Células del Hueso

El esqueleto humano es un sistema biológico que suministra soportes y apoyo al tejido blando y muscular en los organismos vivos vertebrados. El sistema esquelético tiene como función darle forma al cuerpo y movimiento, también protege algunos órganos. La ciencia que se encarga de estudiar los huesos se denomina osteología.

El hueso es una unidad estructural del esqueleto. Está constituido por un tejido duro y resistente que contiene diversos minerales, el más abundante de los cuales es el calcio. Es un órgano firme que posee formas muy variadas y cumplen varias funciones el cual cuenta con vasos y nervios que, respectivamente conservan su estructura.

En general los huesos están constituidos en un 70 % de su peso por materias inorgánicas la cual es de un 25% de agua, y 45% de minerales como fosfato y carbonato de calcio; mientras que el 30 % restante por materias orgánicas, principalmente colágeno y otras proteínas.

Los huesos se componen de un tejido vivo llamado tejido conectivo. Y estos se clasifican en:

Los huesos largos que son los que presentan una forma cilíndrica, predomina la longitud sobre el ancho y grosor, y son los únicos que poseen epífisis la cual es cada uno de los extremos del hueso; y diáfisis que es básicamente el cuerpo del hueso donde se acumulan las articulaciones; generalmente se encuentran en los miembros locomotores. Un ejemplo son el húmero, fémur, metacarpos, etc. Huesos cortos, estos presentan una forma cuboide, siendo que ninguna de sus dimensiones predomina, su función es de amortiguamiento. Podría tomarse como ejemplo los huesos del carpo y tarso. Los huesos planos tienen como unidad principal el ser más anchos y largos que gruesos, su función es la de proteger tejidos blandos e inserción de grandes masas musculares. Ejemplos, escápula u omóplato, huesos del cráneo y coxal; Y por último están los huesos irregulares los cuales no presentan forma o división predominante para su agrupación, son impares y se localizan en la línea media, sus funciones son variables aunque la de mayor importancia es la protección del sistema nervioso central. Un ejemplo de ellos serían las vértebras, occipital, falange distal.

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Células del hueso

Gracias a la actividad de sus células específicas, este tejido se renueva y se reabsorbe continuamente. Estas células son los osteoblastos, por medio de ellas ocurre la formación de tejido óseo nuevo; los osteocitos, que son los osteoblastos maduros y desarrollan una actividad menor; y los osteoclastos, que se encargan de reabsorber o eliminar la materia ósea.

Células Osteoprogenitoras.

El tejido óseo se origina a partir de células de origen mesenquimal. Las células osteoprogenitoras se forman a partir de las células mesenquimales que se implican hacia una diferenciación, en células formadoras de hueso se forma una colonia celular con potencial más limitado para proliferar y diferenciarse.

 Poseen potencial para diferenciarse hacía condeoblastos u osteoblastos.

 Persisten hasta la vida postnatal y se hallan en casi todas las superficies libres de los huesos.

 Durante la fase de crecimiento de los huesos, estas son más activas; aunque también aumenta su actividad ante el fenómeno de reparación de lesiones óseas.

 A medida que disminuye la población de osteoblastos durante los procesos de remodelación continua del hueso, las células osteoprogenitoras que se expanden y se diferencian proveen de nuevos osteoblastos para el tejido.

Tejido óseo

El tejido óseo es uno de los más resistentes y rígidos del cuerpo humano. Es el constituyente principal del esqueleto, que sirve de soporte a las partes blandas y protege órganos vitales, como los contenidos en el

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Cráneo, el tórax y la columna vertebral. Aloja y protege la médula ósea, generadora de las células sanguíneas.

El tejido óseo se clasifica en dos tipos: Compacto (denso) y Esponjoso o Trabecular.

La capa compacta y densa que forma la parte externa del hueso se le denomina Hueso Compacto. El tejido óseo Compacto maduro se compone de unidades estructurales denominadas Osteonas.

El otro tipo tiene el aspecto de una esponja, con trabéculas (finas espículas anastomosadas), de tejido óseo que forman un reticulado en el interior del hueso, al cual se le designa como Hueso Esponjoso. Los espacios de este reticulado son continuos y en el hueso vivo, están ocupados por la médula ósea y por los vasos sanguíneos.

La parte ensanchada del hueso que está entre la Diáfisis y las Epífisis se le llama Metáfisis, y se extiende desde el límite de la Diáfisis hasta la línea epifisiaria. La gran cavidad ocupada por la médula ósea se denomina médula o Cavidad Medular y forma la poción interna del hueso.

Casi todo el espesor del hueso en la diáfisis está formado por tejido óseo compacto; a lo sumo una pequeña cantidad de tejido óseo esponjoso rodea la cavidad medular. En la Epífisis sucede lo contrario, pues la capa de tejido óseo esponjoso es gruesa y el hueso compacto apenas forma una delgada

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