Cuento CIELO PERDIDO

Presentado por: Tania Nicol Quiroga García.

CIELO PERDIDO

La ambición por conseguir dinero para suprimir una enfermedad, había provocado sumergirme en el mundo de la prostitución, oportunidades fáciles y riqueza a costa de un cuerpo y una mente vacía manipulada por el futuro plástico expuesto por la sociedad, la misma monotonía cada mañana, un desayuno frío y mi madre sentada llorando, un beso de despedida, una escuela, y el único lugar donde no me perdía del mundo, la soledad era grata, y una esperanza más había.

Con las manos amarradas y el alma suprimida, alguien rozaba mi cuello con las yemas de sus dedos lentamente, gritos ahogados en mi interior me absorbían la fuerza y el desespero por alejarme de aquel lugar que generaba la explosión de lágrimas y sollozos que poco a poco empezarían a traer problemas. La ambición por conseguir dinero para suprimir una enfermedad, había provocado sumergirme en el mundo de la prostitución, oportunidades fáciles y riqueza a costa de un cuerpo y una mente vacía manipulada por el futuro plástico expuesto por la sociedad, la misma monotonía cada mañana, un desayuno frío y mi madre sentada llorando, un beso de despedida, una escuela, y el único lugar donde no me perdía del mundo, la soledad era grata, y una esperanza más había.

Con las manos amarradas y el alma suprimida, alguien rozaba mi cuello con las yemas de sus dedos lentamente, gritos ahogados en mi interior me absorbían la fuerza y el desespero por alejarme de aquel lugar que generaba la explosión de lágrimas y sollozos que poco a poco empezarían a traer problemas. A pesar de tal desesperación, en el fondo sentía placer y deseaba que desgarrara cada una de mis prendas y con fuerza penetrara hasta lo más profundo de mi ser ¿por qué tanta sangre me absorbía y el gusto al dolor me excitaba? Más hombres habían tocado mi cuerpo pero él era diferente, su rostro no mostraba sensibilidad alguna, sólo quería arrastrarme hacía un espacio oscuro, donde yo fuera su sumisa, y mi cuerpo una pared donde su ira fuera imprimida, pero al notar mi desesperación, soltó con fuerza mis muñecas y me lanzó al fondo del lugar, corrí lo más rápido que pude para alejarme, tenía miedo y mi cuerpo temblaba, trataba de recordar el lugar en el que me encontraba, pero no lo hacía, nada parecía real, el cielo se tornaba más negro, y gotas de lluvia, cada vez más grandes, congelaban mi cuerpo, era quizá la peor noche de mi vida, mi corazón palpitaba tan fuerte, que no me dejaba escuchar los sonidos que rodeaban la noche, el efecto de las primeras drogas que había consumido, parecían hasta ahora adueñarse de mí, colores se esparcían, y figuras que únicamente me atormentaban pasaban y me encerraban al paso, terror, angustia y dolor, eran las palabras que describían el tormento que estaba pasando. Tenía tan solo 17 años y me encontraba al borde del abismo por creer que mi mundo de placer, era la salida del aplastamiento de rocas a la pequeña hormiga que había simulado ser. No eran pasadas la 1 de la mañana cuando me encontró, en mis mejores pensamientos, estaba que me dejaría ir y no jugaría al gato queriendo devorar el ratón más débil que pudo encontrar. ecían, no era nada. 

...