De Sobremesa Poema (resumen)
Enviado por 12031 • 11 de Abril de 2015 • 330 Palabras (2 Páginas) • 293 Visitas
sobrenatural palidez exangüe de las mejillas enmarcadas por la
rizosa e indómita cabellera castaña, que tiene visos de oro donde la luz la toca!
¡Helena! ¡Helena! Hoy no es el grotesco temor al desequilibrio, como lo era al escribir los ridículos análisis de Londres, lo que me hace invocarte para pedirte que me salves. Es un amor sobrenatural que sube hacia ti como una llama donde se han fundido todas las impurezas de mi vida. Todas las fuerzas de mi espíritu, todas las potencias de mi alma se vuelven hacia ti como la aguja magnética hacia el invisible imán que la rige... ¿En dónde estás?... Surge, aparécete. Eres la última creencia y la última esperanza. Si te encuentro será mi vida algo como una ascensión gloriosa hacia la luz infinita; si mi afán es inútil y vanos mis esfuerzos, cuando suene la hora suprema en que se cierran los ojos para siempre, mi ser, misterioso compuesto de fuego y de lodo, de éxtasis y de rugidos, irá a deshacerse en las oscuridades insondables de la tumba.
16 DE ENERO
Estuve diez días sin saber de mí. Lo primero que vi al abrir los ojos, a la sombra de las cortinas de terciopelo de la cama y en la media luz artificial de la alcoba, fue la gran cabeza de Charvet inclinada sobre la mía. Me hundía en los entreabiertos ojos la mirada aguda y penetrante de los suyos, y los tenía tan cerca de los míos, que le veía una a una las pestañas grisosas.
—¿Me conoce usted, Fernández?
—Sí, maestro, articulé con dificultad y con voz apagada.
—¡Está salvado!, oí que decía, y al volver a cerrar los ojos para hundirme en el pesado letargo, alcancé a ver
dos cabezas de mujer que cuchicheaban en la sombra.
Después, nada, ni pensamiento alguno, ni imagen alguna que cruzara la inconsciencia en que estaba sumido. De cuando en cuando unas manos que me levantaban la cabeza, la luz de una bujía, el brillo de una cuchara de plata y el
...