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Crítica Carrito de sopaipillas


Enviado por   •  17 de Abril de 2019  •  Ensayo  •  473 Palabras (2 Páginas)  •  102 Visitas

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El viento sopla y trae consigo un montón de pelusitas blancas. Le dicen plátanos orientales. Es muy perjudicial para quienes son alérgicos como yo. Voy con la cara tapada para que ninguno llegue a mis zonas sensibles. Salgo de la universidad y de inmediato veo una carpa roja en un mesón blanco. Allí se encuentra un hombre muy serio mirando a todo aquel que entra y sale a la institución de educación. Lo miro y también miro lo que ofrece.

Sopaipillas y “no sé qué és”. Sopaipillas que se fríen  con aceite en el momento. Con una especie de aguja tiene algunas juntas para que en el caso de que quieran comprar, de inmediato, saque las que tenga lista. Llegan algunos clientes y le compran algunas. No he visto a nadie de la universidad que compre allí. Al parecer seré el primero.

¿Cuánto cuestan las sopaipillas? Le pregunto amablemente y me dice muy tímido doscientos pesos. Una suma que está bien para el tamaño. Compro de inmediato dos. El olor del lugar está obviamente pasado a aceite, por lo que dan más ganas de comprar. Miro al interior y dentro de esta pequeña carpita que se encuentra en plena Alameda a pasos del metro Usach, hay una silla para que el vendedor se siente, algunas servilletas y condimentos tales como kétchup, mostaza, mayonesa y ají.

Al parecer el vendedor es peruano. Amablemente me pasan las dos sopaipillas que le pedí, saco algunas servilletas y le pongo mucho kétchup cuidadosamente para que no se me manche con las servilletas. Por si acaso me meto algunas servilletas al bolsillo de la chaqueta y amablemente me despido dándole las gracias.

Mezclar las sopaipillas con kétchup es uno de los placeres que te da la vida. Así que por esta razón siempre me compro dos, porque una nunca es suficiente. No puedo decir grandes cosas de una sopaipilla comprada en un carrito de la Usach, porque supongo que es prefita, no debe llevar zapallos y debe tener un montón de colorantes aditivos.

No puedo decir tampoco que está mala, porque me encanta comprar ahí. En invierno es uno de mis infaltables comer en el mismo carrito todos los días, porque uno de forma mental siempre asocia a las sopaipillas con el frío. No es que se te pase el frío comiendo sopaipillas, pero es cumplir una tradición chilena.

Ahora estoy en primavera, sin embargo el clima es bastante inusual en este año, así que con un poco de frío me voy comiendo mis sopaipillas de vuelva a clases y disfrutando del kétchup. Creo que eso es un plus bastante importante para que encuentre rico este alimento, pues nunca he comprado estas sopaipillas sin echarle este aditivo.

Creo que ese es el secreto. Sin los aditivos las cosas se ponen fomes y sin sabor, pero el kétchup definitivamente todo lo puede arreglar.

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