Contento con padescer: El tratamiento del dolor en la poesía amorosa medieval
Enviado por Irene Sáez González • 21 de Abril de 2016 • Ensayo • 3.155 Palabras (13 Páginas) • 341 Visitas
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CONTENTO CON PADESCER
El tratamiento del dolor en la poesía amorosa medieval
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El Cancionero general fue publicado por Hernando del Castillo, el 1511, en Valencia bajo el título “Cancionero general de muchos y diversos autores”. Dicha antología lírica castellana de los siglos XV y XVI es la que tiene un valor superior puesto que, entre sus folios, reúne más de mil poemas escritos por doscientos poetas diferentes, entre los que se encuentran algunos de los grandes autores como Juan Rodríguez del Padrón, Juan de Mena, Fernán Pérez de Guzmán, el Marqués de Santillana, Gómez Manrique, Diego de Burgos, Guillén de Segovia, Antón de Montoro y Juan Álvarez Gato. [pic 3]
Castillo quiso recoger los poemas distribuyéndolos en nueve apartados diferentes: obras de devoción y moralidad; obras de amores; canciones; romances; invenciones y letras de justadores; glosas de motes; villancicos; preguntas; y, finalmente, obras de burlas provocantes a risa. Aún así, tal y como dice J.M. Aguirre, “Castillo no se ajustó más que muy parcialmente a este esquema. Existen poemas agrupados simplemente por el nombre de sus autores, y en casi todos los grupos se encuentran composiciones que, o por su técnica o por su temática, deberían estar incluidas en otros”[1]. Vale decir también que, en el prólogo inicial, Hernando del Castillo confiesa su natural inclinación hacia la poesía en lengua castellana, la “maternal y propia mía”. Por lo tanto, “este criterio lingüístico le permitía la inclusión de un amplio y variado elenco de trovadores en lengua castellana, cuya obra en poética en la lengua nacional se incluye en el Cancionero, con independencia de su procedencia social o geográfica”[2].
En el presente trabajo monográfico, no vamos a detallar con precisión el marco cultural o literario, así como tampoco el problema de las fuentes o las distintas ediciones que se hicieron de dicho Cancionero. Concretamente, vamos a probar de describir el tratamiento del dolor que hace esta pléyade de poetas aparecidos en el Cancionero General. Así, veremos de qué manera los escritores acuden al desconsuelo y a la angustia provocada por el amor a la dama y las diferentes reacciones de los poetas ante estos sentimientos.
El contexto histórico de la segunda mitad del siglo XV y primera mitad del XVI es el de un desarrollo autónomo del Reino de Valencia dentro de la Corona de Aragón. Así pues, se trata de una Valencia burguesa, artesana y mercantil que ha conseguido reemplazar el primer puesto de la Corona, que anteriormente ocupaba Cataluña. Esta situación privilegiada de Valencia, animó a los poetas a presentarse en certámenes bajo la modalidad de concurso o justa poética y academias, en catalán o castellano, a lo largo de la segunda mitad del siglo XV. A pesar de esto, la brillantez del panorama social, económico y cultural del Siglo de Oro (siglo XV) se rompió “con el conflicto de las Germanías, a principios de siglo XVI, y la expulsión de los moriscos, a principios del XVII. Estos síntomas evidentes de la disgregación marcan el comienzo y la ratificación del declive valenciano”[3] que acabará conformando una crisis de carácter no sólo institucional, sino que también financiera y frumentaria[4].
Casi todas las composiciones del Cancionero General, que Hernando del Castillo recopiló a lo largo de 20 años, son de autores valencianos aunque también hay poemas anónimos o de autores no valencianos. En este caso, no nos vamos a fijar en la procedencia del poema, sino que únicamente nos vamos a centrar en el tema del amor que es una de las grandes obsesiones que observamos en la mayoría de poemas. Para ser más precisos, y como hemos dicho anteriormente, con este trabajo se pretende analizar el tópico[5] “contento con padescer”, es decir, veremos cuál es el tratamiento del dolor en el amor.
El amor es el motivo más frecuente en la lírica castellana del siglo XV y hereda, de una parte, la concepción de los poetas provenzales de finales del siglo XI y comienzos del XII; y de otra, la poesía cancioneril. Hay que destacar que los provenzales proponían una nueva lectura de los cancioneros, es decir, les atribuían un segundo sentido de carácter sexual a las obras. Así, “se comprende fácilmente que un amor de esa naturaleza tenía que chocar con las exigencias de la moral cristiana, muy vivas todavía en Castilla”[6]. Dicho de otro modo, el poema es fruto de una tradición provenzal y de una moral ascética en la que conviven el deseo y el rechazo a éste. Jorge Manrique dirá qué es el verdadero amor medieval con un talante y unas palabras sumamente refinadas y distinguidas. Así, para el poeta, el amor es una fuerza que lo vence, y ante la cual sólo puede sentir dolor que, a la vez, es placer:
[192] Es amor fuerça tan fuerte que fuerça toda razón; vna fuerça de tal suerte que todo seso conuierte en su fuerça y afición: vna porfía forçosa que no se puede vencer, cuya fuerça porfiosa hacemos mas poderosa queriéndonos defender. Es plazer en c’ay dolores, dolor en c’ay alegría, vn pesar en c’ay dulçores, vn esfuerço en c’ay temores, temor en c’ay osadia: vn plazer en c’ay enojos, vna gloria en c’ay passión, vna fe en c’ay antojos, fuerça que hazen los ojos al seso y al coraçón. Es vna catiuidad sin parescer las prisiones; vn robo de libertad, vn forçar de voluntad donde no valen razones: | vna sospecha celosa causada por el querer, vna rabia desseos, que no sabe qu’es la cosa que dessea tanto ver. Es vn modo de locura con las mudanças que haze; vna vez pone tristura, otra vez causa holgura, como lo quiere y le plaze: vn desseo que al ausente trabaja pena y fatiga; vn recelo que al presente haze callar lo que siente temiendo pena que diga. FIN Todas estas propiedades tiene el verdadero amor; el falso mil falsedades, mil mentiras mil maldades, como fengido traydor: el toque para tocar quál amor es bien forjado, es sofrir el desamor que no puede comportar el falso sobredorado. |
La poesía cortesana es un culto masculino hacia la mujer, que ocupa el puesto más alto en el orden jerárquico del fin’amors[7]. Así pues, la relación entre el hombre y la dama se asemeja al ritual de vasallaje feudal ya que la mujer aparece como un ser superior, inalcanzable, perfecta física y moralmente, honesta, recatada, hermosa, excelente cristiana… Asimismo, los valores del galán serán el de ser un hombre noble, leal, ardiente, tímido, obediente, discreto, con dotes musicales y poéticos… De hecho, para expresar la sumisión del poeta ante la dama, éste utilizará términos como servir, servicio, servidumbre, cárcel o cautivo. Tal y como manifiesta Pérez Bosch, “el particular servicio que el poeta rinde a la dama tiene como finalidad la iniciación y ascenso en la aventura del amor. El amor, el verdadero amor, supone una entrega total y absoluta al ser amado. Esta entrega se realiza con total libertad y con el máximo respeto y compromiso; de ahí la relación analógica entre amor y vasallaje”[8]. Un ejemplo de esto es el que nos muestra el estribillo de un villancico de Fernández de Heredia que dice:
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