero, en tanto la restante población vivía en la pura práctica de la supervivencia. Pero ahora son las miradas fácticas, las agotadas en la pura actualidad, las que deciden lo que es y no es verdad, las que gobiernan como opinión pública, mediante

el cálculo estadístico. Que los propietarios de una mirada práctica, actual y eficaz son los que gobiernan quiere decir que la inmen- sa mayoría reconoce como lo más adecuado al actual estado de cosas el ejercicio de esa mirada. Ésa es la mirada del que sabe, en tanto que la otra, la remansada en la memoria, la lectura y la reflexión de lo inactual ésa es sólo la mirada culta. En la época clásica (la que arranca en Platón y se concluye en 1789), fuera el gobierno una tiranía teocrática, una oligarquía a la italiana, una república de mercaderes, o un puñado de corsarios, nadie puso nunca en duda

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (8 Kb)
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com